Nacho y Asensio validan el tiroteo en el Nuevo Mirandilla

El zafarrancho de combate, liderado por un Rodrygo especialmente punzante en su hábitat natural y un Benzema reñido con la madera, dibujó un partido goloso que, sin embargo, reservó el aderezo de los goles para el último tramo, cuando un trallazo de Nacho reventó el candado de titanio reforzado que había impuesto un David Gil imperial y abrió el camino por el que transitó también Asensio. El balear, cuyo caudal goleador aumenta a medida que enfila la recta final de su contrato, no faltó a su cita el día en el que Ancelotti cerró el casting para la visita del martes a Stamford Bridge.

El italiano introdujo seis cambios en el once del Real Madrid respecto al que doblegó el miércoles al Chelsea, tres de ellos en defensa, pero hizo honor a su promesa de respetar la competición formando con cinco de sus pretorianos. Un bloque bastante reconocible que salió con espíritu autoritario frente a un Cádiz encastillado que, sin embargo, pegó el aldabonazo inicial con un zurdazo del Pacha Espino que se estrelló contra la madera.

Sergio González dio continuidad al grupo que asaltó el Benito Villamarín en la jornada anterior y asumió que al Cádiz no le quedaría más remedio que apretar los dientes frente a un adversario con múltiples registros ofensivos. Un remate de Asensio desviado con apuros por David Gil y otro de Benzema que salió blando a resultas de una pugna con el Pacha Espino en la que Ancelotti reclamó penalti representaron los primeros zarpazos del Real Madrid, blindado atrás por Militao, gobernado en la medular por el buen pie de Ceballos y chisposo en la vanguardia con tres atacantes de gran capacidad asociativa, mucha movilidad y olfato.

Era una buena oportunidad para ver a Rodrygo en la banda izquierda, la parcela predilecta del paulista pero propiedad habitual de su compatriota Vinicius, al que Ancelotti concedió descanso con el propósito de tenerle de punta en blanco el martes en Stamford Bridge. El '21' no tardó en causar estragos desde ese costado, primero en la asociación con Benzema que precipitó la controvertida acción del lionés con el Pacha Espino y luego en una internada que culminó en un disparo de Benzema al travesaño con David Gil ya batido, previa intervención de Ceballos.

Fali abortó 'in extremis' otra colada del ex del Santos que sembró el pánico en la retaguardia amarilla y David Gil frenó con la bota un remate franco del Rayo tras una bicicleta extraordinaria a una altura de partido en la que ya había quedado de manifiesto que el Real Madrid, pese a la baja de Vinicius, seguía disponiendo de un sambódromo en el flanco zurdo. Pese a ello, el Cádiz logró resistir el bombardeo en una primera parte en la que el Real Madrid acumuló dieciséis remates, siete de ellos a puerta, y monopolizó la posesión, aunque sin frutos.

No varió el panorama el paso por la caseta, de la que el Real Madrid regresó con disposición eléctrica. Un envío en largo de Militao dejó a Rodrygo mano a mano con David Gil, que volvió a salvar con el pie tras el quiebro del de Osasco. Probó fortuna desde lejos Alcaraz, que se estrelló con los guantes de Courtois, y también Asensio, que dio menos efecto del necesario a un disparo cruzado que buscaba la escuadra.

La tuvo clarísima Rodrygo tras un pase de la muerte de Valverde que el brasileño no acertó a embocar de forma incomprensible. Tampoco logró precisar su remate Valverde a raíz de un córner botado por Asensio con mucha picardía. El cañoneo era incesante pero el Real Madrid se estrellaba una y otra vez contra los elementos, ya fuera un David Gil inexpugnable, la falta de tino o la madera, que repelió otro violento disparo de Benzema en la segunda parte para alivio de un Cádiz desbordado.

Agregó polenta Ancelotti con la entrada de Camavinga por Lucas Vázquez, lo que provocó el desplazamiento de Nacho al costado derecho. Y fue precisamente el multiusos alcalaíno el que descerrajó al Cádiz con un derechazo desde la frontal al que ya no pudo dar réplica David Gil, que pareció ser Conan en ausencia de Ledesma hasta que el soldado más abnegado de Ancelotti y Asensio abatieron el muro que levantó en el Nuevo Mirandilla.