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Ignacio Tylko
Viernes, 19 de mayo 2017, 00:13
Aunque todas las manifestaciones que han salido desde el vestuario del Real Madrid son de máximo respeto hacia el Málaga y de cierta cautela o euforia contenida, la forma de celebrar los goles anotados en Balaídos demuestran que en su fuero interno los jugadores blancos ... ya se sienten campeones de una Liga que, según ha reconocido el técnico Zinedine Zidane, se plantearon como reto prioritario desde la pretemporada o, más aún, desde que levantaron la 'undécima' Copa de Europa en Milán. Cumplir cinco cursos sin conseguir el título de la regularidad no se lo podría permitir el club blanco, a dos partidos ahora de su 33ª Liga y de conseguir un doblete histórico que no firma desde 1958, liderado entonces por los Di Stéfano, Puskas, Gento y compañía, y dirigido desde el banquillo por el argentino Luis Carniglia.
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Por mucho que el equipo de Míchel, quien a través de Twitter ha respondido a unos y a otros con un significativo «a lo nuestro», se juege la profesionalidad, el prestigio y el orgullo, y se encuentre en el mejor momento de forma de la temporada, los números avalan a un Real Madrid desatado lejos de casa. A día de hoy, pensar que no saca el domingo al menos un empate de La Rosaleda, feudo tradicional y mayoritariamente madridista, se antoja una quimera.
Tras aquella derrota ante el Barça en el Bernabéu (2-3), fruto de una exhibición de Leo Messi que apretó la Liga, los hombres de Zidane se conjuraron para levantarse de la dura caída, restañar las heridas y seguir su camino firme. Desde entonces, cinco victorias consecutivas en Liga, incluido ese comodín ante un Celta a la baja pero luchador y con todos sus titulares en liza salvo el lesionado Radoja, demuestran que este Madrid es casi infalible. Su pegada es extraordinaria, Cristiano está de dulce, sus jugadores «vuelan», como reconoció Isco al término del choque de Balaídos, y encima los que salen desde el banquillo mejoran incluso las prestaciones.
Si la fortaleza del Madrid en el Bernabéu es una constante, por mucho que el equipo haya ganado con frecuencia en el alambre, fuera de casa se muestra avasallador. Desde que perdió el 22 de febrero en Mestalla el partido correspondiente a la 16ª jornada, aplazado en su día por el Mundial de Clubes, el líder no tiene freno lejos de casa. Ha ganado en ocho visitas ligueras consecutivas ante Villarreal (2-3), Eibar (1-4), Athletic (1-2), Leganés (2-4), Sporting (2-3), Deportivo (2-6), Granada (0-4) y Celta (1-4). Sencillamente, imparable. Con la victoria del miércoles en Vigo, el Real alcanza los 56 goles a domicilio, récord histórico de la competición.
A toda mecha
Ante el Celta, Zidane recuperó a su equipo A, pero antes se permitió el lujo de ir superando finales con los teóricamente suplentes. De hecho, Cristiano Ronaldo ni viajó a los cuatro desplazamientos anteriores. Y, salvo en Gijón, donde le rescató un gol postrero de Isco, el Madrid se ha paseado. Los 21 goles sellados en las cinco últimas visitas, tantos como los que ha encajado fuera en todo el campeonato, lo dicen todo sobre su pegada. Tanto en Riazor, como en Los Cármenes y en Balaídos, el Madrid salió a toda mecha, con un ambición enorme, y resolvió pronto. Ante los equipos de Pepe Mel y de Tony Adams no tuvo ni que desgastarse.
En toda la Liga, el Real Madrid sólo ha perdido dos partidos fuera del Bernabéu, en el Sánchez Pizjuán y el referido de Mestalla, y ha empatado otros dos, el del Camp Nou y aquel en Las Palmas donde Zidane cambió a Cristiano y el portugués no disimuló su enfado. Luego hablaron y el técnico convenció al Balón de Oro de que eran necesario los descansos para que llegara a tope a final de curso. Y sus 13 goles en los últimos 10 encuentros que ha jugado, todos haciendo de '9' y siete de ellos en un mayo siempre crucial, han puesto al crack de Madeira en la rampa de lanzamiento para su quinto 'Balón de Oro'. No ganará la 'Bota de Oro' ni el 'Pichichi', premios individuales para Messi, pero Cristiano se ha mostrado determinante, ha ido de menos a más y ya suma 39 goles en 44 encuentros. No falla en las citas clave y está como un tiro.
Tras su doblete en Balaídos, que no fue un triplete porque falló al final uno de los goles más fáciles en su carrera, CR7 se convirtió en el máximo goleador histórico en las cinco grandes ligas (368 goles entre el Manchester United y el Real Madrid) frente a los 366 del inglés Jimmy Greaves con el Tottenham. «Los títulos se ganan siempre al final y 'Zizou' ha hecho una gestión muy buena de la plantilla, además de ser de mucha calidad y joven. A Málaga vamos a ganar. No queremos un punto. Falta una jornada y no podemos relajarnos», advirtió Ronaldo tras cumplir con éxito otra misión.
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