Gabriel Rubio
Jueves, 23 de febrero 2017, 15:11
Un ambiente de lejano oeste, abrazos como si te fueras «a la guerra», amoniaco en el vestuario visitante y piedras que vuelan bajo... Así eran los derbis sevillanos en los años 2000, relata el exdefensa sevillista Julien Escudé.
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Pregunta: Jugó seis años y medio en ... el Sevilla (2006-2012). ¿Qué supone el derbi contra el Betis?
Respuesta: Uno se da cuenta en cuanto llega a la ciudad, hay un verdadero fervor por los dos clubes, una gran tensión. Están los colores, el Sevilla de rojo, el Betis de verde. Se siente ya antes de jugar el derbi (...) El primer día que llegué a Sevilla hacía bueno y tenía una bufanda verde menta... (el director deportivo) Monchi me lo dijo de forma delicada: tienes que entender una cosa, aquí el verde no está autorizado.
P: Como jugador, ¿cómo se vive la semana anterior al derbi?
R: Sólo hablamos de eso: hay que ganar, hay que meterles fuerte... La semana antes del derbi lo sientes, la gente te cuenta anécdotas, te hablan de fútbol. Notas una cultura de fútbol diferente en Andalucía respecto al resto de España o de Europa. Son latinos. En Sevilla, está la Semana Santa, la feria y el fútbol. Y el fútbol es una religión.
P: ¿Cómo es la ciudad el día del derbi?
R: Lo que más me marcó fue la salida del hotel. Una vez que jugábamos en el estadio del Betis cogí mi coche para ir a la concentración del equipo en el estadio, era una ciudad muerta. Tuve la sensación de estar en el lejano oeste, como si fuera a pasar algo, como si unos vaqueros fueran a salir a la calle. No se oía nada. A nuestra salida del estadio, había mucha gente alrededor del Sánchez Pizjuán para animarnos. Íbamos al campo contrario. Veía los abrazos de los dirigentes. Era una sensación extraña, como si fuéramos a la guerra.
P: ¿Como los recibían en el estadio contrario?
R: Llegábamos y había amoniaco en los vestuarios, las ventanas estaban condenadas... cuando salíamos nos insultaban, nos recibían con piedras. Los dirigentes del Betis nos decían: no sabemos nada y aseguraban que el olor era por la limpieza del vestuario. ¡Pero las ventanas estaban taponadas con toallas y cinta adhesiva! Y cuando llegábamos en bus, como por casualidad, el bus no podía pasar. Teníamos que bajar y andar (...) En un momento dado, se prohibió a nuestros aficionados ir allí y viceversa. Había bengalas, papeleras que ardían en la carretera cuando pasaba el bus. Cuando nos volvíamos había una escolta, tiraban piedras al bus y había que irse rápido. Había que irse a ciertas horas y cambiar de itinerario por los aficionados contrarios que nos esperaban.
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P: ¿Cómo ha ido calmándose esta tensión en los últimos años?
R: Con la muerte de Antonio Puerta (antiguo jugador del Sevilla muerto en un partido en 2007, tras una parada cardiorespiratoria, NDLR), se creó cierta fraternidad y cambiaron muchas cosas (...) Acercó a los dos clubes. La cosa se normalizó, hubo un poco más de fraternidad, de ética deportiva. Sigue siendo un derbi poderoso, pero ahora se juega al fútbol, es una fiesta. Sigue siendo un derbi caliente, pero sólo es deporte.
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