Cristiano Ronaldo gana su cuarto Balón de Oro

La pelea entre estos dos futbolistas ha marcado la última década. Entre ambos se reparten los nueve últimos balones de oro. Hay que remontarse a 2007 para encontrar un nombre distinto a los suyos entre los agraciados, el de Kaká. Desde entonces, el crack argentino se ha impuesto en cinco ocasiones - 2009, 2010, 2011, 2012 y 2015-, y el portugués en las cuatro restantes -2008, 2013, 2014 y 2016-. Su dominio es tan aplastante que oscurece actuaciones tan brillantes como las firmadas por Griezmann en los últimos meses. Una suerte de duopolio cuya ruptura solo parece hoy posible por un declive asociado a la edad.

A ese horizonte llevan tiempo tratando de agarrarse los detractores del portugués, que atisban signos en cuanto pasa un par de partidos sin ver portería. Pero sus números siguen siendo demoledores. Cristiano Ronaldo ha firmado en 2016 el año más glorioso de su carrera, conquistando la 'undécima' con el Real Madrid y la Eurocopa con Portugal. Dos éxitos colectivos que le han tenido como gran protagonista. Fue CR7 quien salvó el billete a Milán de los blancos con un 'hat-trick' que remontaba el 2-0 encajado por el Madrid ante el Wolfsburgo en la ida de cuartos de final de la Champions. Y en la final ante el Atlético disputada en la ciudad italiana, anotó el penalti que significó la 'orejona'. Cristiano Ronaldo finalizó el torneo como máximo realizador, con 16 goles en doce partidos. Dianas que contribuyeron a que el portugués finalizase una campaña más por encima de los 50 tantos, sumando a ellas 35 en Liga. Fue la sexta temporada consecutiva en la que rebasaba el medio centenar de goles, una cifra que únicamente se le escapó en su primer año en el Real Madrid.

Desde que arribó al club de Concha Espina, el luso acumula 376 goles en 364 partidos, lo que da un promedio de 1,03 por encuentro. Unos números que no tienen parangón en el fútbol actual. Máximo goleador de la historia del club blanco y líder también en el ranking histórico de artilleros de la Champions, el idilio de Cristiano Ronaldo con la portería rival ha sido siempre su gran valedor frente a un Leo Messi que parece precisar de menos esfuerzo que el portugués para levantar al público de su asiento, fiado a un talento más puro. El del luso es el triunfo de la voluntad, el de un perfeccionista capaz de torcer el gesto tras anotar un repóquer si se le escapa una última oportunidad. Nada es suficiente para un devorador insaciable. Como le ocurría a Eddy Merckx, para CR7 no hay competición pequeña ni meta demasiado lejana. Quiere ganarlo todo, incluso los amistosos. De ahí que no pudiese contener las lágrimas el pasado 10 de julio cuando se vio obligado a abandonar el césped del estadio de Saint-Denis en el minuto 24 a causa de una lesión. Éder sería el encargado de firmar el gol más importante de la historia del fútbol portugués, pero de no ser por Cristiano su selección nunca habría disputado esa final de la Eurocopa ante Francia. El de Madeira había salvado la clasificación con sus dos tantos ante Hungría en la primera fase y volvió a marcar en la semifinal ante Gales. Certificó así su noveno gol en un torneo del que es el máximo goleador histórico, junto a Platini, y el jugador que más partidos de fases finales ha disputado -21 repartidos en cuatro ediciones-.

Hitos todos ellos que se suman a una carrera plagada de récords protagonizados por un deportista tan voraz como el 'caníbal' belga y que, como aquel, solo se sentirá satisfecho cuando no haya nadie más que él en la cúspide. Desde este lunes, la meta está un poco más cerca. Cristiano tiene a tiro a Messi, el único que se interpone aún en su afán de ser el mejor sin discusión.