Amador Gómez
Domingo, 8 de mayo 2016, 00:19
Dado que agarrarse esta vez al clavo ardiendo de la Liga parece más que una utopía, el Real Madrid volvió a engancharse a los goles decisivos del recuperado Cristiano Ronaldo para mantener al menos hasta la última jornada esperanzas por el título. Un sueño que ... aparece como irrealizable para el Madrid, al igual que el Pichichi y la Bota de Oro para el delantero portugués, a pesar de que el doblete de Cristiano, después de perderse los dos anteriores partidos de Liga y reaparecer ante el Manchester City, permite continuar en las peleas, la colectiva por el título doméstico y la personal por el de máximo goleador del campeonato y del continente.
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Ya que Zinedine Zidane promete creer «hasta el último segundo», Cristiano Ronaldo, de quien ya no queda rastro de su sobrecarga o microrrotura muscular en su muslo derecho, fue quien se encargó de que no sólo el entrenador, sino todo el madridismo, tenga todavía alguna ilusión, aunque sea mínima, para arrebatar la Liga al Barça. El goleador de casi siempre que lo quiere jugar todo y no tiene miedo de arriesgarse a perderse la final de la Copa de Europa del día 28, volvió a ser el salvador del Madrid ante un Valencia al que le faltó suerte en el remate para poner en más apuros a un equipo blanco que continúa sin ser brillante, se desconecta y concede demasiadas ocasiones de gol al rival, aunque sigue siendo muy efectivo. Letal aun con la BBC rota por la baja del lesionado Bale, porque entre Cristiano y Benzema, cuyo gol no debió subir al marcador por fuera de juego, se encargaron de frustrar a un Valencia que fue muy superior en la segunda parte, en la que el Madrid llegó a ponerse con un 3-1 a favor gracias a su eficacia en ataque.
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Si se trata de matar, ningún otro como el Real Madrid. Aparte de dos goles, dos disparos a los postes tuvo el Valencia, que también hizo trabajar y lucirse al suplente de Keylor Navas, Kiko Casilla, mientras que Cristiano, a la segunda que tuvo, no perdonó cuando se acercaba la media hora de un partido en el que, aunque el equipo de Pako Ayestarán no se jugaba nada, también tuvo su polémica. No sólo por la posición ilegal de Benzema antes de marcar el segundo del Madrid, sino también por la expulsión de última hora de Rodrigo por roja directa por dirigirse de mala manera al árbitro. Cuando mejor estaba el Valencia y peor y más descontrolado el Madrid, llegó la roja a Rodrigo y se acabó definitivamente un duelo de alternativas en el que se impuso la pegada y los de Zidane volvieron a mostrar falta de continuidad, esta vez en cierto modo lógica porque sabía que el Barça no fallaba en el derbi ante el Espanyol y los blancos sólo quedaban a expensas de un milagro en la jornada definitiva.
Ya que además de Bale, Keylor Navas y Carvajal también se cayó a última hora Modric a causa de problemas musculares, el Madrid tuvo también poco fútbol y profundidad, y muy poco el balón frente a un Valencia que fue atrevido en la segunda mitad pese a verse con dos goles de desventaja, porque comprobó que si era valiente y pisaba un poco el acelerador, al equipo de Zidane, más pendiente de Milán, se le podía hacer daño. El Valencia no tardó en hacerse con el balón contra un Real Madrid que cuando tiene asegurado el triunfo e, incluso con superioridad numérica, prefiere aguantar echado atrás y controlar. Al final, cuando todo parecía decidido con el 3-1 de Cristiano, incluso sufrió el Madrid, porque desapareció de medio campo hacia adelante y el Valencia le metió en su terreno para asediar el área local. El golazo de André Gomes volvió a dar vida al Valencia, aunque no tardó en morir al quedarse sin Rodrigo.
En un ambiente con poca fiesta y excasas expectativas por el resultado del Camp Nou, el Real Madrid, aun sin alardes, al menos hizo sus deberes en el Bernabéu, relanzado por un Cristiano Ronaldo que estaba deseoso de regresar en la Liga en busca también de un doble objetivo particular que aparece ahora bastante más lejano. En su primer gol el portugués, con un derechazo desde la media luna, demostró que su pierna derecha vuelve a estar a pleno rendimiento, mientras que en el segundo evidenció que en las contras con espacios es casi imparable. No se resintió la gran estrella de sus molestias, pero no terminó el partido porque debió ceder su puesto a Arbeloa, que se despidió del Bernabéu y fue manteado por sus compañeros sobre el césped.
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