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Javier Bragado
Sábado, 30 de abril 2016, 02:11
Anoeta sirvió de examen para Gareth Bale. El galés que costó 100 millones de euros al Real Madrid asumió que ante la ausencia de Cristiano Ronaldo y de Benzema debía ser él quien cargara con la responsabilidad de la persecución liguera. En el feudo donostiarra, ... donde el Barcelona perdió hace pocas fechas, el británico percutió con su zurda, con la cabeza, en jugada individual, en jugada colectiva, desde la derecha, desde la izquierda... pero se encontró un muro blanquiazul bajo la portería de Rulli hasta que a falta de diez minutos para el final la insistencia se premiara con un tanto, un triunfo y la presión sobre los líderes de Primera División hasta el momento.
No fue por falta de empeño de Gareth Bale que tardara en llegara el gol. Se mudó desde la derecha a su querida izquierda e varias ocasiones, descendió a las zonas de mediapunta para arrancar su motor y explotar su velocidad, remató saques de esquina y su zurda repartió pases peligrosos a sus compañeros porque prefirió la generosidad a la obsesión por el gol. Pero al galés le aparecieron numerosos obstáculos siempre en el último momento. El primero lo colocó él porque su falta de puntería en las primeros minutos le impidió que celebrara un gol cuando la lluvia arreciaba sobre el césped de Anoeta. En segundo lugar, la defensa txuri-urdin se aplicó cuando después de numerosas tentativas logró ajustar sus disparos. Por último, un vez superados los zagueros locales chocó con le último baluarte: Rulli. El guardameta argentino logró detener con su pie derecho un tiro de Bale a bocajarro en la segunda mitad que detuvo la hemorragia de ocasiones para los madridistas.
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Hasta la buena acción del arquero local la Real Sociedad ejerció de club sin nada en juego durante el partido. Sin excesiva intensidad los hombres que más se prodigaron en sus intentos fueron los que necesitaban hacerse notar para futuras oportunidades, como el extremo Bruma. Pero en la segunda parte el equipo de Eusebio se animó a buscar la victoria contra el Real Madrid. La portería inmaculada gracias a la pólvora mojada de Bale y al buen hacer de Bergara, quien evitó un tanto en la primera parte cuando Nacho había superado a Rulli, estimuló lo suficiente a los inquilinos de Anoeta y el Madrid entonces debió responder a algo más que a su necesidad de marcar.
Zidane probó a sustituir a sus atacantes y el joven Mayoral y el desacertado James se dirigieron al banquillo para ser reemplazados por Jesé e Isco. Pero el equipo merengue había perdido el paso de la salida y ya sólo contaba con la fe y el empuje para un gol que le permitiera presionar al Barcelona en la lucha por la Liga. Pero reapareció Bale de manera estelar. El galés voló por encima de todos los defensas locales para cabecear un centro de Lucas Vázquez y alcanzó el soñado gol. Explotó el zurdo con la celebración por la importancia del triunfo para su equipo y por su propio alivio en un día en que debía superar el examen de ser la estrella del equipo y el hombre al que todos debían mirar. El gol acalló a la Real, que ya no supo dañar a la reforzada defensa visitante a pesar de que pisaron el campo rival durante todo el final del partido. Ganó el Madrid, envió un mensaje de presión a sus rivales y Bale cumplió con su tarea, aunque fuera en la última oportunidad.
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