Cristiano (i) y Benzema se lamentan.
15ª jornada

Soldado, la desidia y la falta de pegada castigan al Madrid

El equipo de Benítez desaprovechó una gran ocasión en Villarreal y se aleja a cinco puntos del Barça y el Atlético

Ignacio Tylko

Domingo, 13 de diciembre 2015, 00:49

El Real Madrid puede acordarse al final de una jornada en la que debió aprovechar el tropezón del Barça y resulta que acabó más distanciado de sus dos rivales, a cinco puntos de los culés y del Atlético. Cayó en El Madrigal por su desidia ... inicial y su falta de pegada en la segunda mitad. Se mereció un resultado mejor pero no es permisible semejante actitud. Ni tampoco que, ya al borde del final, entrase Jesé por el lesionado Marcelo y Gareth Bale pusiera pegas a su técnico hasta colocarse de lateral. Entonces, Ramos ya era el delantero centro. Puro descontrol.

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Acababa el primer tiempo cuando Musacchio se quejaba y un compañero tiró el balón fuera. Mientras atendían al central argentino, varios jugadores del Real Madrid intercambiaron impresiones en un corro improvisado. Señal inequívoca del desastre del equipo de Rafa Benítez en un período en el que el Villarreal debió sellar la victoria. Después del tropezón del Barça ante el Deportivo y de la sufrida victoria del Atlético ante los 'leones', la obligación de los blancos era salir a morder en El Villarreal, donde Rafa Benítez alistó a Marcelo y a Ramos en la zaga, tras varias jornadas ausentes, buscó equilibrio con Casemiro en detrimento de Kroos y puso en liza a la 'BBC'.

Se puede debatir hasta aburrir del sistema que más le conviene al Real Madrid, de si es más simétrico y compensado con un centrocampista más y hasta de si la abuela fuma, pero su problema es más de fondo, de creación de juego y de actitud. A día de hoy, sus jugadores parecen estrellitas que se apagan. No brillan porque ni siquiera se encienden durante muchos minutos. Es un equipo poco dinámico en el que nadie encuentra líneas de pase y que no conoce este concepto moderno de la activación tras pérdida, una de las grandes claves, por ejemplo, del gran Barça de Guardiola.

Los blancos salieron a verlas venir frente a un Villarreal que no es el Malmoe, que se presentó en el Bernabéu tras unas vacaciones de sus profesionales por la costa española. Venía de unos partidos muy irregular y de encajar tres goles en Pilsen, donde Marcelino advirtió que defendiendo así el Real Madrid les metería siete, pero es un equipo cuajado, bien trabajado tácticamente, rápido y con muy buen toque de balón. Bruno y Trigueros pueden manejarse a su antojo si nadie les encima.

Nada más arrancar el choque, un despiste defensivo propició un disparo enorme de Jonathan Dos Santos que se estrelló en la base del poste. Esa alarma no despertó a los madrileños. Qué decir del caño que le hizo Bakambu, un delantero francés de origen congoleño que el Villarreal rescató del Bursaspor turco y que le da la vida, a Sergio Ramos. El sevillano regresaba seis partidos después pero es una evidencia que sus problemas en el hombro le lastran. No es ni su sombra. Le faltan hasta anticipación, rapidez y contundencia, tres de sus grandes virtudes.

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Acertó Soldado, antes de los diez minutos, al batir entre sus piernas a Keylor Navas, que poco pudo hacer. Pero ese gol no cambió el guión. Era como si el Real Madrid confiase ciegamente en sus individualidades. Pero en todo el primer acto no obligó a intervenir al joven Areola, guardameta cedido por el PSG. Marcelino ordenó que cerraran a su rival por dentro e incluso colocó a Bailly, un central, como lateral. Pero más metido casi en el eje de la zaga que en el costado. No les importababa a los de La Plana que Danilo centrase una y otra vez. Ni un desborde de Bale, Cristiano y Benzema y poca presencia de Modric y James. Sólo cabe ponerle un pero a los amarillos en este primer tiempo: el poco acierto de Bukambu en las dos grandes ocasiones de que dispuso.

Transformación

Tuvo que haber bronca en el descanso porque el Real Madrid se transformó. Le faltó pegada, pero fue otro equipo en el segundo acto. Le metió varias velocidades más al juego, presionó la salida del balón de su enemigo y enseguida dispuso de cinco ocasiones, tres de ellas muy claras. Con más voluntad, movimientos sin balón y velocidad, asustó a su adversario. Tras un error de Bruno y un gran pase de Bale, Benzema lanzó un gran disparo pero Areola metió una mano soberbia. Bale y Cristiano y Undiano no vio un penalti claro de Musacchio al astro luso, quizá porque Ronaldo ya había soltado el balón.

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El Villarreal ya no salía de la cueva, como si le atenazase el miedo o, seguramente, estuviera agotado por el viaje del jueves a la República Checa. Y su técnico tardaba un mundo en mover el banquillo. Bailly se lastimó el hombro justo antes de que Benzema errase un gol cantado en remate de cabeza y de que Ramos, pasado de revoluciones, rozase la segunda amarilla. Tampoco Benítez movía ficha aunque la situación pedía a gritos a Isco. Al fin entró, junto a Kovacic, a 12' del final, más el descuento. Y se quedó tieso tras chochar con el portero en la primera jugada. Cerca del final, Marcelo sufrió un calambre. Definitivamente, no era la noche del Madrid.

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