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CRISTIAN REINO
Sábado, 5 de diciembre 2015, 03:30
Lo que tiene el fútbol. El Valencia estaba muerto, había hecho un desgaste espectacular durante todo el partido y apenas había llegado a la puerta de Claudio Bravo. El Barça dominaba, había controlado casi todos los tramos del encuentro y a falta de cinco minutos ... ya casi saboreaba un gran triunfo. Sin embargo, una jugada aislada, casi la única que tuvo el cuadro che en ataque, la aprovechó Alcácer para asistir a Santi Mina y frustrar la victoria azulgrana.
Valencia y Barça firmaron un choque de altura, que acabó en tablas, aunque los azulgrana hicieron méritos más que de sobra para llevarse los tres puntos. Suyo fue el juego, las oportunidades y el control, pero no defendieron bien un balonazo, Alcácer sacó petróleo de donde no parecía que había ni media ocasión y los azulgrana desperdiciaron una ocasión de oro para llevarse los tres puntos y culminar una semana en la que los problemas los ha sufrido su eterno rival. No era su intención, pero con el punto de Mestalla, en Madrid podrán digerir mejor la crisis institucional.
Valencianos y catalanes llegaban en una situación diametralmente distinta al partido: los che, en plena guerra civil, con un entrenador interino y buscando el norte desesperadamente, mientras que los azulgrana están de dulce y además permitiéndose el lujo de regodearse de las desgracias de su eterno rival (Piqué, vía Twitter). El empate da vida a los locales, que a partir de ahora confiarán en que Gary Neville dé con la tecla y empiece a remontar posiciones. Los visitantes, con viento a favor y con el rumbo fijo hacia una nueva gran temporada, perdieron dos puntos, pero volvieron a firmar un gran encuentro, salvo el lunar final. El Barça, a día de hoy, es una apisonadora. En Mestalla, además, Luis Enrique pudo alinear, por primera en lo que llevamos de temporada, a su once de gala.
Ante un cuadro valenciano enrabietado y que se siente como un viejo felino herido, los azulgrana saltaron a marcar territorio desde el pitido inicial. Busquets llevaba la batuta, Messi, la escuadra y el cartabón, Iniesta marcaba el tempo, Neymar ponía la magia y Luis Suárez, la pólvora. El equipo catalán era dueño y señor del partido y, sobre todo, por la banda izquierda, Neymar llegaba con mucha facilidad ante un Vezo que no veía cómo podía parar al brasileño. Neymar, Messi y Luis Suárez, el tridente, se gustaba y merodeaba con mucho peligro el área de Jaume. Aunque faltaba el gol. El Barça ponía el juego, pero sus delanteros no estaban atinados en la definición. Ocho disparos en media hora y el electrónico no se movía. El Valencia, mientras, se defendía como podía y más bien tiraba de raza y de orgullo para mantener su puerta a cero. La salida de Nuno ha espoleado a la plantilla y Voro supo aprovechar ese cambio mental para armar un once al que le faltó fútbol, pero que supo competir, por momentos casi atrincherado.
Tras el descanso, el Barça siguió dominando, aunque la sensación de peligro no era tan inminente como en la primera mitad. Voro ajustó la marca de Neymar y por momentos a su equipo se le veía que sufría menos que en los primeros 45 minutos. Sin embargo, a la hora de juego, una pared entre Messi y Suárez sorprendió a la defensa valenciana y el charrúa, en fuera de juego, adelantó a los blaugranas. El tanto no tenía que haber subido al marcador, pero hacía justicia con el juego de unos y otros. Quedaba media hora por delante y en los instantes posteriores al tanto al Valencia no se le veía capacidad de reacción. Neymar tuvo además una oportunidad de oro para hacer el segundo, en una gran jugada que se le fue fuera por poco, y a partir de ahí el Barça entró en una especie de relajación y fase de imprecisiones, que el Valencia aprovechó para dar un paso adelante y empezar a asomar por la meta de Bravo. De Paul hizo el primer disparo che en el minuto 78, al que respondió bien el chileno, y poco después, en el 85, Alcácer bajó un balón que parecía intrascendente y sirvió en bandeja el gol a Santi Mina. Mestalla se volvió loco y se dio la primera alegría de la temporada. Para el Barça, el empate se queda en un mero accidente.
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