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Amador Gómez
Domingo, 5 de abril 2015, 01:16
Volvió James Rodríguez dos meses después, pero, aparte del colombiano, asistente genial en el segundo gol, quien realmente volvió fue el mejor Cristiano Ronaldo, el delantero letal e insaciable, el eterno devorador de récords, que se aprovechó de la visita del débil Granada al Bernabéu ... para revitalizarse y revitalizar a un Real Madrid que ha recuperado la autoestima y la ambición para lanzarse a por un pleno de 30 puntos e intentar arrebatarle la Liga al Barça. Selló el equipo blanco con mucha facilidad los tres primeros en su reto final hacia el título gracias a un repóker de Cristiano, que regresó pletórico al coliseo blanco tras el clásico para reencontrarse a lo grande con el gol, cuando en los cuatro partidos anteriores ante su afición sólo había marcado uno, y de penalti, y reconciliarse también con el Bernabéu.
Ante una de sus víctimas preferidas, marcó cuatro tantos el crack portugués en sus cuatro primeros disparos a puerta, y no descansó hasta que no consiguió el quinto, para liberarse, firmar un nuevo hito en la historia del Real Madrid y de la Liga, animar otra vez la lucha por el título, y también la pelea con Messi por el Pichichi y la Bota de Oro, que vuelve a presentarse apasionante. Con Cristiano resucitado y lanzado, el Real Madrid se contagia y es otro, igual que es muy diferente este equipo de Carlo Ancelotti que en poco se parece ya al de principios de año. También con el imprescindible Modric ya a pleno rendimiento, y recuperado James, quien, aunque le falte entrar en la dinámica, fue titular por la banda izquierda del medio campo en lugar del sancionado Isco y firmó una muy buena primera hora, en la que el conjunto blanco, sin demasiado esfuerzo, le dio una paliza de otros tiempos al Granada, cayéndosele los goles en cada ataque. Con Cristiano escorado a la izquierda, por donde el Madrid le hizo un roto al rival con Marcelo y James, pero muy tirado al centro, para convertirse en ocasiones el luso en un 9 puro. Con una enorme pegada, para alcanzar ya las 36 dianas y transformar los pitos que le dedicaba el Bernabéu de nuevo en admiración.
Durante su declive tras el Mundialito, el Real Madrid lamentaba que al equipo le faltase pegada. Frente al Granada, con energías renovadas, físicas y psíquicas, y empujado por un ciclón llamado Cristiano, hubo exhibición y cayeron nueve entre una docena de remates a portería. Incluso pudieron ser más, porque los blancos se hartaron de desarbolar, con juego elaborado o directo, y crear ocasiones a un enemigo empequeñecido y pisoteado en cada llegada local. En un partido comodísimo, consiguió Cristiano el primer repóker de su carrera con la camiseta del Real Madrid a última hora. El portugués, sin freno y desatado, no paró de intentarlo desde que al comienzo del segundo tiempo firmó entonces el provisional set a cero, ante un Granada sin defensa.
El Granada no aguantó más de media hora ante la avalancha madridista, con alguna laguna defensiva en el inicio pero con dominio absoluto y rachas de buen juego, reflejadas en una exhibición goleadora en tan sólo 13 minutos. Siempre por la izquierda, por donde el Real Madrid llevó a cabo una ofensiva sin tregua, aunque adoleciese de más solidaridad defensiva cuando el Granada intentaba las contras. El equipo nazarí de Abel Resino, después de llegar muy fácil en los primeros minutos y dejar en evidencia a un Real Madrid que no replegaba nada bien, fue abrumado después por un conjunto que cuando puso una marcha más tiró de velocidad y gol para machacar al rival. Desde el primer tanto de Bale que abrió el marcador y que provocó el hundimiento del Granada, hasta el 4-0 con un triplete de Cristiano, el Madrid fue un huracán frente a un adversario que tenía muy claro que este no era un partido de su Liga, aunque su técnico sólo pidiese antes del duelo porque los blancos no les pasasen por encima.
No lo pudo evitar el Granada, porque con el Real Madrid otra vez al nivel de actitud, intensidad y eficacia que se le exige, y con su astro obsesionado con batir registros y superar a Messi, no hubo color. Se ha empeñado el Cristiano que aspira a todos los trofeos individuales en hacer crecer que la Liga es posible para su equipo, y después de su gol inútil en el clásico, reapareció con otro ánimo y las pilas cargadas, al igual que sus compañeros, relanzados al mediodía a lomos de un futbolista incansable, explosivo y contundente. Aunque el Madrid jugó un partido notable -incluso con tres cambios y descenso de ritmo tras el descanso marcó cinco goles-, el Granada siempre dio facilidades, con tanto incluido en propia puerta, y fue Cristiano quien eclipsó por completo al resto de un equipo que ha recuperado la solidez y claridad en el medio campo con Modric y también la mentalidad y la fe, porque no piensa que ganar la Liga sea una utopía. Ante rivales como el Granada, el camino se convierte en una alfombra roja, y más, cuando se dispone de tantísima pólvora arriba, porque en cinco minutos, como hizo Benzema después de estar desaparecido, pueden caer un par de ellos. Así, la BBC llegó a marcar ocho de los nueve goles del Madrid. El otro fue en propia puerta. Entre la humillación, el Granada logró el del honor.
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