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Cristian Reino
Sábado, 14 de marzo 2015, 00:24
Un buen Barça, serio, muy práctico y liderado una vez más por Messi, que está en un momento dulce, derrotó este sábado al Eibar, en Ipurua, y se aseguró llegar al clásico del próximo domingo en la cabeza de la clasificación. Máxima presión para el ... Real Madrid, que recibe este domingo al Levante en un clima enrarecido y que no puede perder en el Camp Nou si quiere seguir vivo en la Liga. Después del pinchazo de Anoeta, el equipo de Luis Enrique ha conseguido darle la vuelta a la tortilla a la temporada a partir de una filosofía: el rival no puede ser nunca más intenso, se llame Manchester City, Villarreal o Eibar.
Frente a los armeros, los de Luis Enrique firmaron un partido muy completo. Supieron adaptarse al terreno de Ipurua, se pusieron el mono de trabajo y se encomendaron a la calidad de Messi, que hizo un doblete, lleva 32 goles, es 'Pichichi', y se sitúa ya en cifras de sus mejores tiempos. El Barça fue muy superior al Eibar, pero bien es cierto que le favoreció un penalti señalado por Del Cerro Grande, a la media hora, de esos para los que hay argumentos a favor o en contra: mano clara dentro del área, pero puede que involuntaria, pues poco antes el balón toca en el pie de un defensa. A partir de ahí, todo fue mucho más sencillo para los azulgrana.
El partido, en cualquier caso, le salió redondo a Luis Enrique. Arriesgó con un once poco habitual, en el que faltaban unos cuantos titulares, algunos por lesión (Busquets), otros por sanción (Jordi Alba y Dani Alves) y otros (Mascherano o Iniesta) por decisión técnica. El míster asturiano reservó a Mathieu y Mascherano, ya que si veían tarjeta se perdían el choque ante el Madrid, y dejó a Xavi e Iniesta en el banco, y optó por Rafinha y Sergi Roberto, buscando más músculo. Su equipo no notó las bajas y pudo con el Eibar, que lleva una segunda vuelta calamitosa y se acerca poco a poco a los puestos de descenso. Garitano planteó un choque realista, con cinco atrás y a esperar agrupado al rival, consciente del momento de su equipo, y logró que el Barça no creara muchas ocasiones, pero desde el penalti cometido por Ekiza apenas tuvo opciones de sumar puntos.
Hasta entonces, el Barça dominaba, aunque no creaba peligro, quizá porque sus jugadores se obcecaban en entrar por el centro. En un campo estrecho como Ipurua, Neymar y Messi se empeñaban en caer a la media luna del área y el atasco de jugadores eran considerable. Eso sí, cuando perdían la pelota la recuperaban muy rápido, gracias a una buena presión, que ahogaba a los guipuzcoanos. A la media hora, la mano de Ekiza, a disparo de Messi, desencalló el choque. El argentino no dudó y fusiló a Jaime. El Eibar no se descompuso y siguió con el mismo esquema, sabedor de que si se abría, el tridente azulgrana podía hacerle mucho daño.
Tras la reanudación, Garitano mantuvo el orden, con la idea de que si lograba llegar con 0-1 hasta los minutos finales podía tener alguna oportunidad, en alguna contra o a balón parado. Sin embargo, Luis Enrique tiró de laboratorio: en un saque de esquina, Piqué arrastró a la defensa y dejó a Messi, solo, cerca del punto de penalti, desde donde remató de cabeza, picando el balón hacia abajo. La capacidad de adaptación a cualquier circunstania del juego de este Barça camaleónico quedó demostrada en el 0-2. A la espera de que fuera el Eibar el que le creara peligro a balón parado, quienes anotaron gracias a la estrategia fueron los azulgrana. El segundo tanto de Messi sí que hizo daño a los armeros, que se vieron con 35 minutos por delante y un muro muy complicado de franquear. Sólo la salida de Piovaccari, al final, dio mordiente al Eibar. Casi cuando ya no quedaba tiempo, el italiano estrelló un balón en el larguero de Bravo.
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