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Cristian reino
Domingo, 4 de enero 2015, 00:14
Un Barça plano, indolente, sin ideas, con la mente en las vacaciones y sin un patrón claro de juego se dejó este domingo más que tres puntos en Anoeta. El pinchazo del Madrid en Valencia dejaba una oportunidad de oro a los blaugranas para meterse ... de lleno en la lucha por el título y sin embargo los hombres de Luis Enrique no dieron la talla. No supieron afrontar el choque de Anoeta como requería un duelo decisivo y la derrota deja muy tocado al míster culé, cuya autoridad está más que cuestionada.
El técnico asturiano se la jugó permitiendo que Messi, Neymar y Alves regresaran el 2 de enero de vacaciones, más tarde que nadie y dando una imagen impropia en un equipo profesional, se la jugó dejándoles en el banquillo y se retrató recurriendo a los tres para tratar de remontar el partido. Ni así. Incapaz de crear peligro, el Barça se encontró con una Real correosa, que aprovechó el regalo de Alba en el primer minuto y se limitó a defender el resultado sin pasar apuros al menos hasta el tramo final del partido. Anoeta se presentaba como la tabla de salvación de este Barça, que no acaba de carburar, y en cambio el estadio donostiarra acabó confirmando que el cuadro catalán, cuando tenía que dar un puñetazo en la mesa, envió un mensaje de debilidad a sus rivales.
El caso es que la empresa se le puso muy cuesta arriba al Barça, cuando sus jugadores aún estaban comiendo las uvas. Canales centró un balón desde la derecha, Jordi Alba metió la cabeza donde no debía y enredó el partido para los azulgrana. El tanto, en el minuto 1, permitió recular a los donostiarras, que entregaron el balón y el terreno a los blaugranas sin ningún pudor. Sabiendo lo que le cuesta atacar al Barça en estático, los de David Moyes retrocedieron, se agruparon, defendieron en bloque y si acaso, esperaron a alguna contra, aunque muy aislada. El objetivo, para los blanquiazules, era no perder el sitio.
Bergara se emparejó con Iniesta, Granero con Xavi y la línea de creación culé quedó bastante desdibujada. Sin ideas, el Barça lo buscaba, pero apenas inquietaba la meta de Rulli. Alguna subida de Montoya, algún disparo lejano de Xavi y poco más, porque a los de arriba no les llegaba el balón en posiciones ventajosas. Pedro y Munir caían a la banda, pero sin suerte, mientras que Suárez hacía un poco la guerra por su cuenta, aunque Ansotegi e Iñigo Mártínez le tenían bien sujeto. Con Messi y Neymar en el banco, después de que se incorporaran al grupo el viernes, procedentes de las vacaciones sudamericanas, Luis Enrique se tuvo que tragar su decisión disciplinaria y darles salida en cuanto pudo y vio que el choque se le ponía negro.
Messi salió tras el descanso, ocupó el extremo derecho y el panorama parecía que cambiaba, aunque más bien era un espejismo. Con la entrada de Neymar, a falta de media hora, pasó lo mismo. Algún arranque, más chispa, pero no pasaban de meros fuegos de artificio. El Barça ganó algo de ritmo, exhibió más presencia en ataque y tras el cambio de Alves por Mathieu se hizo dueño del terreno. Pero Rulli seguía inédito, hasta casi el final, que Suárez, una vez por bajo, en una buena salida del meta txuriurdin y luego tras un remate de cabeza, pudo al menos empatar el choque. No fue la noche de los azulgrana, que deberán explicar cómo pretenden ganar un partido sin disparar a puerta. Para la Real, tres puntos de oro, que la alejan del peligro, tras ganar a Real Madrid, Atlético y Barça.
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