Carlos Alberto Fernández (EFE)
Domingo, 7 de diciembre 2014, 18:18
El Deportivo lleva camino de la autodestrucción, futbolísticamente 'tocado', situado en los puestos de descenso a Segunda División, y, socialmente, inmerso en una crisis alarmante, con el deportivismo dividido a raíz del fallecimiento de uno de sus hinchas en una reyerta y las medidas del ... consejo de administración contra los ultras.
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El fondo de los Riazor Blues fue cubierto con una lona contra la violencia, los aficionados de esa zona fueron reubicados en el estadio, se escucharon en numerosas ocasiones cánticos que pedían la dimisión del presidente, Tino Fernández, y también silbidos de otros seguidores que discrepaban con ellos.
Mientras, en el césped, el Deportivo encadenó su sexto encuentro consecutivo sin ganar, la segunda derrota seguida, y, después de catorce partidos, es el penúltimo clasificado, con diez puntos en su haber y solo dos victorias, una de ellas en Riazor.
El Deportivo tuvo ocasiones para conseguir un resultado mejor ante el Málaga en un partido en el que incluso dispuso de un penalti a favor con 0-0 en el marcador, pero no logró ver puerta y eso agravó aún más el panorama.
Tino Fernández, que arrasó en la asamblea de accionistas de noviembre con más del 95 % del apoyo de los socios que acudieron a la cita (el 33 % del accionariado, 3.474 personas), no tiene el mismo respaldo en la grada de Riazor. El presidente, que encabeza la junta directiva desde el 21 de enero, afronta su peor momento desde que asumió el cargo tras 25 años de Augusto César Lendoiro al frente de la entidad.
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Desde el inicio del proceso electoral que llevó a Tino a la presidencia, el deportivismo empezó a partirse entre 'tinistas' y 'lendoiristas'. Fernández ha logrado desbloquear la situación con Hacienda, reestructurar la deuda del Deportivo y mejorar las relaciones institucionales.
A nivel deportivo, el equipo, con la dinámica de la gestión anterior, regresó a Primera División, algo imprescindible para la salud económica del club, que necesita estar en la elite para sacar adelante sus números. Pero, después del ascenso, la situación se le ha complicado: destituyó a Fernando Vázquez en la pretemporada (la gota que colmó el vaso fueron unas declaraciones sobre la política de fichajes), incorporó a Víctor Fernández, puso el ojo en fichajes de relumbrón que no llegaron (como el griego Mitroglou) y completó la plantilla en los estertores del mercado.
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En el césped, los resultados no han acompañado, Víctor Fernández ha dado giros de timón para adaptarse a los jugadores que tiene y superar contratiempos en forma de lesiones y baja forma de los que llegaron al club sin haber tenido una pretemporada normal. Esas piedras en el camino se han traducido en dos victorias, cuatro empates y ocho derrotas en Liga.
Si los problemas ya eran acuciantes, la situación se enturbió aún más con la trágica consecuencia de la reyerta entre Riazor Blues y Frente Atlético antes del partido de hace una semana en el Vicente Calderón. Perdió la vida Francisco Javier Romero Taboada, 'Jimmy', y el club tomó medidas contra la violencia: cerró, provisionalmente, dos partidos el fondo de los ultras y el presidente dejó clara su intención y deseo de que la marca Riazor Blues desaparezca.
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Lo ocurrido generó un ambiente enrarecido el miércoles en la Copa del Rey ante el Málaga y una división todavía más evidente este sábado en Liga ante el mismo rival, con aficionados que respaldan a la directiva y sus medidas y otros que piden su dimisión.
El técnico, Víctor Fernández -el presidente no habla tras los partidos-, explicó después del choque que percibió "un ambiente de destrucción como nunca" había "visto en ningún club", un "ambiente absolutamente contaminado" que genera una situación "fuera de control". Ante eso se plantea no "ceder, seguir con la cabeza alta, de pie, como han estado los jugadores, no arrojar la toalla".
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Pero más allá de que ni él, ni los jugadores, ni la directiva la arrojen, el Deportivo necesita recuperar la "unión" de la que presumió en años anteriores para poder revertir el momento probablemente más delicado de su época reciente, a pesar de que en ella hubo dos descensos con Lendoiro como presidente y momentos de alta tensión, incluso al borde de la desaparición.
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