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Amador Gómez
Sábado, 6 de diciembre 2014, 00:05
El líder siempre tiene que dar las gracias a Cristiano Ronaldo, pero tras el triunfo ante el Celta en un discreto partido de los blancos, lastrados por la sanción a Isco y por un centro del campo endeble, todavía más, porque gracias a un penalti ... provocado por el delantero portugués, y a un derechazo del crack que sentenció al Celta cuando el duelo estaba descontrolado, el Madrid de Ancelotti pudo igualar el récord del Barça de Rijkaard de 18 victorias consecutivas. El Real Madrid continúa con su fantástica racha relanzado por quien está llamado a conquistar de nuevo el Balón de Oro, porque este año Cristiano se lo ha vuelto a ganar, como futbolista genial e insaciable, y autor ya de 200 goles en la Liga, 23 en el presente campeonato, aunque siete de ellos hayan sido de penalti y el que abrió el camino del triunfo ante el Celta fuese inexistente.
El segundo tanto de Cristiano, sin embargo, fue uno de los que esperaba el Bernabéu, donde el portugués voraz ya ha marcado de forma consecutiva en los 17 últimos encuentros. Una gran volea con su derecha, que sirvió para fulminar de forma definitiva a un Celta que ante tanta voracidad sólo pudo aguantar poco más de una hora. Después de conseguir el tercero, para convertirse también Cristiano en el jugador con más tripletes en la historia de la Liga (23 hat tricks), por delante de Zarra y Di Stéfano, el luso fue sustituido, algo nada habitual, al merecido grito de «¡Balón de Oro!», y el Bernabéu respiró con el descanso concedido al astro, porque aunque sea una máquina, no era cuestión de arriesgar después de que James se hubiese roto el gemelo.
Aunque el Celta fue atrevido, quiso jugar y jugó, ya que se lo permitió un centro del campo novedoso que no está acostumbrado a la presión (Illarramendi-Kroos-James) y provocó cierto malestar del Bernabéu, el equipo vigués no tuvo ninguna mordiente arriba, por lo que el Real Madrid apenas sufrió atrás, y pudo irse al descanso con mayor ventaja si hubiese tenido pegada. Al contraataque, el líder siempre metió mucho miedo, y con más contundencia en la definición hasta que explotó el de siempre, el Celta hubiera habría encajado al menos un gol antes de que Cristiano se inventase un penalti que sólo quiso ver Undiano Mallenco. La tercera pena máxima forzada ya por el delantero portugués, que antes de abrir el marcador tras tirarse en el área como muy mal actor se encontró con la respuesta de un gran Sergio Álvarez en un par de ocasiones, y también firmó una chilena espectacular que acarició el larguero.
Fue la BBC formada por Bale, Benzema y Cristiano la que hizo temblar a la defensa del Celta durante todo un primer tiempo en el que, en cuanto a juego, el partido estuvo muy equilibrado, aunque por ocasiones, fue el Real Madrid el que se impuso claramente a los puntos. Mientras que Casillas no tuvo que intervenir en el primer tiempo, los blancos, que pisaron mucho el área contraria, gozaron de cinco buenas oportunidades, malogradas por el portero visitante y la desconocida falta de puntería de los de Ancelotti. Con la importante ausencia de Isco, aparte de la de Modric, que ha dejado al equipo huérfano de brillantez, los blancos lo intentaron sobre todo por la banda derecha, con la proyección de Bale, que hizo sufrir mucho a Jonny, y con un Benzema que no renunció a bajar al medio campo cuando consideró que era preciso.
Reforzar la medular fue más que necesario para los madridistas, porque a pesar de que el aún inexperto Illarramendi cumplió y sacó el balón con claridad, buscando casi siempre a Cristiano en las contras, apenas hubo recuperación ante un conjunto vigués que tocaba con muchísima paciencia sin oposición de los blancos, que permitían llegar a los gallegos hasta casi el borde del área. Se encontraba así muy cómodo el Madrid, dejando jugar demasiado al rival y pensando en destrozar con alguna contra, con la capacidad de la que disponen los blancos para correr y matar. Sin embargo, después de que arriba Nolito y compañía fuesen incapaces de sorprender frente al muro liderado por Pepe y Sergio Ramos y de que el Madrid malograse al menos cuatro ocasiones, llegó la jugada fatídica en forma de penalti que hundió al Celta hasta el descanso, porque tras el intermedio, fue el conjunto de Berizzo el que dio un paso al frente para ser superior a un equipo blanco sin agresividad y sin el equilibrio que le gusta a Ancelotti. Pendiente sólo de las individualidades. Y por encima de todas, de Cristiano, que apareció de nuevo cuando su equipo más necesitaba a quien en la actualidad es el mejor futbolista del mundo y no deja de buscar récords goleadores.
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