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Amador Gómez
Domingo, 9 de noviembre 2014, 01:23
La entrega de la Real Sociedad, obligada a levantarse y a reaccionar a la espera de la llegada al banquillo del escocés David Moyes, frenó en Anoeta la racha del Atlético de Madrid, que tras cuatro victorias consecutivas en terreno donostiarra, y tres en la ... Liga, ni siquiera pudo sacar un empate, ya que los rojiblancos jugaron con uno menos durante toda la segunda parte, por expulsión de Siqueira, y acabaron pagando un error defensivo en la recta final. Cuando el campeón ya daba las gracias por el punto, y la Real, dada su situación y la necesidad de sumar en un momento tan delicado, también parecía conformarse con la igualada, llegó un despiste de marcaje en el área rojiblanca del que se aprovechó Agirretxe, con un cabezazo, para certificar su segunda victoria ante un grande, tras conseguirlo también contra el Real Madrid.
Fue un sorprendente triunfo de la Real labrado con carácter, porque el equipo donostiarra nada tuvo que ver con el hundido anímicamente y derrotado de antemano de anteriores jornadas. El peor rival, totalmente transformado, y en el peor momento, que se pudo encontrar un Atlético de Madrid que pagó jugar en inferioridad desde casi el inicio del segundo tiempo y no pudo aguantar ante el empuje y la fe de una Real que no dejó de morder en el centro del campo y desplegó todavía más intensidad que los rojiblancos. Al final jugó Griezmann, pero salió a falta de cinco minutos, cuando ya estaba certificada la derrota de un Atlético víctima de una Real que ganó, sobre todo, por actitud y sacrificio, con uno más. Y también, por un golazo de Carlos Vela, porque Miranda no estuvo atento en marcar a Agirretxe en la jugada de la victoria local.
Se quedó el Atlético con diez en el inicio de la segunda parte porque Siqueira se ganó dos amarillas en un par de minutos por un par de entradas merecedoras de amonestación, en un período en el que no hubo más que interrupciones y refriegas, después de una entretenida mitad en la que la Real respondió con una despliegue físico y táctico notable a un equipo rojiblanco que intentó jugar tras el golazo de Vela pero siempre falló en el último pase. Se adelantó el Atlético porque, a la primera que tuvo, tras un gran control y pase de Raúl García, Mandzukic, libre de marcaje, no perdonó, para continuar con su racha goleadora, aunque el croata falló después, a la hora de partido, una grandísima ocasión cuando su equipo se acababa de quedar con diez.
Todo se le había puesto de cara al Atlético con ese tempranero tanto en el que volvieron a fallar los centrales del conjunto donostiarra, pero la Real, consciente de que llegará un nuevo entrenador y de que con el interino Asier Santana debían reaccionar los jugadores con carácter y actitud, y no sólo para intentar salir del pozo, sino para intentar ganarse un sitio, no dejaron de presionar y tapar espacios, hasta que a Carlos Vela le salió un fantástico tanto con la zurda para poner la igualada. Poco después el mexicano cayó en el área víctima de una entrada de Godín, pero el árbitro no señaló el penalti reclamado por Anoeta y el Atlético no sólo sobrevivió a esa comprometida acción, sino que pasó a dominar, aunque frente a un rival agazapado atrás, se atascaba continuamente.
Las acciones a balón parado, el gran arma del campeón, tampoco le daban resultado al Atlético, y la Real se fue encontrando cada vez más cómoda, y a punto estuvo de remontar al filo del descanso tras un regalo de Miranda a Agirretxe, quien tras driblar a Moyá lanzó a puerta vacía, y cuando Anoeta cantaba el gol, vio cómo se lanzaba con todo Godín para salvar a los colchoneros, aunque el balón parecía ir fuera. Volvieron a respirar Simeone y los suyos en ese momento, con la esperanza de que los realistas no aguantasen tan alto ritmo en el segundo tiempo, pero poco después del descanso llegaron los dos derribos fatídicos de Siqueira que impidieron que el Atlético despegase. El duelo empezó entonces a trabarse, y desapareció el fútbol, con la Real incapaz entonces de aprovechar su superioridad ante un conjunto tan sólido y sacrificado como el Atlético, que cortaba de raíz cualquier ofensiva local y no permitía que el rival se acercase a las inmediaciones del área de Moyá. Mientras tanto, los de Simeone soñaban con un contragolpe que no llegó, y cuando ya casi pedían la hora, sucumbieron ante Agirretxe, a quien Miranda permitió que rematase solo.
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