Al Villarreal le falta una marcha

La apuesta por un cuerpo técnico de la casa –el entrenador de porteros continúa siendo Jesús Unanua, antiguo guardameta del equipo- refuerza la idea de buscar una reacción con la que recuperar la esencia del juego, estilo que desde la zona noble de la entidad reconocen haber perdido en los últimos tiempos. El deseo es resurgir y volver a ser en la actualidad un club reconocido continentalmente. Una etiqueta que se ha perdido, en parte, durante la irregular etapa en el banquillo de Fran Escribá.

Las esperanzas en el equipo con la llegada del nuevo técnico son máximas, como apuntaba Mario Gaspar en la previa de un partido muy importante para ellos, pues de conseguir el triunfo dejaría al Villarreal muy bien posicionado en el grupo. Buscando «una victoria que genere tranquilidad», los castellonenses, que siguen teniendo bastantes bajas por lesión, se encontrarán en Tel Aviv un cuadro del que asegura el zaguero apenas conocer «nada».

Un histórico, el Maccabi, que a día de hoy está en manos de capital canadiense y tiene en Jordi Cruyff al jefe de la nave. A pesar de superar tres fases previas, el cuadro israelí busca estabilidad en este inicio de temporada y comenzar a sumar sus primeros puntos en la Liga Europa tras caer en Praga frente al Slavia. Será la gran oportunidad del técnico holandés, que cuenta en sus filas con José Rodríguez, el que fuera mediocentro madridista y al que hizo debutar Jose Mourinho.

Otros viejos conocidos del fútbol español son el ex malaguista Filipenko y el defensa central Babin, que pasó por Alcorcón, Granada y Sporting, y actualmente se desempeña como cedido en el Maccabi por los gijoneses. Tras la dolorosísima derrota en Getafe y la sorprendente destitución de Escribá, el Villarreal busca enderezar el rumbo continental y seguir soñando con una Liga Europa de mucho nivel y al alcance de muy pocos.

Es un punto que sabe a poco para los españoles, un 0-0 que se antoja demasiado corto en Israel. A pesar de lo cerrado del choque y de que era de sobra conocida la dificultad de un Maccabi que, sin embargo, no vive sus mejores días en lo deportivo. Lo demostró cayendo derrotado ante el Slavia y en la segunda cita europea tampoco mostró su mejor cara. Pareció contagiarse el Villarreal, que un día más estuvo irreconocible, y no solo por el color rojo de la indumentaria que vestía en Israel. Aunque escasas, fueron suyas las mejores ocasiones en el debut de Javi Calleja como técnico del Villarreal, que tenía la opción de empezar con buen pie en la Liga Europa. No le tembló el pulso apostando de inicio por el canterano Ramiro Guerra en el centro del campo. Un uruguayo de solo 20 años que mostró buenas maneras y estuvo muy participativo durante los 90 minutos.

Una enorme pancarta en la que se podía leer «Mi corazón late por el amarillo y el azul» recibía a los jugadores al inicio del partido. Los aficionados del Maccabi, muy animosos durante todo el encuentro, respiran fútbol y pasión por los cuatro costados. Más allá de la calidad de su equipo, que en estos meses se ve obligado a jugar en la ciudad de Netanya por las obras de su propio estadio, y no vive sus mejores días. Impetuoso, empujado por sus seguidores y con destellos del británico Blackman, el más activo de los israelíes, durante el comienzo del choque el club de Tel Aviv marcó el ritmo de juego en un sello fiel de la escuela de su técnico, Jordi Cruyff.

Estuvo lejos de ser un encuentro en el que brillase el fútbol, aunque hubo tramos en los que el Villarreal lo intentó. Con Calleja desgañitándose en la banda, el equipo exprimió las pocas ideas que pareció tener en Israel y encerró al Maccabi, demostrando una gran superioridad con el balón en los pies. Incluso pudieron llevarse la victoria en las dos opciones más claras del encuentro, pero ni Trigueros, en una excelente intervención de Rajkovic, ni un voluntarioso Bacca pudieron conseguirlo.

Fue Samu Castillejo, uno de los mejores del Villarreal en este inicio de temporada, quien aportó algo de mordiente al ataque desde su salida a un terreno de juego que se encontraba en pésimas condiciones. A punto estuvo de abrir la lata cuando quedaban algo menos de 20 minutos con un disparo lejano que se encontró con el palo. La acción más interesante de una pírrica segunda mitad.

Este nuevo Villarreal de Calleja, con muy poco ritmo e inconstante durante los 90 minutos, fue incapaz de crear más peligro frente a un Maccabi que en los minutos finales se encerró en su propio campo. Toca trabajar, y mucho, para mejorar la imagen de un 'Submarino' que continúa en lo más alto del Grupo A, compartiendo liderato con el Slavia de Praga, pero que sigue muy lejos de la imagen que se espera.