Barça y United salen vivos de la locura del Camp Nou

«Es un partidazo entre dos equipos que llegan en el mejor momento de la temporada. Es un conjunto potente, con la línea defensiva muy fuerte y que nos puede complicar la eliminatoria. Queremos demostrar que estamos al nivel para competir en Europa», aseguró Xavi este miércoles en la rueda de prensa previa al partido de su equipo frente al United. El técnico de Tarrasa es consciente de la importancia de dar un golpe encima de la mesa en Europa, un terreno donde en las últimas temporadas los azulgranas no han parado de recibir varapalos.

Y es que ganar al United ante su público supondría para el Barcelona un nuevo empujón anímico en una temporada en la que las expectativas han ido in crescendo a medida que el equipo ha ido cosechando victorias. Para ello, Xavi tendrá que hacer frente a dos bajas capitales en el engranaje azulgrana. Ousmane Dembélé sigue fuera por una lesión en el recto anterior del muslo izquierdo, mientras que Busquets tampoco estará disponible por el esguince de tobillo que sufrió hace diez días ante el Sevilla. Estas ausencias condicionan el once. Kessié acompañará a De Jong en la parcela ancha y Raphinha será el socio de Lewandowski en la punta de lanza.

El Manchester United que visita el Camp Nou es un equipo que poco a poco y de la mano de Erik Ten Hag se ha ido reconstruyendo. Es tercero en la Premier League después de un mal arranque y ha empezado a ver como jugadores de la talla de Rashford o Garnacho han ido floreciendo junto a veteranos como Varane, Casemiro o Bruno Fernandes. Esa mezcla de veteranía y juventud hace temible a un grupo que ha aterrizado en Barcelona, eso sí, plagado de bajas. No estarán por lesión Donny van de Beek, Eriksen, McTomminay y Anthony Martial, mientras que tampoco podrán jugar por sanción Lisandro Martínez y Sabitzer.

Barcelona y Manchester United empataron este jueves a dos en un partido vibrante que no fue de Champions League, pero que lo pareció. El Camp Nou acogió un duelo loco, que fue de menos a más y que en la segunda parte llegó a tener a los culés en la cornisa y al Manchester United contra las cuerdas en cuestión de minutos. Los goles de Marcos Alonso y Raphinha equilibraron los de Rashford y Koundé en propia puerta y dejaron la eliminatoria abierta para lo que pueda pasar en Old Trafford, allí donde el Barça espera volver a ser feliz en Europa.

El partido comenzó con desconcierto total para el Barcelona. El plan de Xavi saltó por los aires en apenas unos segundos, el tiempo que tardaron los jugadores del Manchester United en colocarse sobre el inmaculado césped del Camp Nou. Ten Hag sorprendió a todos con Rashford en la posición de falso 9, Weghorst en la medular y Bruno Fernandes como interior, un planteamiento que cogió con el pie cambiado a un Barça que cuando se quiso dar cuenta ya llevaba tres sustos en el cuerpo con centros laterales que sobrevolaron el área de Ter Stegen.

Ese arreón inicial no lo supo leer un conjunto que no consiguió reponerse en toda la primera mitad, incapaz de hacerse con el control del choque pese al 4-4-2 con el que Xavi pretendía ganar la medular gracias a la presencia de Kessié, Frenkie De Jong, Pedri y Gavi.

Ese dibujo no funcionó en esta ocasión y el Barça estuvo a merced del United durante varios intervalos de la primera mitad. Los de Xavi se sintieron ahogados por la presión en campo contrario de su rival y perdieron varios balones en la salida desde atrás que hubieran supuesto un disgusto mayor si Ter Stegen no hubiera intervenido en sendos mano a mano frente a Weghorst y Rahsford y también ante un cabezazo de Casemiro en un balón parado. El meta alemán salvó a los culés en su peor momento y sostuvo a un equipo que todavía tendría que sobrellevar otro contratiempo más antes del descanso después de que Pedri tuviera que dejar su sitio a Sergi Roberto por problemas musculares en el cuádriceps.

Tras la reanudación, el Barça decidió ser partícipe del vértigo propuesto por el United y el duelo entró en un intercambio de golpes que pudo caer para cualquiera de los dos lados. Sin Pedri, los culés prescindieron del juego posicional, fiaron su ataque a las internadas de Jordi Alba por el carril izquierdo y de Raphinha, muy participativo, por el derecho. El cambio de estrategia sirvió para desatascar el partido, pero también para dar alas a un rival que tenía infinidad de recursos para hacer daño. El primero en golpear, no obstante, fue Marcos Alonso con un cabezazo en un saque de esquina que hubiera firmado perfectamente su malogrado padre, al que dedicó su tanto entre lágrimas.

Esa alegría fue efímera. El United ya había encontrado la manera de herir al Barça y lo iba a hacer con dos dentelladas propias de un equipo grande. El primer mordisco se lo llevaron los de Xavi en un balón de Fred al espacio que Rashford culminó al primer palo para sorpresa de un Ter Stegen que pudo hacer más. Ahí comenzó el show del 10 mancuniano, que apenas seis minutos después burló la vigilancia de Raphinha, ganó la línea de fondo, y puso un centro envenenado que Jules Koundé terminó por introducir en su propia portería.

El Barça estaba herido y recordaba viejos fantasmas, pero tenía media hora para demostrar que el nuevo proyecto tiene visos de ser diferente. Xavi introdujo a Christensen, Balde y Ansu Fati, tres cambios que revitalizaron al equipo, sacaron el orgullo culé y posibilitaron el empate en la recta final después de que Raphinha, el mejor culé del choque aunque acabó sustituido y muy enfadado, enviara un centro que no encontró cabeceador y sorprendió a De Gea. Fue el último gol de una segunda parte de locura que tendrá su continuación en Old Trafford, con todo por decidir.