luis f. gago
Jueves, 23 de abril 2015, 00:15
Dicen los más viejos del Sevilla, aquellos que vivieron 60 años sin ver un título hasta que llegó la mágica temporada 2005-06, que tras el gol de Antonio Puerta un jueves de Feria ante el Schalke 04 ya nada fue lo mismo. No importaba ... si después en la final que llegó contra el Boro, o en las siguientes ante Espanyol y Benfica, se perdiera o ganara. Aquel tanto, en el año del centenario sevillista, en plena semana grande hispalense, por ser el jugador canterano que fue y llegaría a ser después Puerta, el tiempo y el espacio cambiaron en la órbita rojiblanca. Todo fue distinto, aunque pareciera que era igual.
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Por ese motivo cuando este jueves frente al Zenit el Sevilla volvía a jugarse una eliminatoria, mientras en el Real de la Feria de Abril se bailaba por sevillanas, en Rusia nadie pensaba en lo malo que pudiera ocurrir en el caso de perder. Si se terminaba cayendo, la tristeza duraría horas, quizá un día más. Si se ganaba, simplemente era un paso pequeño hacia otro posible título. De esta forma afronta ahora la Europa League el aficionado medio sevillista. Y así lo hizo contra el líder de la liga rusa.
Sobre todo al ver las nuevas probaturas de Unai Emery en plena vuelta de unos cuartos de final. Puso a Beto en la portería pese a que llevaba dos meses sin competir, quitando al cada vez menos novato Sergio Rico, más que cumplidor en este tiempo. Decidió apostar el vasco por un doble pivote muy defensivo con Krychowiak y Mbia para evitar las acometidas del Zenit, que recuperaba a cuatro titulares, entre ellos Hulk, que no estuvieron en el Pizjuán. Otra forma de verlo era que en un partido donde la aguanieve y el frío fueron más protagonistas que los propios jugadores, las condiciones metereológicas no favorecían a unos hombres acostumbrados al calor del sur mediterráneo.
Lo cierto es que no pudo empezar mejor el partido para el Sevilla. El colegiado del encuentro, Rizzoli, decidió unirse a la fiesta sevillana en el exilio señalando un inexistente penalti de Neto sobre Vitolo, que acabaría convirtiendo Bacca. Solo seis minutos tardaron los sevillistas en poner el choque a su antojo. Pero no todo fueron buenas noticias en el inicio. Pareja se lesionó en una acción fortuita de su rodilla lesionada hace un año. Malo para el defensa, que es líder desde atrás, y peor para el Sevilla que pierde un referente clave.
Con el cuerpo entrecortado por la lesión del argentino, los sevillistas vivieron un acoso y derribo constante del Zenit. Tardaron los sevillanos toda una primera mitad en sacudirse la presión rival y empezar a entender que se jugaban, con Pareja o sin él, unas semifinales de la UEFA. Fue el tiempo que tardó Bacca en disparar a puerta vacía para que Smólnikov salvara en el último momento y acabar relamiéndose por no ampliar el marcador.
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Con el disparo de Danny al palo un segundo antes del pitido del árbitro, Emery se marchó con sabor agridulce. No sabía exactamente cómo afrontar la segunda mitad. Decidió el guipuzcoano dejar todo como estaba, incluida la portería. Un error fatal la decisión de poner a Beto, toda vez que nada más reanudarse el duelo, el portugués cometió un grave fallo al no atajar un balón fácil y ponerle en bandeja a Rondón el empate.
A un gol de forzar la prórroga, de nuevo el cancerbero sevillista quiso darle el 2-1 a su contrincante para darle más emoción a lo deportivo. No consiguió parar un disparo de Hulk desde fuera del área. Nuevo fallo de un portero que nunca debió vestir la camiseta de titular. Emery movió el banquillo sacando a Gemeiro por un desgastado Bacca, que ya es el extranjero con más goles en el Sevilla desde Kanouté. Palabras mayores. Algo más que palabras tuvo el Zenit tras el tanto, que no querían irse a dormir tarde a casa. El Sevilla, totalmente noqueado, estaba más fuera que dentro de las semifinales.
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Pero surgió la estrella que siempre aparece en los momentos claves. Kevin Gameiro, un francés internacional que vive de los goles desde la suplencia, dio la puntilla un minuto después de que Mbia salvara bajo palos el tercer tanto del Zenit. El galo marcó en un gran contragolpe para empatar y pasar a la siguiente ronda. Semifinales. Una palabra que hace 60 años sonaba a utopía para un sevillista. Ahora es un paseo por la Feria mientras oye castañuelas y taconeo.
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