Rodrygo lidera una victoria envenenada del Real Madrid

El Real Madrid cerró su participación en la fase de liga de la Champions logrando este miércoles una victoria en tierras bretonas que resultó, con todo, insuficiente y puede que hasta envenenada para sus intereses. Un doblete de Rodrygo, el segundo consecutivo que factura el enrachado atacante brasileño en la máxima competición continental, y otro gol de Bellingham sirvieron para que el conjunto de Carlo Ancelotti cumplimentase al menos una parte de la ecuación que estaba en sus manos para acceder directamente a la ronda de octavos en una noche no apta para cardíacos. Sin embargo, a los blancos les fallaron algunos de los factores externos que resultaban imprescindibles para que se consumase la carambola a la que se encomendaban y quedan condenados a pasar por la repesca.

Les tocará jugarse el tipo en el 'playoff' de dieciseisavos, una reválida en la que puede caerles en suerte un coco, el City, o una bicoca, el Celtic, pero que, en cualquier caso, les obligará a aplicarse con denuedo. Y es que, como bien resaltó Courtois en la previa, debían haber hincado mucho antes los codos, en lugar de mostrar el espíritu de un alumno perezoso que deja los deberes para última hora y encima quiere salir airoso a base de ayudas ajenas.

No hubo milagro para el Real Madrid, que se llevó en cualquier caso la satisfacción de cumplir con su trabajo de forma decorosa en un encuentro en el que el Brest volvió a demostrar el carácter rebelde que le ha convertido en una de las grandes sorpresas de la Champions. Peleó con gallardía, tuteó al quince veces rey de Europa y llegará con la cabeza muy alta al 'playoff' de dieciseisavos tras otra noche de ilusión en el exilio de Guingamp en la que la parroquia bretona tuvo ocasión de evidenciar su sapiencia futbolística despidiendo con honores máximos a Modric, vio cómo su equipo lograba contener las embestidas de un Mbappé que les hizo muchísimo daño cuando vestía la elástica del PSG y disfrutó con las acometidas de los piratas sobre el área de Courtois, cuya actuación resultó vital para lograr que el Real Madrid firmase su primera portería a cero en esta Champions en la que sigue vivito y coleando, pese a un comienzo negro.

Refrescó Ancelotti los laterales respecto al duelo liguero del pasado sábado en Valladolid y devolvió la manija a Modric en un centro del campo que debía imponer su jerarquía ante uno de los mejores ladrones de balones de la Champions. Precisaba el Real Madrid una sala de máquinas bien engrasada a fin de activar una tormenta ofensiva, dado que lograr un buen saco de goles era condición 'sine qua non' para que los blancos conservasen sus opciones de colarse en la 'foto finish' de los elegidos.

Sin embargo, quien aguardase una guerra relámpago por parte del bando visitante quedó contrariado enseguida. Y es que, lejos de ofrecer la soldadesca de Ancelotti esa energética puesta en escena que cabía pensar, fue el Brest el que enseñó primero los colmillos tras un neblinoso inicio de un pleito que comenzó con cinco minutos de retraso a causa de las malditas bengalas.

Amenazaron con un par de dentelladas los futbolistas del Brest, que más que piratas parecían pirañas. Suficiente para que el Real Madrid se sacudiese la galbana. Abrió las fauces Rodrygo rematando de cabeza un gran centro de Lucas Vázquez. Salvó Bizot la primera descarga del Rayo procedente de Osasco, pero nada pudo hacer ante el siguiente relámpago. Apuntó el paulista a la tronera y cruzó de forma inapelable desde el pico del área con la zurda para descerrajar al que fuera canterano del Ajax.

Trató de reponerse el Brest, sacrificado en defensa y corajudo en ataque. Baldé rozó el empate con una volea soberbia, pero ligeramente desviada. Para encauzar tamaño disparo se necesitaban las artes de un prestidigitador como Zinedine Zidane. Y si no que se lo pregunten a Éric Roy, técnico del Brest que fue compañero de pupitre de ZZ. Probó fortuna también Magnetti con un centro chut que acechó la escuadra de Courtois mientras el belga, que vio satisfechas sus plegarias, cruzaba los dedos.

Aunque el Brest no estaba dispuesto a ser una víctima propiciatoria, el Real Madrid necesitaba hacer sangre porque las noticias que llegaban del resto de Europa le otorgaban por momentos esperanzas de llevarse incluso el premio gordo. Mbappé marró un mano a mano con Bizot justo antes de que un fuera de juego milimétrico impidiese que Ajorque anotase el empate. Elevó entonces la apuesta Bellingham, que aprovechó una maniobra de diversión de Mbappé para embocar a la red el pase de Lucas Vázquez.

Buscó tomar aire el Brest con la entrada de Lees-Melou, su futbolista de mayor talla, y amagaron con recortar distancias los franceses con un disparo fabuloso de Lala, desviado por Courtois con una parada igualmente extraordinaria. Pudo aumentar la brecha Rodrygo con un gol de bandera tras un culebreo asombroso y acabó firmando el tercero poco después el brasileño aprovechando un rechace de Bizot tras un remate de Mbappé, pero no hubo milagro que valiese para un equipo que quedará emparejado en dieciseisavos con City o Celtic.

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