El Real Madrid se pega un tiro ante el Sheriff

Baste recordar los sonados tropiezos que protagonizó el Real Madrid ante oponentes de escaso pedigrí continental en las tres últimas campañas dentro de su competición fetiche para poner en alerta al bloque que comanda Carlo Ancelotti. En la temporada 2018-19, los blancos sucumbieron frente al CSKA de Moscú tanto a domicilio como en casa (1-0 en el Luzhniki y 0-3 en el Bernabéu), el siguiente curso firmaron unas tablas agónicas con el Brujas en el coliseo del Paseo de la Castellana -Casemiro puso el definitivo 2-2 en el minuto 85 de un encuentro en el que el anfitrión alcanzó el descanso perdiendo por 2-0- y en la siguiente temporada fue el Shakhtar Donetsk quien puso contra las cuerdas al favorito asaltando primero el Alfredo Di Stéfano (2-3) y colocando después a Zinedine Zidane al borde de la destitución con su triunfo en el Olímpico de Kiev por 2-0.

Los precedentes, por tanto, aconsejan al Real Madrid cautela a la hora de recibir a la escuadra de Transnistria, una autoproclamada república prorrusa situada en la frontera oriental de Moldavia con Ucrania cuya independencia no está reconocida internacionalmente.

Equipo hegemónico de la modesta Divizia Nationala moldava, que ha conquistado en 19 de las 21 ediciones en las que ha participado a lo largo de su corta existencia, el Sheriff Tiraspol accedió este año por primera vez a la fase de grupos de la Champions tras desembarazarse del Teuta de Albania, el Alashkert de Armenia y el Estrella Roja de Serbia en las tres rondas previas de clasificación, antes de dar la campanada en los 'play-offs' superando al Dínamo de Zagreb.

No contento con ello, el cuadro que dirige el técnico ucraniano Yuriy Vernydub protagonizó otra sorpresa al imponerse por 2-0 al Shakhtar en su estreno en la máxima competición continental. Un resultado que le permite visitar el Bernabéu como líder del grupo, aunque igualado a puntos con el Real Madrid, que ganó en la primera jornada al Inter en San Siro con un gol de Rodrygo sobre la bocina.

Su superioridad en el campeonato moldavo es tan abrumadora que Vernydub se permitió el lujo de prescindir de varios de sus titulares el pasado fin de semana y aun así apabulló al Dinamo-Auto por 0-7 en el derbi de Tiraspol. Todas sus fuerzas estaban enfocadas en el Bernabéu, un escaparate de postín para una plantilla apuntalada sobre una interesante mezcolanza de futbolistas sudamericanos y africanos que capitanea el colombiano Frank Castañeda y tiene en el maliense Adama Traoré –nada que ver con el internacional español del Wolverhampton- a su principal estilete. «Es un equipo bien organizado, rápido. Tenemos que poner máxima concentración», advirtió Ancelotti.

El templo de Chamartín volverá a emocionarse con la música de la Champions diecinueve meses después de que sus acordes sonasen allí por última vez antes del pulso, correspondiente a la ida de octavos de final del curso 2019-20, que midió al Real Madrid con el Manchester City. Los blancos cayeron aquel día por 1-2. Esa temporada la parroquia merengue solo vio vencer a su equipo en feudo propio contra el Galatasaray. En la anterior se dio un homenaje contra la Roma, pero sufrió ante el Viktoria Pilsen y resultó humillada por el CSKA y el Ajax. De hecho, los dueños del recinto apenas han ganado cinco de sus doce últimos encuentros europeos en casa.

Cambiar esa dinámica es el objetivo de Ancelotti, que aspira a levantar su cuarta 'orejona' como entrenador, algo que nadie ha logrado antes. El italiano vio frenada el sábado la racha de cinco victorias consecutivas de sus pupilos por el Villarreal, que arrancó un empate que penalizó la desorganizada presión del Real Madrid y dejó sin marcar a los blancos por primera vez este curso. Para volver a la buena senda, se encomendará de nuevo a Benzema y Vinicius. Hazard vuelve al once.

El miedo escénico, que tantas víctimas se cobró en el pasado entre quienes visitaban el Santiago Bernabéu en competición europea, se ha vuelto contra su dueño de un tiempo a esta parte. Pisar el feudo del Paseo de la Castellana en su torneo fetiche se ha convertido ahora en un auténtico tormento para el trece veces campeón del continente. Así lo descubren sus números. Solo cinco victorias en las trece últimas citas en su otrora fortín evidencian que tiene un problema de los gordos. Hasta el modesto Sheriff de la desconocida liga moldava logró asaltarlo la noche en que el coliseo merengue volvió a escuchar la música de la Champions 580 días después. Se le subió a las barbas como en campañas anteriores hicieran el CSKA, el Brujas o el Shakhtar. Y se llevó la victoria con oficio, desparpajo y las necesarias dosis de suerte. Hazaña histórica para unos e histórico bochorno para otros.

Un golazo de Thill cuando el Real Madrid pugnaba por la remontada redondeó un resultado que dará la vuelta al mundo. Por el calibre del derrotado y, sobre todo, por la osadía del triunfador, un equipo que ya tocó el cielo entrando por primera vez en la fase de grupos y que, no contento con ello, lidera con pleno de puntos en las dos primeras jornadas un grupo que parecía hecho para que los blancos campasen a sus anchas, más allá de la amenaza del Inter. La escuadra italiana tampoco termina de despegar y dio oxígeno al conjunto de Carlo Ancelotti empatando frente al Shakhtar en Ucrania. Menos mal, porque de otro modo la situación empezaría a adquirir tintes dramáticos.

La diferencia de calidad entre los oponentes era abismal, pero el Sheriff demostró que en el fútbol no hay nada que se pueda dar por sentado con un alarde de gallardía. Plantó la defensa bastante adelantada y complicó desde el primer momento al Real Madrid. Su hoja de ruta pasaba por pillarle desprevenido a la contra y dio la estocada pronto, con un centro de Cristiano desde la izquierda para que Yakhshiboev cabecease a placer. Ni en sus mejores sueños podía haber cavilado un mejor guion. El gol hizo saltar todas las alarmas en el Bernabéu. Y otro despiste, en este caso de Courtois, colocó al respetable merengue al borde del soponcio. A Yakhshiboev se le fue el disparo por un pelo, pero el aviso era de los serios.

Tocado en su orgullo, y tras minutos en los que fue un manojo de nervios, el Real Madrid reaccionó por fin con furia. Vinicius, Nacho, Benzema, Hazard y Casemiro encabezaron el asedio, pero entre la falta de puntería y las buenas respuestas de Athanasiadis, el Sheriff logró irse al descanso con ventaja. Asombroso.

Ancelotti mantuvo los cromos tras el paso por la caseta, pero comenzó a sacudir el avispero por si había que acudir a urgencias. Su equipo redobló el ímpetu frente a un Sheriff acantonado pero que salía con fuego en cuanto tenía un resquicio. Al Madrid comenzaban a poderle las prisas. Los centros laterales no son precisamente el mejor de sus recursos, pero a ellos acudió con demasiada frecuencia.

Contra esa vía se revolvían Vinicius y Hazard, empeñados en proponer por dentro. El belga trata de recuperar el terreno perdido a sus 30 primaveras. El brasileño lidera con fe infinita y arrojo a sus 21 años. Una incursión de este último sacó al Real Madrid del hoyo. Addo no tuvo más remedio que derribarle en el área. Benzema ajustició a la escuadra desde los once metros para superar a Raúl y colocarse, con 72, como el cuarto máximo goleador histórico de la Champions en solitario.

Tuvo Vinicius el segundo a pase de Camavinga, pero Athanasiadis respondió con bravura, la misma que le permitió salvar con la cara un remate a quemarropa de Modric poco después. Para entonces Ancelotti ya había prescindido de los laterales para poner toda la artillería sobre el verde. Con Rodrygo, Jovic, Modric y el recuperado Kroos sumando fuerzas con Benzema y Vinicius, el Real Madrid mantuvo el zafarrancho de combate. Pero perdonó y lo pagó. Thill cazó un balón al borde del área y lo puso en la red. Otro desastre que pasará a los anales.