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La Liga de Campeones se ha convertido en un muro infranqueable para el PSG. La eliminación sufrida el miércoles en octavos de final de la máxima competición continental a manos del Bayern de Múnich vuelve a hacer tambalearse un proyecto que no ha reparado ... en gastos a lo largo de las últimas temporadas con el firme propósito de reinar en Europa pero que, lejos de alcanzar dicho objetivo, colecciona estrepitosos fracasos en el Viejo Continente que ponen otra vez en cuestión el futuro de sus principales estrellas, con Mbappé, Messi y Neymar a la cabeza.
Desde que Qatar Sports Investments (QSI) tomase el control a finales de mayo de 2011, el club parisino ha invertido 1.590 millones de euros en fichajes con la intención de erigirse en referente del fútbol mundial. Sin embargo, en las doce temporadas que han transcurrido desde aquel desembarco, el PSG ha sido incapaz de asaltar el cielo.
Cinco eliminaciones en octavos de final, otras cuatro en cuartos, una semifinal y una final, perdida precisamente frente al Bayern de Múnich en 2020, jalonan la andadura en la Champions del equipo francés bajo propiedad catarí, que concibió la compra de una entidad que no formaba parte de la aristocracia europea como trampolín para internacionalizar y blanquear la imagen del pequeño emirato del Golfo Pérsico, pero que ahora sopesa aterrizar en otros mercados más suculentos mientras calibra los siguientes pasos a dar con una empresa que sigue haciendo aguas.
Los medios franceses se cebaban este jueves con un equipo que no encuentra el rumbo para codearse con los patricios del balompié. Especialmente taxativo se mostraba L'Équipe, que hacía un juego de palabras con las siglas del club en su titular de portada y apuntaba a los astros tutelados por Christophe Galtier: «París Sin Genios».
«Suena a sentencia de muerte de una ilusión. Al PSG le faltó alma», profundizaba el rotativo deportivo galo de referencia en un duro editorial en el que cargaba las tintas sobre el pobre bagaje competitivo, en contraposición al dispendio económico necesario para sufragar la segunda plantilla más cara del planeta. «No hay razón para que los mejores jugadores del mundo vengan a París por otra cosa que no sea un mejor contrato que en otro lugar», remachaba un diario que lamentaba la falta de visión en los despachos a la hora de ensamblar un bloque de primer nivel que no aprende de los errores del pasado.
El principal señalado, como suele ser habitual en estos casos, es el técnico. Christophe Galtier está en el alambre tras la debacle en Múnich. Nasser Al-Khelaïfi le aceptó a regañadientes el pasado verano después de que Zinedine Zidane no picase el anzuelo y ahora medita dar un volantazo para calmar las aguas. Sobrevuela el nombre de Thomas Tuchel, que manejó el timón parisino desde el verano de 2018 hasta enero de 2021, para proclamarse campeón de Europa con el Chelsea tan solo cuatro meses después de abandonar el Parque de los Príncipes.
También arriesga la cabeza Luis Campos, el director deportivo que reclutó Al-Khelaïfi dentro de la estrategia para retener a Mbappé pero cuyas maniobras en el mercado de fichajes no satisfacen a la cúpula, pese a que el luso tiene las manos atadas por el disparatado coste salarial de la plantilla. La derrota en el Allianz Arena puso el foco sobre el escaso fondo de armario de un equipo que tiene más generales que soldados y al que le falta cayo, capacidad de sacrificio y carácter.
Tampoco salen indemnes Mbappé, Messi y Neymar. El paulista, lesionado en el tobillo derecho, está en la rampa de salida pese a que tiene contrato hasta 2027, pero su elevado salario –alrededor de 36 millones de euros anuales- y un largo historial de lesiones suponen un considerable obstáculo a la hora de encontrar postor. Por su parte, el argentino tenía prácticamente apalabrada su continuidad, pero la nueva debacle en la Champions puede cambiar las prioridades del club.
No sucede lo mismo en el caso de Mbappé, buque insignia del proyecto al que el PSG no dejará ir al menos hasta 2024, cuando el crack de Bondy puede hacer uso de esa válvula de escape que introdujo en el contrato que firmó el pasado verano por dos campañas más otra opcional. «Lo único que me importa esta temporada es ganar la liga y después veremos», indicó el crack tras la derrota de su equipo en Múnich. Un mensaje enigmático que abre de nuevo el melón de las especulaciones, si bien conviene recordar que la jaula de oro en la que habita está sellada con múltiples candados de acero reforzado.
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