El Real Madrid logró un sufrido aunque valioso empate este martes en Múnich (2-2) que deja el pase a la final de la Champions a expensas de lo que suceda el próximo miércoles en el Santiago Bernabéu. Vinicius, autor de los dos goles ... del cuadro visitante, fue designado como MVP de un choque en el que el brasileño volvió a vestirse de Cristiano Ronaldo. Pero, para que el equipo de Carlo Ancelotti saliese vivo del infierno bávaro, tan importante o más que la pegada del '7' resultó la actuación de Toni Kroos.
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Después de quince minutos de asedio incesante por parte de la escuadra de Thomas Tuchel, el metrónomo de Greifswald asumió el mando del partido tirando de galones, entregó una descomunal asistencia que Vinicius recogió para poner por delante a su equipo y clavó otro puñal en el corazón de un Bayern que diez años atrás minusvaloró su inmenso genio, haciéndole con ello al Real Madrid uno de los mayores regalos en la historia del fútbol.
Dice el refranero que no hay peor cuña que la del mismo palo. Eso mismo debió pensar el Bayern tras asistir a otro recital del futbolista al que Karl-Heinz Rummenigge, por entonces presidente del coloso germano, rechazó pagar en 2014 los mismos diez millones de euros anuales que percibía Mario Götze, argumentando que Kroos «no era un jugador de clase mundial». El centrocampista nacido en la antigua Alemania del Este, que finalizaba contrato el verano siguiente y tenía al Manchester City y al Manchester United llamando a su puerta, decidió hacer las maletas al sentirse menospreciado y el Real Madrid le echó el lazo a cambio de 25 millones de euros que, 460 partidos y 21 títulos con la elástica blanca después, resultan una bagatela.
Kroos ha dejado una gigantesca impronta en la segunda edad de oro del Real Madrid en Europa, que resultaría incomprensible sin la docta guía aplicada por el teutón y por Modric en la sala de máquinas. Pero mientras la estrella del balcánico parece declinar, la del '8', cuatro años más joven que su compañero, conserva intacto el fulgor de sus mejores días. Volvió a ponerse de manifiesto el martes con un descollante ejercicio de autoridad en el estadio que le jaleó durante seis temporadas, interrumpidas por una exitosa cesión al Bayer Leverkusen.
Tras un inicio torrencial por parte del Bayern, Kroos reclamó el foco incrustándose entre los centrales y lateralizando su posición para poner fin a la emboscada muniquesa. Sacó la partitura y empezó a interpretar otra sinfonía mágica. Aportó oxígeno a un Real Madrid hasta entonces asfixiado y abrió en canal a la retaguardia local con un pase milimétrico de 20 metros a Vinicius que el fluminense transformó en el 0-1. «Es mucho crédito para Vini, es él quien me ofrece hacer el pase con su movimiento», dijo una vez concluido el pleito. Una afirmación humilde que no engaña a nadie. Solo Kroos podía concebir y materializar un servicio de tan singular belleza.
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Los registros del partido acreditan la formidable actuación de Kroos en el Allianz Arena. Completó 79 de los 82 pases que intentó (96%), ganó cuatro duelos, ejecutó 15 pases de ruptura en la primera mitad, al menos diez más que cualquier otro jugador sobre el césped en ese mismo intervalo, e incluso rozó el tanto con un extraordinario disparo en la segunda parte que sacó Neuer a mano cambiada.
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Nada nuevo bajo el sol. El exquisito toque de Kroos mantiene intacta su vigencia y desafía a los profetas que preconizan la desaparición de los jugadores de su especie en un fútbol cada vez más dependiente del músculo. A sus 34 años, el germano no necesita hacer alardes de exuberancia física porque la pelota le corre como a nadie. De ahí que lidere el ranking de pases realizados en la presente edición de la Champions (696) y encabece también el apartado de acierto en dichas entregas con un porcentaje exitoso del 95,7%. «Hay que estar concentrado para esos balones, Toni lo hace fácil y me ha regalado este gol, nos conocemos bien», aplaudió Vinicius, destinatario recurrente de los obsequios que envuelve Kroos con su borceguí de seda.
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No es de extrañar, por lo tanto, que en el vestuario y en los despachos del Real Madrid crucen los dedos a la espera de que Kroos despeje la incertidumbre que rodea a su futuro. El de Greifswald siempre ha dejado claro que su deseo es retirarse mientras siga en todo lo alto. Las señales parecen positivas. Ha regresado a la selección alemana con el propósito de liderar a la 'Mannschaft' en la Eurocopa de la que será anfitrión el combinado que dirige Julian Nagelsmann y continúa siendo uno de los pretorianos de Ancelotti.
Ha participado en 43 de los 48 partidos que ha disputado el Real Madrid en lo que va de curso, 31 de ellos como titular, marcando un gol y repartiendo ocho asistencias. Y aunque volvió a mostrarse esquivo al respecto en el Allianz -«No he decidido. Quiero ganar lo máximo esta temporada y no pienso en el futuro», atajó-, Rodrygo salió al paso para resumir el clamor del madridismo. «Siempre le decimos que siga jugando. No uno, muchos años más», proclamó el paulista.
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