Las claves de un Real Madrid que pone cerco a la Decimoquinta

La clave más determinante para que el Real Madrid haya llegado hasta aquí hay que buscarla en el banquillo. Mientras otros técnicos mueren con sus ideas, Ancelotti hace del pragmatismo un arte. No hay entrenador que posea una mayor capacidad de adaptación a todo tipo de escenarios que el viejo zorro de Reggiolo. Dispone de un surtido abanico de recursos y sus equipos están revestidos de un carácter camaleónico que les hace más peligrosos. Donde otros envidan con un sistema fijo que mantienen contra viento y marea, el transalpino no tiene reparos en adaptarlo para potenciar las virtudes de sus jugadores.

De ahí que, después de enarcar la ceja cuando supo que el club no ficharía al ariete que solicitó tras consumarse la marcha de Benzema al fútbol saudí, cogiese la libreta para reconfigurar sus piezas mutando el 4-3-3 en un 4-4-2 conformado a partir de un rombo mentiroso y sometido a permanentes ajustes para que todas las piezas encajen. Tampoco tuvo remilgos en que su equipo ofreciese una versión puramente reactiva en el Etihad pese a la naturaleza ofensiva que exige la historia del Real Madrid. «Había una sola manera de salir vivo de aquí», aseveró sin miramientos.

El Real Madrid está a diez partidos de certificar el que sería el quinto doblete Liga-Champions en sus 122 años de historia, con el añadido de la Supercopa de España ganada al Barça el pasado mes de enero. Algo que no se explicaría sin la tremenda solidaridad y sacrificio de un plantel repleto de estrellas. Todos reman a una y esa es una de las principales razones que han catapultado a un vestuario en el que hasta los mariscales bajan al barro. Pudo comprobarse una vez más en el Etihad, donde Bellingham o Vinicius se fajaron en labores de intendencia con la entrega propia del soldado más humilde y acabaron derrengados. También Camavinga, Valverde o Carvajal, purasangres que culminaron desfondados un partido de una exigencia brutal, pero con el orgullo del deber cumplido.

El Real Madrid ha encajado 41 goles en los 45 partidos oficiales disputados en lo que va de curso, un promedio de 0,91 por encuentro que acredita su disciplina atrás. «A nivel defensivo el equipo ha estado espectacular», presumió Ancelotti tras doblegar al City en la tanda de penaltis. El preparador de Reggiolo había estudiado meticulosamente la manera de contrarrestar al cuadro 'sky blue', tomando como referencia el empate que logró el Arsenal hace unas semanas. Y aunque el City atacó al Real Madrid por tierra, mar y aire (34 remates, 11 de ellos a puerta), los blancos salieron casi indemnes. Buena parte del mérito cabe atribuírselo a Lunin, quien desquició a los fabulosos francotiradores de Guardiola con un recital de solvencia bajo palos.

«Esta competición es muy especial para nosotros y sacamos siempre algo que nadie piensa que podemos sacar. Todo el mundo nos daba por muertos y aquí seguimos», proclamó Ancelotti después de que su equipo materializase otro regicidio. En las seis ocasiones en las que los blancos se han medido al vigente campeón de Europa bajo el actual formato de la Champions siempre le han dejado en la cuneta. El conjunto de Chamartín conoce como nadie los resortes del torneo y siempre sabe mantenerse en pie. De ahí que lleve 33 semifinales en las 69 ediciones disputadas, siendo esta la duodécima ocasión que se cuela entre los cuatro mejores desde 2011.

Hay que tener una moral a prueba de bombas para no inmutarse cuando se enumeran los registros demoledores con los que el City comparecía a la riña del miércoles: 30 partidos y casi seis años sin perder en su estadio dentro de la máxima competición continental, 41 encuentros sin ver profanado el Etihad en cualquier torneo, nueve eliminatorias de nueve superadas cuando cosechó un empate fuera de casa en la ida… «La estadística está para romperla», replicó Ancelotti cuando le soltaron ese torrente de datos. «No sé quién es el favorito, pero sí que somos el Real Madrid», acotó Bellingham en la previa de un choque resuelto en una tanda de penaltis en la que la fortaleza mental volvió a ser decisiva, con los veteranos asumiendo la responsabilidad y Lunin erigiéndose en héroe.

El Real Madrid perdió el pasado 10 de agosto a su portero estrella (Courtois), dos días después se quedó sin su defensor de mayor jerarquía (Militao) y en diciembre vio cómo también caía en combate su otro central titular (Alaba). Sin sus principales bastiones en la retaguardia y privado también de un ariete de campanillas, los blancos han vuelto a hacer gala de una capacidad de adaptación y lucha sin parangón para presentarse en semifinales de la Champions y tener la posibilidad de sentenciar el alirón liguero este domingo en el clásico. Para ello ha sido fundamental la humildad de veteranos como Nacho, Modric, Carvajal, Lucas Vázquez o Kroos, así como el deseo de aprender y la ausencia de egos por parte de jóvenes tan entregados a la causa como Bellingham, Camavinga, Valverde, Rodrygo o Vinicius.

Ni Lunin ni Rüdiger partían a inicios de curso como titulares, pero ambos salieron encumbrados del Etihad. El ucraniano, al que Ancelotti no veía capacitado para cubrir la ausencia de Courtois cuando el belga cayó lesionado, se ha ganado la admiración de todos con un ejercicio de profesionalidad intachable y un puñado de actuaciones inolvidables que tuvieron su culmen en el Etihad. La sobriedad con la que afrontó la tanda de penaltis tras multiplicarse para frenar las continuas acometidas del City habla de un cancerbero espectacular que ha sabido dar un paso al frente al igual que Rüdiger, uno de los mejores centrales del mundo y un líder tan excéntrico como poderoso.