Ancelotti abraza el vértigo agarrado a un muro

«Estamos todavía intentando buscar nuestra mejor versión. No hemos empezado bien el partido y ellos ganaban los duelos y tomaron el mando. Marcamos al inicio de la segunda parte y se pudo acabar el partido con un par de transiciones, pero empataron y tuvimos la fuerza para sacrificarnos y ganar el partido. Si alguien piensa que ganar partidos en la Champions es sencillo, se equivoca», dijo Carletto a la defensiva en sala de prensa, donde lanzó un alegato a favor de ese juego directo y vertical que, a falta de un organizador al uso, caracterizará seguramente a este Real Madrid que dispone de velocistas consumados. «Tenemos que trabajar más en la posesión, pero nunca hay que olvidar que la manera más sencilla de hacer daño es acercarse a la portería rival lo más rápido posible», acotó el transalpino en respuesta a una pregunta sobre los padecimientos que había tenido que soportar su equipo frente a un rival tan descarado como fue el Stuttgart el martes en el Santiago Bernabéu.

Asume Ancelotti que las características de sus atacantes son más propias de ese estilo rockanrolero que caracterizaba al Liverpool de Jürgen Klopp que de un ejercicio pausado en el que prime el toque. Rodrygo, Vinicius y Mbappé son prodigiosos a la carrera pero sufren en espacios reducidos y el perfil de centrocampistas tan exuberantes como Valverde, Bellingham o Tchouaméni invita también a un ida y vuelta que tiene ventajas evidentes, pero que también acarrea riesgos. Si pudo darse semejante lujo el Real Madrid ante un contrincante desabrido como el Stuttgart que aceptó el cuerpo a cuerpo sin verse intimidado por el escenario fue, sobre todo, porque disfrutó de un cancerbero aún más inmenso desde que regresó a los terrenos de juego en la recta final del pasado curso.

Courtois volvió a completar una actuación sobresaliente frente al conjunto suabo con seis paradas, casi todas de enorme mérito, que vinieron a profundizar los extraordinarios registros del belga en la Liga de Campeones. Ha atajado 36 de los 42 últimos remates a portería que ha recibido en la máxima competición continental, donde solo el Manchester City, con los cinco tantos que le endosó en las semifinales de la campaña 2022-2023, y el Stuttgart, gracias al gol de Undav el martes, han sido capaces de superarle desde aquel 2-5 al Liverpool con el que el Real Madrid se despachó en Anfield en febrero del pasado año. Cierto es que el gigante de Bree se perdió doce partidos europeos desde entonces a causa de la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que sufrió en agosto de 2023, pero no lo es menos que desde su regreso colecciona datos asombrosos.

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Volvió a tiempo de lucirse en la final de la Champions disputada el pasado 1 de junio en Wembley, donde sus paradas resultaron decisivas para que el Real Madrid sujetase al Dortmund antes de que Carvajal y Vinicius abatiesen al cuadro renano en la segunda parte. Sin llegar a la dimensión de la colosal actuación que había protagonizado dos años antes en la final de París disputada frente al Liverpool, donde se erigió en el principal responsable de la Decimocuarta, MVP de aquella noche incluido, fue otra muestra más de la estatura que ha alcanzado un portero que se codea con los más grandes de todos los tiempos.

Courtois es un muro y luce más imponente que nunca. Para muestra, otro botón. Desde que volvió a la acción la pasada temporada ante el Cádiz, ha participado en doce encuentros –cinco del curso anterior y siete en el vigente- y ha dejado la portería a cero en nueve de ellos. Mallorca, Las Palmas y Stuttgart son los únicos conjuntos que han sido capaces de encontrar alguna rendija en su blindaje. «Es el mejor portero del mundo sin dudas», zanjó Ancelotti el martes. El Stuttgart también da fe de ello.