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El fútbol es tan grande precisamente por el factor sorpresa, pero a veces también es justo y premia al mejor. Aunque el Real Madrid exhiba 14 Copas de Europa en sus vitrinas y el Manchester City aún no luzca ninguna, la diferencia a día de ... hoy entre estos dos equipos es abismal. Se puede hablar de nombres propios, del mal momento de Benzema y hasta de si la abuela fuma, pero táctica y físicamente no hay color. Por eso el Madrid persiguió sombras en el Etihad y por momentos fue bailado. Por eso hay que concederle aún más mérito por ser el vigente campeón. Y por eso hay que ponerle un monumento a Carlo Ancelotti y varios a Courtois, que evitó una derrota aún más humillante y logró que Haaland se marchase sin marcar en la eliminatoria.
«Si ganamos, acierto; si perdemos, a la calle». Una hora antes de comenzar la batalla del Etihad, Carletto ironizó sobre su discutida decisión de anteponer su equipo tipo, el que ganó al Chelsea y al Barça por ejemplo, a los méritos de Rüdiger, secante perfecto de Haaland en el Bernabéu. En su partido número 191 en Champions, récord absoluto tras superar a Sir Alex Ferguson, el italiano entendió que debía ser fiel a sí mismo, premiar los méritos de esta temporada y no cambiar nada.
Pese a lo que dijera el resultado y a los análisis, casi siempre ventajistas, ya sufrió el curso pasado el Madrid una barbaridad Kroos de mediocentro en este escenario, pero su estratega mantuvo el tridente ofensivo que le había funcionado este curso en la Champions y a Camavinga en el lateral zurdo. Presagiaba un partido muy largo, en el que el papel de los suplentes sería determinante. Una decisión valiente de un técnico veterano, seguro de sí mismo y de sus pretorianos. Visto lo visto, fue un desastre.
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Enfrente, Pep Guardiola repitió el once que empezó y terminó en Chamartín pese a disponer de un banquillo extraordinario. Al catalán, el Madrid le provoca dolores de cabeza. Le respeta de forma reverencial, teme sus transiciones. Normal. Desde que al frente del Bayern cayó por un global de 5-0 (0-4 en Múnich) ante el rey de Europa en 2014, riesgos los justos. En la ida, decidió un gol de Benzema pero quizá el Bayern fue superior. En la vuelta, se dejó llevar por la ambición extrema de los bávaros, dispuso un 4-2-4, con Robben, Müller, Mandzukic y Ribéry en ataque, y el Madrid le destrozó al contragolpe.
«Me he equivocado por completo. Ha sido la peor cagada que he hecho nunca como entrenador», confesó tras el fracaso el de Santpedor a sus allegados, según describió el periodista y exatleta Martí Perarnau en el libro 'Herr Pep'. En las semifinales del año pasado, el City ya fue mucho mejor, pero el Madrid tiró de épica y puso rumbo a la decimocuarta. De ahí que el City no fuera fiel a su estilo tan alegre la semana pasada en el Bernabéu.
Su dominio en el Etihad fue insultante, pero los mancunianos tampoco salieron en tromba. De hecho, en las primeras jugadas se lo tomaron con calma mientras el rival intentaba presionar arriba. Por más que el City se presentase tras 26 victorias de los últimos 28 partidos en el Etihad, donde en Europa no cae desde 2018 ante el Lyon, cierta cautela. Esta vez, sin embargo, el City no solo se limitó a intentar controlar el balón sino que percutió. Camavinga era un juguete en manos del bigoleador Bernardo Silva y Militao sufría con Haaland, que luego se estrellaba ante un colosal Courtois. Pese al disparo al travesaño de Kroos en una acción aislada, el Madrid fue sometido en el primer acto. Enormes dificultades para dar tres pases seguidos, quejas de Vinicius a Carletto tras encajar el segundo y miradas de incredulidad entre los madridistas. Por extraño que parezca, la mejor noticia para el campeón en el descanso era que 'solo' perdía 2-0.
En un día en la oficina de la Premier, el trámite hubiera acabado en una goleada 'citizen' de escándalo. Pero quizá por esos antecedentes que tanto inquietan a Guardiola, tras el descanso los ingleses retrasaron líneas y permitieron soñar al Madrid. Y los sueños, sueños son. Monólogo de Segismundo en la obra cumbre de Calderón de la Barça y monólogo del City. La consigna de Pep, evitar transiciones, nada de idas y vueltas. Carletto buscó más energía y retiró a Modric primero y a Kroos después. Haaland pudo cerrar el ataúd del Madrid, pero otra vez Courtois le ganó el pulso y mantuvo a su equipo con un hilo de vida. Lo enterró el autogol de Militao, precisamente él, quien no jugó en Chamartín por sanción. El City jugará segunda final. Busca un hueco entre los grandes. Se lo merece, con permiso del Inter.
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