Fermín López tranquiliza al Barça antes del clásico

El partido comenzó con sorpresa. El Barça salió sin tiempo que perder, tratando de resolver cuanto antes la papeleta para pensar en el clásico, pero se topó con un rival respondón. Y es que el Shakhtar demostró en los primeros minutos tener las armas que se requieren para desmontar la idea de Xavi. El catalán ensayó un once parecido al que se impuso al Athletic, pero con retoques. Marcos Alonso dio descanso a Balde, Fermín cogió las llaves en la medular ante la baja por sanción de Gavi y Lamine Yamal recuperó la titularidad tras superar sus problemas físicos. Eran distintos cromos, pero misma idea, con una presión asfixiante en campo contrario y ataques rápidos en pocos toques.

Ese plan se topó con el buen hacer con la pelota de Bondar, Matvylenko y compañía, que demostraron tener sangre gélida para saltar ese empuje, calmar el ímpetu de los azulgranas y obligar al Barça a replantearse su idea de juego. Y eso que Fermín López y Cancelo pudieron marcar pero fueron incapaces de batir a Riznyk, por entonces gigante. Todo cambió después de que Gündogan destapara el tarro de las esencias. El germano, cada vez más adaptado, se sacó de la chistera un pase milimétrico que Fermín envió a la madera, Ferran Torres fusiló a placer el balón rechazado para abrir el marcador y cambiar por completo el escenario del choque mediado el primer tiempo.

Ese tanto fue una piedra en la mochila del Shakhtar y pilas para un Barça que vio la posibilidad de avasallar a los ucranianos. La presión ya daba frutos, Joao Félix dejaba detalles, Lamine desbordaba y Fermín presentaba credenciales. Su desmarque posibilitó el primer tanto y apenas ocho minutos después cogió un balón en la frontal, dribló a su par, y se sacó de encima un latigazo tremendo a la escuadra para cerrar el primer acto y registrar su nombre también en Europa.

Tras la reanudación, el Barça seguía en la ola, y surfeaba de maravilla. El Shakhtar cedió metros ante la que se le venía encima y los culés se sentían cada vez más cómodos con la pelota. Cancelo y Marcos Alonso pasaron a ser una amenaza constante por los costados, Joao Félix era indetectable en zonas intermedias y el Lluis Companys se divertía con una tranquilidad que hacía tiempo que no vivía en Champions. La calma era tal que derivó en el peor enemigo posible, la relajación, la autocomplacencia. Los culés levantaron el pie del acelerador y en una transición rápida Sudakov se plantó ante Ter Stegen y fusiló al germano para reabrir un partido que parecía muerto y enterrado.

La reacción, como no podía ser de otra manera, la lideró Fermín. El joven centrocampista, de apenas 20 años, se echó el equipo a la espalda y comenzó a acaparar la pelota y firmar acciones de mérito una detrás de otra. Estrelló un balón en la madera, marcó de cabeza pero lo anuló el VAR por fuera de juego y levantó la moral de una grada que conectó con el equipo hasta el pitido final, al que se llegó con el único sobresalto de la lesión de Joao Félix, que tuvo que ser sustituido por problemas musculares.