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Lleva tiempo Carlo Ancelotti trabajando con Vinicius Junior para que maneje con calma los intentos de los rivales de desconectarlo de los partidos. El gesto de pasarle el brazo por el hombro, arropándole, durante el descanso de la final de Copa ante Osasuna, es muestra ... clara de la protección cuasi paternal que otorga el italiano al extremo para que éste se haya convertido quizá en el mejor del mundo en su puesto.
Nada parece fruto de la casualidad en el crecimiento continuo del jugador del momento, que acapara el foco no solo por su fútbol vertiginoso sino también por sus actitudes en el verde. Además, el carioca ha sufrido varios episodios lamentables de racismo en las gradas, con hasta ocho denuncias por insultos en varios juzgados de la geografía española, donde el brasileño vive un 'déjà vu' hostil cada vez que pisa un césped rival.
El niño bonito de Florentino Pérez encuentra un bálsamo en la Champions, donde reduce sus revoluciones y se olvida de sus pesadillas en la Liga. Bajo los focos de una cita planetaria como la que tuvo hace siete días ante el Manchester City, se serena aunque reciba palos de su defensor. Kyle Walker lo sufrió en su estado puro con lambretta incluida, pero terminaron con felicitaciones por el trabajo hecho. Sucedió con el Liverpool, Chelsea y, ahora, con los de Guardiola, con el que se vuelve a ver las caras, esta vez en el Etihad Stadium. Fuera de nuestras fronteras solo tiene ojos para el balón.
El brasileño es un mago del fútbol, con envoltorio polémico incluido. Habilidoso en el regate y en andar a la gresca, extraordinario en la faceta goleadora y en su vertiente como asistente, pero también en el lado pendenciero. Determinante y volcánico casi a partes iguales. Los equipos de la Liga le ven como un villano y en los últimos tiempos ha pasado por un sinfín de episodios que provocan rechazo y eclipsan esas virtudes futbolísticas que este año le han llevado hasta su mejor versión: 23 goles y 20 asistencias.
En el Madrid le protegen y le recomiendan que no entre en todas las batallas. Dijo recientemente Pedja Mijatovic, quien fuera jugador y director deportivo del Real Madrid, en una tertulia radiofónica, que alguien debe dar un toque a Vini. «Está más cerca de Stoichkov que de Neymar», dijo el montenegrino.
El búlgaro es recordado por tener una zurda exquisita y un carácter furibundo, de mecha corta, cuya intensidad le generó numerosos problemas. Como el brasileño, no despertaba muchas simpatías ni dentro ni fuera del campo. El exazulgrana controlaba aún menos sus emociones, ya que fruto de la ira llegó a pisar al colegiado vizcaíno Urizar Azpitarte y fue sancionado seis meses por esa agresión.
A Vinicius aún no le han sacado ninguna roja, pero sí un puñado de amarillas: 10. «No las tiene ni el mediocentro más feo de la Liga», criticó Ancelotti ante tanta tarjeta por protestar cualquier acción que considera contraria. Solo dos jugadores llevan más que él en el torneo español, y eso que a nadie le hacen tantas faltas entre las grandes ligas.
Lo de las faltas es la estrategia de cada vez más equipos para parar a Vinicius, que corre riesgos bailando goles cuando no es necesario o insiste en besarse el escudo para repetir sus desencuentros con la grada ajena y ciertos jugadores del rival.
«Las patadas conviene no buscarlas», reflexionó hace días el exentrenador del Real Madrid, Jorge Valdano. Hay momentos en los que exagera y tiene momentos reprochables, cierto, pero los defensas quieren desquiciarle porque consideran que eso influye en su rendimiento. En el Madrid temen que las maniobras para sacarle de los partidos hagan que pierda la cabeza. No será ni el primero ni el último. Ya le pasó hasta a Leo Messi.
Cansado de golpes, el astro rosarino le soltó un mamporro a Villalibre en una final de la Supercopa ante el Athletic. Su primera expulsión en 753 partidos con el Barça. La desesperación le invadió en un momento en el que el balón no estaba en medio, como le ocurrió a Cristiano Ronaldo en más de una ocasión cuando vestía de blanco. El luso, que vio la roja seis veces, calificó algunos de sus actos como «irreflexivos», pero nunca otros que le condenaron como el de sacarse brillo al escudo de campeón del mundo que luce el Madrid al estilo altivo de lo que hace hoy día este artista brasileño.
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