El osado Bayern deja con vida a la rácana Juventus

Más allá de los resultados, con frecuencia ilógicos en este deporte tan contradictorio, la sola diferencia de estilos debe marcar tendencia y ponderar las críticas. Con decir que hubo fases del primer tiempo en el que las que el portero Neuer estuvo solo en toda una mitad de campo, se refleja fielmente lo que fue el partido hasta el tramo final. La Juventus es un histórico y jugaba en casa, pero se encerró de tal forma que Mandzukic y Dybala estuvieron casi siempre más cerca de Buffon que de la portería rival. La posesión rondó superó el 70% para los bávaros en ese período inicial y apenas un 10% del juego se desarrolló en campo de los alemanes.

La enorme superioridad técnica y el abrumador dominio del Bayern no se tradujo, ciertamente, en muchas ocasiones. Una muy clara de Thomas Müller, que se enredó y midió mal cuando solo tenía que empujar un pase de Lewandowski, con Buffon ya por los suelos, un cabezazo del ariete polaco por el que suspira Florentino Pérez para su galaxia y un disparo en semifallo de Bernat que desvió el veterano portero transalpino. Esas fueron las tres opciones antes del gol de Müller, de lo peor de su equipo hasta entonces.

Llegó ese tanto que hacía justicia poco antes del descanso. Centro de Robben con la derecha muy pasado y mal pase de Douglas Costa que golpea en un defensor y facilita el remate del gran llegador de Baviera. Mientras el Bayern es capaz de dar 50 toques antes de acabar jugada, a la vecchia signora le vale con tres. Así fue como generó dos contras en las que Mandzukic, titular ante uno de sus equipos en lugar de Morata, generó algo de incertidumbre. Paupérrimo bagaje para un equipo que había ganado 15 de sus últimos 16 partidos y debía inquietar a un enemigo sin sus centrales titulares y con mucho menos centímetros sobre el campo.

El gol clásico de Robben

Pese a la entrada de Hernanes, nada variaba tras el descanso. Incluso la Juventus fue cazada en un contragolpe, el colmo de los colmos. Lewandowski le dio un pase demasiado largo a Robben pero el holandés marcó su típico golazo. A pierna cambiada, trazando una diagonal hacia el centro y hacia afuera, y con un zurdazo enorme. Sabían los piamonteses que iba a hacer eso, pero no llegaron a frenarle. El partido, y el cruce de octavos, parecían ya resueltos.

Pero una jugada aislada permitió al argentino Dybala mostrar sus credenciales y cambiar la atmósfera. Definió con suma tranquilidad y revolucionó el tramo final. Generó nervios y tanta tensión que Lewandowski y Mandzukic se amenazaron cabeza contra cabeza. Al fin exigida, la zaga del Bayern ya daba muestras de enorme debilidad. Salió Morata, creció sobremanera su equipo y llegó el empate en un pispás. Le pasó a Mandzukic, el croata asistió de cabeza y Sturaro, que también mejoró a la Juventus, empató. Increíble, pero cierto.