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Los futbolistas del Barça celebran su victoria en la Liga de Campeones.
Berlín asiste al triplete del tridente
Final

Berlín asiste al triplete del tridente

Messi, que participó en los tres goles, Neymar y Luis Suárez decidieron una final que abrió Rakitic

Rodrigo Errasti Mendiguren

Sábado, 6 de junio 2015, 04:02

El Barcelona logró en Berlín, la última de las grandes ciudades europeas en las que le faltaba reinar, su quinta Champions League tras superar a la Juventus con sufrimiento por su falta de tino y exceso de confianza. Los culés más veteranos siempre recuerdan que el Barcelona, a diferencia de otros grandes clubes europeos, sólo campeonan cuando son, de largo, los mejores de la competición. Y que pese a ello, sufren. En la última década lo han sido varias veces. Y aunque no marcó, la 'quinta', como las dos anteriores, llegó gracias a Leo Messi. Y eso que esta vez, a diferencia de Roma y Londres, no marcó. Fue decisivo en cada gol, dos de ellos marcados por Neymar y Luis Súarez, con los que forma un tridente demoleador con el que ha revivido, con el que se ha empeñado en volver a demostrar que es el mejor jugador del mundo. Luis Enrique, con el que se las tuvo tiesas, ha sabido entender al argentino, que también ha entendido que el bien del equipo sería el suyo propio.

Su afición le cantó todo el día, consciente de que el asunto podía quedar decidido en cuanto el argentino lo decidiese. Cuando saltó a calentar apareció en el marcador la leyenda Man Of the Match, mientras la realización le enfocaba. Messi mascaba chicle a apenas media hora de arrancar el asunto, tranquilo, como si millones de ojos de todo el planeta no estuviesen pendientes de sus pies. En cuarenta años sólo hubo cuatro tripletes, mientras que en los seis últimos han llegado los mismos. Y los dos del Barcelona gracias a Messi. Él agitó el duelo. Abrió a la izquierda con un servicio al pie de Alba, que combinó con Neymar que esperó a la incorporación de Iniesta que tras controlar la cedió de primeras a Rakitic, que caminaba hacia el punto de penalti sin oposición desde la derecha. El croata, uno de los tres que había marcado además del tridente en esta competición, la empujó a la red con la izquierda mientras Pogba caminaba a su lado. La primera en la frente debió pensar. Un tortazo al discurso de Chiellini sobre la intensidad defensiva.

Y que el primer acto del Barcelona fue un espectáculo para el espectador neutral. El equipo de Luis Enrique pudo golear a su rival, que esperó metido en su campo incluso por detrás en el marcador. Que fue casi desde el pitido inicial, porque antes de que llegase el primero apenas se rescatan dos errores de Mascherano provocado por su mala elección de botas. Tuvo un tercero, cuando trataba de frenar en carrera a Morata en un contragolpe tras un posible penalti a favor. Neymar, en otro cambio de juego de Leo, provocó la mano de Lichsteiner que Cakir no vio. El madridista, tras el sprint y el recorte, cedió a Vidal que en carrera la mandó muy alta. El chileno parecía que deseba arreglar con pasión su error de marcaje del 0-1 y se cargó con una amarilla muy pronto. Tanto que pudo ser la doble amarilla más rápida en una final.

Mucho balón, poco acierto

El ritmo agobiaba a la Juventus, que buscaba frenar el ímpetu culé. Pedía calma Buffon, que visualizó encajar el segundo en un derechazo de Neymar que se fue lamiedo la escuadra y después en otro balón a la espalda de Messi que no llegó a embocar por poco Neymar. Hasta que vio obligado a intervenir en un coliseo olímpico donde jugó nueve años el partido más importante de su carrera. Su mano espectacular a remate a bocajaro de Alves tras pase de la muerte de Suárez ya forma parte de los mejores momentos de la historia del torneo. El veterano capitán, el que mismo bajó siendo campeón del mundo liderando al a Vecchia Signora a la B, mantuvo en el partido a los juventinos, que sufrían hasta en los córners. Alba gozó de la quinta ocasión clara azulgrana en un cuarto de hora. Se estiró algo la Juventus, que tuvo un par de opciones aunque sus remates les faltó tino quizá porque varias situaciones eran casi siempre forzadas. Llegaba aprovechando algún error ajeno, porque esperaban en su campo ya que la posesión del Barça superaba el 65%.

Luis Suárez dispuso de la séptima, octava y novena claras, pero una se le marcó por un suspiro, en la otra estuvo fino de nuevo Buffon y en la última no pudo cabecear un balón de Neymar. Ter Stegen, que dio un recital con el pie, demostró tener manos firmes en un zapatazo de Marchisio. El Barcelona corría menos que la Juventus porque casi triplicaba los pases de su rival (114 a 320) ya que la bola era suya. El panorama era bueno, aunque lo cierto es que la renta era muy escasa para lo visto.

Buffon mantuvo el partido

Al regresar de la caseta seguía Buffon empeñado en que el uruguayo, que no tuvo ningún problema con Evra, fuese aumentando su fustración por no acertar en el remate. Messi también buscaba hacer su tercer gol en una final, aunque para ello tuviera que participar en todas las posiciones del campo. La grada cantó 'olés' cuando aún quedaban cuarenta minutos. La sensación de baño era real, pero el marcado era realmente corto. Un gol podía cambiar todo. Y llegó. Marchisio comibó con Lichsteiner, que sacó una rosca al área hacia Tévez, que se giró para golpear seco. Ter Stegen reaccionó de lujo, pero su rechace quedó muerto junto a Morata, que remachó a la red. Increíble pero cierto. Por eso el fútbol levanta pasiones, el mejor también puede caer. Rugió la zona juventina y la hinchada culé se le encogió el corazón cuando en pelotas directas y acciones a balón parado la 'Vecchia Signora' merodeaba el área catalana. Tévez finalizó otro sprint endiablado de Morata, provocando el aumento de pulsaciones al Olímpico.

El asunto se igualó, ya no había distancias siderales y por momentos aquello recordó a la segunda parte italiana en el Bernabéu. Necesitaba otro aire el Barça, que fue reculando ante el entusiasmo italiano. Al punto que Alves se jugó un penalti ante Pogba. Esa fue la mecha que hizo prender a Messi, que atrapó una pelota en el medio del campo y se fue directo hasta la frontal para soltar un zurdazo raso que Buffon pudo repeler pero no cerrar. Luis Suárez, sin nada que le frenase, no la desperdició. El gol fue una liberación para los culés, que retomaron su mejor versión e hicieron otro gol pero fue anulado. Neymar remató de cabeza, pegó en su mano y gracias a ello superó a Buffon. Pensar que el brasileño lo buscó intencionadamente es darle demasiado mérito, ni siquiera un malabarista como él puede idear algo así.

El mejor adiós de Xavi

Luis Enrique, que en su primer año ha igualado la gesta de Guardiola, recordó que tenía cerca de su banquillo al mejor jugador español de la historia y lo puso en el césped para que controlara los tiempos, que frenase tanta ida y vuelta que podía conducir a una prórroga. La Juventus tiró de corazón ya con Pereyra y Llorente en el campo por el nervioso Vidal y un agotado Morata. Apenas lograron combinar un par de balones, siendo dos intentos lejanos de Marchisio y Tévez su argumento único para forzar el tiempo extra. En la prolongación, como si fuese un gol de oro el que marcó fue Neymar aprovechando otra acción iniciada por Messi en la que Pedro demostró su generosidad. Al final, pese a la emoción, la sabiduría popular azulgrana y la lógica del fútbol se impuso. El Barça ha eliminado a los campeones de Italia, Inglaterra, Francia y Alemania. Es, por tanto, de largo, el mejor equipo de Europa y encima cuenta con Messi. Y con Suárez. Y con Neymar. Más allá de la alegría del campeón fue un día triste para el balón, porque dos de los que mejor lo han tratado se alejan del primer nivel. Xavi se marcha a Catar y Pirlo a Estados Unidos. Mejores embajadores, no hay y su abrazo final entristeció a todos. Nadie respetó el juego y al pelota tanto como ellos. Sólo Messi, que añorará su conexión con el genio de Terrasa.

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