El Bayern roza la excelencia

La tormenta amenazaba a Guardiola, muy tocado tras el resultado y la imagen de la ida y obligado a la remontada sin poder contar con jugadores básicos como Ríbery y Robben, pero el técnico catalán respondió con un planteamiento extraordinario que redujo a la nada al inexperto Oporto de Julen Lopetegui. Un gran regalo en su partido centenario con el Bayern. Tanto lo celebró que hasta se le rompió el pantalón del traje. En menos de media hora, el 3-0 dejaba claro lo que ocurría en la capital bávara. El grande golpeaba al chico de todas las formas posibles y le remataba a cabezazos. Thiago Alcántara, clave con su diana en Do Dragao, volvió a mostrar el camino tras un gran centro de Juan Bernat.

Muy mermados por las bajas de Danilo y Alex Sandro, sus dos laterales indiscutibles, los portugueses fueron un juguetes en manos del poderoso equipo alemán, herido en su orgullo y deseoso de aplastar a su adversario. Pep preparó el duelo de forma concienzuda y acertó en todos esos pequeños retoques que marcan tendencia sin perder el estilo. Cuando su equipo se desplegó en ataque, es decir, casi siempre, defendió con tres y utilizó a Bernat y a Lahm casi de carrileros. También ubicó a Götze por la izquierda, no en el enganche. Y concedió plena libertad a Thiago, con Xabi Alonso como medio defensivo o de equilibrio.

Sin perdón

Tal era el naufragio del Oporto que Lopetegui tuvo que cambiar a los 32 minutos. Retiró el mexicano Diego Reyes e introdujo al joven Ricardo. Lateral por lateral para tratar de frenar las acometidas de un Bayern desenfrenado. A los 10 ya pudo marcar el Bayern, pero el brasileño Fabiano, muy desacertado después, desvió el tiro de Müller y vio como el posterior remate de Lewandowski se estrelló en el palo. En la siguiente ocasión, ya no hubo perdón. Bernat percutió y su centro lo cabeceó Thiago. En 22 minutos, cuando Boateng culminó una jugada de estrategia en la que el portero colaboró porque se estiró muy tarde, la eliminatoria estaba volteada. Lewandowski y Müller, que permutaban su posición, completaron la manita en el primer acto.

Lopetegui supo cortar la hemorragia en el descanso. Debió decirles a sus jugadores que habían realizado una gran competición y que era obligado caer con dignidad y la cabeza muy alta. Pasó a jugar con defensa de tres, ya que Casemiro se metió entre los centrales, introdujo a Neves por Quaresma y pobló el centro del campo para tener superioridad. Entraron en juego entonces jugadores desaparecidos como Óliver Torres, y los lusos tuvieron más el balón. Se equilibró el juego, en gran parte también porque los bávaros aflojaron, con las piernas ya muy pesadas. El colombiano Jackson Martínez maquilló la derrota y rozó el segundo. Sembró cierta incertidumbre. Pero llegó la expulsión de Marcano y el golazo de falta de Xabi Alonso. Y el premio de Guardiola al retirar a Thiago, a quien abrazó, para que se llevase la ovación de la noche.