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Cristian Reino
Martes, 24 de febrero 2015, 02:10
Un gran Barça derrotó este martes al Manchester City en tierras inglesas y dejó muy encarrilado el pase a los cuartos. La victoria azulgrana (1-2) pudo ser casi definitiva, si Messi no llega a fallar un penalti en el 93, cuando el partido ya ... estaba terminado. Aun así, el error del argentino no empañó una actuación muy meritoria de los barcelonistas.
Jugadores y técnicos blaugranas habían insistido en los últimos días en que la derrota ante el Málaga fue un accidente y que no tenía nada que ver con la de Anoeta. El triunfo del equipo en el Etihad Stadium, sobre todo en la primera parte, donde los de Luis Enrique rozaron la excelencia, corrobó ese diagnóstico y ratificó el buen momento por el que atraviesa el cuadro catalán. Sobre todo su tripleta atacante. Luis Suárez es estrenó como bigoleador con el Barça y Messi volvió a dar una exhibición, a pesar del tropezón final, que confirma que está reñido desde los once metros. El City, que ya cayó el año pasado ante el equipo azulgrana, se las prometía muy feliz por su situación liguera, pero se tuvo que rendir a la evidencia, pues una cosa es tener estrellas futbolísticas, fichadas a golpe de talonario de petrodólares y otra armar un equipo para ser campeón de Europa.
Luis Enrique apostó una vez más por su once de gala, la alineación con la que se siente seguro: tridente de oro y Busquets, Iniesta y Rakitic en el centro del campo. Sin embargo, sorprendió la ubicación de Messi. Más atrás que de costumbre, el argentino intercambió durante buenas fases del partido su posición con Rakitic y se situó de organizador, de 10 clásico, más pendiente de la creación que de la definición, lo que provocó un enorme desaguisado en el conjunto británico, que no supo cómo organizarse en las marcas. Manuel Pellegrini, tras la experiencia negativa del año pasado, en la que puso sobre el tapate un equipo de corte defensivo, que no le dio ningún resultado (0-2 en la ida en casa), buscó un once más ofensivo, con un 4-4-2, plagado de jugadores de corte atacante, como Zdeko, Agüero, Silva, Milner o Nasri.
Ese mayor atrevimiento fue baldío, pues desde el inicio se le vio al Barça que salía con ganas de sentenciar la eliminatoria. Sobre el cuarto de hora, una jugada en la banda derecha que no parecía que tuviera peligro -mal defendida por Kompany- acabó en los pies de Suárez, quien al segundo intento lanzó un zurdazo que se coló en la meta de Hart. El tanto dejó al descubierto los problemas que tiene la defensa 'citizen', cargó de confianza a los hombres de Luis Enrique e hizo mucho daño a los de Pellegrini. A partir de ahí, el Barça lució su mejor juego, con posesiones larguísimas, interminables para el público del Etihad, que se desesperaba con los suyos. Tocando a placer, los blaugranas disfrutaron de sus mejores minutos. El 0-2 fue un ejemplo de cómo estaba jugando el equipo. Messi prolongó a la subida de Alba, el de L'Hospitalet ganó la línea fondó y dio el pase de la muerte a Suárez, que no perdonó. Golazo. Poco después Zabaleta evitó el 0-3, Alves estrelló la pelota en el larguero y el City antes del descanso ya pedía la hora a la desesperada.
Tras la reanudación, el panorma dio un cambio radical y el Manchester salió con ilusiones renovadas. Adelantó líneas, incrementó la presión y se fue a por el Barça, a través de Silva, Agüero y Dzeko. A los blaugranas les tocaba apretar los dientes y resistir la acometida inglesa. Las fuerzas del partido se igualaron y los británicos por fin pudieron enseñar los dientes.
Pellegrini se la jugó dando entrada a Fernandinho y Bony y su equipo se lanzó a tumba abierta. Con 0-2 ya no tenía nada que perder y tenía que buscar el milagro. Incrementó la presión sobre la circulación catalana y como consecuencia de un robo en el centro campo, el Kun y Silva se asociaron con una gran pared al borde del área, que culminó el ex del Atlético. El City vio la luz y con 20 minutos por delante hasta soñó con la remontada. Sin embargo, Clichy se pasó de frenada y dejó a los suyos con 10 por doble amarilla. La expulsión a falta de un cuarto de hora frenó el ímpetu celeste y tranquilizó al Barça, que no lograba mantener el control. Cuando el partido estaba muerto, Zabaleta cometió un error de juvenil y Brych señaló los once metros. Messi lanzó bajó, atajó Hart y el rechace, de cabeza, se le fue fuera al argentino.
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