Ignacio Tylko
Martes, 24 de febrero 2015, 02:09
Cambiante y mediocre duelo entre dos viejos rivales que hace casi 18 años disputaron la final de la Champions en el Olímpico de Múnich, donde el Dortmund sorprendió a la 'Vecchia Signora' (3-1) en ese partido que se recordará por el golazo decisivo del ... joven Lars Ricken y el bello tanto de tacón, obra del gran Del Piero. Esta vez, los italianos se impusieron por la mínima en el primer asalto gracias al gran partido de Álvaro Morata, rápido, profundo, desequilibrante y con gol incluido, y al poderío ofensivo de Tévez. Pensando en la vuelta, el tanto de Reus es de oro, aunque tener que salir a ganar a un adversario italiano siempre es peliagudo.
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Primer tiempo de lo más extraño en la fría capital piamontesa entre estos dos teóricos 'outsiders' en la gran competición continental. La Juventus, destacadísima en la Serie A, salió al campo con más seguridad que el irregular equipo alemán. El Dortmund no es el bloque poderoso de los últimos años pero le habían dado vida sus tres últimas victorias consecutivas en la Bundesliga que le alejaron del descanso. Va de menos a más y siempre es peligroso porque tiene jugadores muy veloces del centro del campo hacia adelante. Le falla la defensa, lenta y vulnerable.
Aunque salieron replegados para evitar el contragolpe de los germanos, los 'bianconeri' manejaron la situación con solvencia al principio. Con Pirlo en el timón, el chileno Vidal en la mediapunta y Morata y Tévez en ataque, daban más sensación de peligro. Se adelantaron tras una buena acción del exmadridista que culminó el 'Apache', muy oportundo para recoger un mal despeje del portero Weindenfeller. Cuando daba la sensación de que los de Klopp estaban contra las cuerdas, un resbalón fatal de Chiellini le permtió a Reus plantarse ante Buffon y batirle con suma facilidad.
Ese gol silenció por unos minutos el estadio juventino y dio paso a un período de claro dominio amarillo. El control visitante aumentó tras la lesión del gran Pirlo, que obligió a Allegri a reestructurar todo el equipo. Entró el argentino Pereyra, que pasó a jugar por detrás de los delanteros. Vidal se ubicó de volante derecho y Marchisio se ubicó en el eje. El Dortmund había perdido al polaco Piszczek, también por lesión, pero un lateral no suele ser tan determinante como un cerebro. Cuando los italianos pedían a gritos el descanso, resulta que volvieron a adelantarse. Sorprendieron en un contragolpe bien conducido por Tévez y Pogba, culminado con éxito por Morata. La zaga germana, de nuevo un coladero.
«Fue una pena el resbalón de Chiellini en el gol de Reus pero el fútbol es así. Hemos vencido y cuando se gana nunca es un mal resultado», explicó el delantero de la Juventus tras su gran actuación. «Su clasificación en la Bundesliga no explica el nivel del Dortmund, uno de los mejores equipos de Europa. Sabemos que su campo es de los más difíciles del mundo, pero saldremos a por todas, en busca de otra victoria», añadió
En el descanso Klopp tuvo que cambiar aún más su defensa por los problemas de Sokratis Papastathopoulos, reemplazado por Kirch. El segundo acto fue tedioso, decepcionante, impropio de un cruce de Champions. La Juve quería un ritmo lento y el Dortmund atacaba sin convicción. En realidad, a los dos equipos les pudo más el deseo de no encajar un gol que de marcarlo. El 2-1 no es ni bueno ni malo para los dos. La sentencia, en el Signal Iduna Park, el caliente Westfalenstadion hasta 2005.
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