P. Ríos
Domingo, 22 de febrero 2015, 18:24
No tuvo el carácter inoportuno de una fiesta de cumpleaños amenizada por Kevin Roldán tras una derrota humillante ante el gran rival de la ciudad, pero el Barça, que tanto se rió de ese evento organizado por Cristiano Ronaldo, debería hacer autocrítica tras la semana ... que transcurrió desde la exhibición frente al Levante (5-0) y el batacazo ante el Málaga (0-1). Imágenes de carnaval de la colonia brasileña del equipo en Sitges -localidad costera que vive con intensidad estas fechas-, visitas a Montmeló para vivir de cerca los entrenamientos de Fórmula 1, presentaciones multitudinarias de tiendas deportivas, campañas individuales para comenzar a presionar al club por una renovación. Todo ello condimentado por frases en distintas declaraciones que el viento se ha llevado. «Desde Anoeta hemos cambiado las ganas», proclamó Messi. «No nos vamos a relajar», garantizó Rakitic. «Si hay irse, que sea con una sonrisa», escribió Alves sobre su futuro en las redes sociales. Pues el sábado a muchos barcelonistas se les agotaron las ganas de seguir creyendo en el proyecto de Luis Enrique, quizás prefieran relajarse con otras cosas que nada tengan que ver con el fútbol y de sonrisas. mejor no hablar.
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Acertó Luis Enrique cuando vaticinó en su día: «Cometeremos errores». Pero una cosas es caer en Mestalla, que no ha sucedido, o en el Bernabéu, que sí, y otra es perder en el Camp Nou ante el Celta y el Málaga, equipo este último que ha impedido que sume cinco puntos entre la primera vuelta (0-0) y la segunda. La sensación es que eso va a penalizar, seguro. Cuesta creer que se pueda ganar una Liga cediendo puntos ante rivales modestos. Ni el técnico las tiene todas consigo cuando admite: «Espero que sea sólo un accidente, pero el tiempo dirá».
El sábado, como sucedió en Anoeta, el Barça tuvo más de 80 minutos de tiempo para arreglar un fallo inicial (entonces un autogol de Alba), esta vez un cesión corta de Alves a Bravo. Pero es es estas circunstancias, cuando se une la ansiedad por remontar, un contrincante encerrado en su área pero con criterio para salir a la contra y un mal día de las estrellas cuando el equipo azulgrana sufre y se convierte en un conjunto impotente. Messi perdió la inspiración de repente, pero tiene un historial que le permite fallar una tarde. Peor es el caso de Neymar, que todavía no ha ganado nada importante en el Barça y a quien se le exige ya que resuelva esos partidos en los que el argentino no puede aparecer. La temporada del brasileño es buena, pero le toca dar la cara en esos días espesos del colectivo como ha hecho Messi en tantas ocasiones. Y esperar algo de Luis Suárez como '9' en espacios reducidos es una quimera. Necesita espacios. Un partido que se pone en contra tan pronto es un problema para él porque al Barça le va a tocar hacer ataques de balonmano.
Que un juez de línea con la mano floja birlara dos ocasiones de gol por fueras de juego inexistentes no sirve de excusa, como tampoco agarrarse a ese horario gafe de los sábados a las cuatro de la tarde, aunque bien haría Luis Enrique en estudiar cómo preparar mejor esos partidos en cuestiones de descanso y alimentación porque la empanada del Barça a la hora de la siesta es evidente y preocupante.
El Barça despertó del sueño de las once victorias consecutivas con una pesadilla en forma de triunfo del Málaga que, como reconoció Luis Enrique, «hace daño». Habló de «desorganización para atacar», de «falta de orden y equilibrio», pero, ¿y si hay algo más? Si el gran momento físico de enero inicia la cuesta abajo por aquello de los dientes de sierra de los gráficos de los preparadores físicos, el asunto pinta mal porque en dos semanas se decide la Liga de Campeones, la Copa del Rey (vuelta de semifinal) y la Liga se sigue fallando.
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El martes espera el Manchester City en el Etihad Stadium en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, precisamente en un estado totalmente opuesto. Estaba 'tocado' por los resultados, pero el sábado goleó al Newcastle el mismo día que el Chelsea pinchaba, por lo que vuelve a aspirar a la 'Premier League'. Un subidón que contrasta con el bajón del Barça. Eso sí, Touré Yaya, su termómetro anímico, será baja por sanción.
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