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Miguel Sesé
Viernes, 20 de febrero 2015, 16:45
El Chelsea se ha empeñado en demostrar que está muy por encima de las delictivas conductas de algunos de sus aficionados, y ha decidido dar un elegante paso al frente ante el comportamiento mostrado por determinados Hooligans en el metro de París a la finalización ... del partido de ida de Liga de Campeones que enfrentó al PSG contra el conjunto azul del oeste de Londres. La entidad de Stamford Bridge no sólo ha abierto diligencias contra los desalmados que al grito de «somos racistas» impidieron el acceso a una persona negra a un vagón del suburbano. Ha ido más allá y, tras localizar al hombre, Souleymane S., ha procedido a invitarle junto a toda su familia a presenciar en el campo el partido de vuelta y hacerse cargo de todos los gastos de su viaje y de su estancia.
El mensaje es rotundo, ensalzar la paciencia de la víctima y bonificarle a modo de disculpa oficial a la vez que se lanza un mensaje hacia sus propias gradas. «Esta gente no representa al Chelsea ni sus valores, así que no tienen sitio aquí. La gran mayoría de aficionados ya lo ha dicho alto y claro. Queremos agradecer a todos los supporters que han aportado información en este caso», señala la entidad en un comunicado en el que informaba que prohibirá la entrada a los culpables a sus recintos «de por vida».
El empeño del club, además de loable, está justificado. Su intención de erradicar cualquier tipo de violencia, física o verbal, viene justificado debido a que es, junto al West Ham, uno de los equipos de la Premier League más sancionados por este tipo de bochornosos incidentes en la última década. Con los años se ha ido suavizando la situación, pero se cuentan por decenas de miles las libras que ha tenido que pagar por multas, muchas de ellas provocadas por cánticos ofensivos a la comunidad judía, en general, y a la afición del Tottenham, en particular.
La globalización en el fútbol ha crecido de forma exponencial y, especialmente, en el Chelsea, un club en el que desde la llegada de Roman Abramovich se ha hecho habitual la presencia de jugadores de todo tipo de razas, continentes y nacionalidades. En el aspecto económico también se comprende la dureza de los pensioners. Los datos que llegan desde las redes sociales hablan por sí solos, y el tráfico en Twitter y Facebook es mayor desde el mundo subsahariano que desde el anglosajón. La presencia en el devenir de los años de hombres como Michael Essien u Obi Mikel fomentan el interés africano en un club que es identificado por muchos como el de los emigrantes de la capital de Inglaterra.
Que Souleymane S. pase de ser despreciado a homenajeado es un triunfo de las sociedades modernas y del Chelsea, que marca la pauta en cómo debe ser el comportamiento de una entidad deportiva ante las minorías despreciables de algunos de sus aficionados.
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