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Ignacio Tylko
Lunes, 20 de octubre 2014, 20:56
Para un equipo de seda como el Barça, no hay mejor adversario posible que el Ajax, una especie extraña en el fútbol moderno porque juega y, sobre todo, deja jugar. Comparten filosofías y sus escuelas están muy próximas desde que Johan Cruyff revolucionó el club ... azulgrana, pero la diferencia de nivel competitivo es abismal. Los culés son estrellas consagradas, acostumbradas a disputar por todos los títulos y con un nivel técnico extraordinaria. Los tulipanes son jóvenes que desean crecer para emigrar a los grandes clubes europeos, y no acompañan a su talento innato de la experiencia necesaria. Si no hubo goleada y los holandeses incluso soñaron al final con el empate fue porque los locales bajaron los brazos antes de tiempo y sólo vieron al Real Madrid en el horizonte.
El Ajax se mueve bien cuando tiene el balón porque sus principios son los del toque, el desmarque y los cambios de posición, pero defiende peor que cualquier equipo de la Liga española. Es un grupo blandengue, poco vigilante y nada cuidadoso de los detalles defensivos. Le sirve su nivel para conquistar de forma consecutiva cuatro títulos de Eredivisie con Frank de Boer como técnico, pero no para poder competir de tú a tú frente a un rival tan poderoso como el que conduce Luis Enrique.
El preparador asturiano insistió en su apuesta en Champions por Ter Stegen, aunque el joven portero alemán estuvo fallón en la derrota de París que puso obstáculos en un camino del Barça que se preveía aún más plácido. Ubicó a Piqué y Bartra como pareja de centrales, lo que hace pensar que igual ninguno juega de titular en el Bernabéu, y situó a Mascherano de mediocentro porque Busquets no está físicamente apto por una contusión y una pubalgia que arrastra desde hace tiempo. A partir de ahí, los Rakitic, Iniesta, Pedro, Messi y Neymar pueden hacerle un traje a cualquiera.
Los azulgrana se lo tomaron con calma, como si miraran de reojo al clásico del sábado en el Bernabéu. Pero cada vez que aceleraron, con una marchita más les bastó para resquebrajar a la defensa holandesa. En su primera llegada, marcaron un gol extraordinario. Intervinieron al primer toque casi todos sus hombres de ataque, Messi condujo para atraer a los defensores y asistió a Neymar, que la puso de rosca junto al palo.
El Jefecito ejerce
En apenas siete minutos ya estaba la victoria encauzada. Y_quedó garantizada antes de la media hora, tras un buen corte de Mascherano, siempre atento, rapidísimo de mente y tácticamente disciplinado, un pase soberbio de Iniesta a Messi y el gol del astro argentino. Tocó el portero el balon, que entró llorando.
En choques abiertos, con espacios y de guante blanco, Iniesta puede fabricar jugadas de antología a poco que se lo proponga. Trazó una, en la que fue superando rivales, pero no marcó porque el portero le aguantó, no cayó en el engaño y desvió su toquecito bombeado. Daba igual porque la afición le tributó una ovación de las de antaño. Del Ajax no hubo noticias en ataque hasta que en disparo en semifallo del delantero islandés Sigthorsson golpeó en Bartra y asustó a Ter Stegen.
El Barça bajó más el ritmo tras el descanso y el partido se quedó reducido a genialidades aisladas como la de Messi, que se marchó en una baldosa de un par de defensores pero se quedó sin ángulo para marcar. La entrada del delantero polaco Milik, un diamante por pulir porque sólo tiene 20 años y ya es internacional absoluto, aportó más movilidad y rapidez al ataque visitante. De Boer también premió a Riedeweld, de 18, poder disfrutar de un escenario como el Camp Nou.
Luis Enrique vio tan claro el triunfo que decidió enviar a la ducha a Neymar, Messi, primera vez que es cambiado en este curso, e Iniesta. Minutos para el disfrute de chavales como Sandro, Munir y el reaparecido Rafinha, y para evitar cualquier baja importante pensando en Chamartín. Esta vez no hubo polémica y el argentino se fue sin rechistar. Con sus 69 goles, ya está a sólo dos del récord de Raúl y amenaza al gran rival en el colosal duelo de estilos que se avecina. El Ghazi dio emoción a los últimos minutos al acortar distancias. Pero Sandro, que aprovecha siempre sus oportunidades, quiso estrenarse en el mejor escaparate.
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