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Amador Gómez
Viernes, 23 de mayo 2014, 18:51
Es mediodía y apenas se percibe presencia de aficionados en las inmediaciones del estadio Da Luz, rodeado de centenares de periodistas que ya han recogido sus acreditaciones o se disponen a hacerlo. Los aficionados del Real Madrid van ataviados con sus correspondientes camisetas y bufandas. ... Los del Atlético, de momento, pasan desapercibidos. Tan sólo una joven que pasea junto su madre, con una bandera a la cintura, con los colores rojiblancos y de España. Kiko Narváez, vestido con una chaqueta de sport, se fotografía junto a un grupo de seguidores a los que no se les descubren sus preferencias futbolísticas si no fuera porque no dejan de felicitar y pedir autógrafos a uno de los héroes del doblete rojiblanco del 96.
Seguidores madridistas se encuentran ya apostados en una de las taquillas, lógicamente no operativa. Son sólo una decena de los miles de aficionados que han viajado sin entrada a Lisboa y que a partir de la madrugada de este sábado protagonizarían ya la verdadera invasión española de la capital portuguesa, encabezada por el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía.
Además de los 34.000 aficionados con localidades, se esperan alrededor de 40.000, la mitad de cada equipo, sin entradas. Confían en que la reventa estratósferica rebaje sus precios según se acerca la hora del partido, aunque tienen muy asumido quedarse sin localidad y vivir la fiesta por las calles y bares de Lisboa. Por una parte, la capital y las ciudades no demasiado lejanas (Setúbal, Sintra, Cascais...) se frotan las manos por el relanzamiento económico que supondrá la final de la Champions, pero existe verdadero temor en Lisboa a la llegada masiva de hinchas que tendrán prohibido el acceso al estadio.
Incluso la UEFA ordenó este viernes, por motivos de seguridad, detener el montaje de las fan zone, los puntos de encuentro de los aficionados de los finalistas, y posteriormente cambiar la ubicación de la del Atlético de Madrid. Estaban separadas por tan sólo un kilómetro y medio, con el riesgo que ello suponía, y el máximo organismo, tras reunirse con ambos clubes, adoptó, aunque tarde, la decisión más lógica.
Pantallas gigantes
Hace días ya se anunció que no se iban a permitir sendas pantallas gigantes en la Plaza del Rossio (fan zone madridista) y en la del Parque Eduardo VII (destinada en principio a ser la rojiblanca). El Ayuntamiento de Lisboa aseguró que si llegase a haber una pantalla gigante para retransmitir la final en una de ellas, no la habría en la zona del equipo rival. En las últimas horas hasta se llegó a dudar de que se permitiese tan sólo una.
También estaba cada vez más complicada, por no decir imposible, la instalación de pantallas gigantes en otras grandes plazas de la ciudad. Sí estaba garantizada una en la también muy turística Plaza del Comercio, sede del Festival Champions, aunque sin imágenes de la final, para evitar posibles incidentes entre aficiones encontradas. "No habrá retransmisión en directo", se destaca en el programa de una cita que tiene como principal atractivo, además de música, la exhibición del trofeo de la máxima competición europea. La posibilidad de que coincidan madridistas y rojiblancos en un recinto a 10 minutos andando de la zona de reunión de los seguidores blancos, causa pánico en Lisboa.
La postura de la UEFA de parar la instalación de las fan zone fue la primera muestra de que en el ambiente flotaba ya, a menos de 32 horas para la final, más que inquietud y preocupación por los cerca de 20.000 seguidores merengues, y otros tantos colchoneros, sin entrada. Son, sobre todo, aficionados procedentes de Madrid, pero también muchos de ellos procedentes de Extremadura, tan cercana a un país que acoge con entusiasmo, aunque también con precauciones, una final inédita.
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