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Sara Iturriaga hace las maletas. No es una novedad en esta jugadora de Arnedillo a la que el fútbol sala le permite enlazar experiencias. El próximo mes comenzará su séptima temporada en Italia, la decimoquinta como profesional. Atrás deja sus dos años más recientes en ... Grisignano di Zocco, muy cerca de Venecia, para mudarse a Rovigo, donde jugará en el Granzette con el reto de ascender a la Seria A y, si es posible, levantar el título de Copa. También muy cerca de Venecia.
Amante del Véneto, la riojana concluyó la campaña en la quinta plaza de la lista de goleadoras, con 32 tantos. A Rovigo llega con la misma idea que le ha llevado a recorrer el mapa italiano: jugar y trabajar en la docencia. «En Grisignano aumentaba la exigencia y tenía menos tiempo libre para el colegio», apunta Iturriaga como uno de los motivos que le han llevado al traslado.
En Rovigo se encuentra con una ciudad que supera ligeramente los 50.000 habitantes, manejable y que le permite «construir un proyecto de vida» que según ella se le niega en España. De hecho, Osasuna le llamó, pero ha preferido seguir en Italia. «Aquí puedes vivir del fútbol sala y, por supuesto, de tu trabajo. He tenido muy buenas ofertas, pero quiero estar en un sitio donde pueda compaginar el deporte con mis estudios. El Grazette me da esa opción», apunta antes de añadir por qué no regresa a España. «No me importaría volver, pero allí no tengo la posibilidad de trabajar en un colegio; aquí, sí. No necesito opositar y en España debes afrontar una oposición casi imposible porque son muchos aspirantes a pocos puestos. Entonces, sigo aquí», apunta.
A Italia llegó en el año 2013. Había pasado ocho años en el fútbol sala madrileño, en Pinto y en el Atlético de Madrid, a partes iguales. Su primera parada en su nuevo país fue en Montesilvano, en la costa del Adriático. Dos años, antes de trasladarse al Olimpus de Roma, donde disfrutaba de las vistas del Vaticano. Un año después desembarcaba en Milán. Y de una gran ciudad a la tranquilidad de Grisignano. Dos años más. «Cambio de equipo porque busco jugar donde el proyecto me permita desarrollarme más allá del fútbol sala. La lesión de la rodilla está olvidada, me gusta el fútbol sala y llevo desde los 11 años jugando, pero también quiero dar clases de educación física en el colegio», comenta.
En su nuevo club se encontrará con un equipo hecho, ya que la entidad ha apostado por la continuidad y sólo ha cerrado dos fichajes, incluido el suyo. «Tenemos un gran reto y estoy muy bien en Italia», concluye fiel a su continua sonrisa.
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