Franz Beckenbauer y Johan Cruyff en la final del Mundial de 1974. Efe

Clase, elegancia, sobriedad y liderazgo

Con mentalidad teutona y técnica brasileña, Beckenbauer ejerció como último defensa y primer atacante en la mejor Alemania de siempre

Ignacio Tylko

Madrid

Lunes, 8 de enero 2024, 18:41

Franz Beckenbauer, el Káiser, fue pionero en el arte de sacar el balón jugado desde atrás, un defensa central elegante, técnico, a la par que sobrio y contundente, con un carácter ganador del que bebían sus compañeros en la mejor 'Mannschaft' de la historia y ... en el Bayern de Múnich más exitoso de siempre. Su legado está muy por encima de otros mitos del fútbol teutón como el ariete Torpedo Müller, el portero Sepp Maier o el centrocampista Lothar Matheus, reconvertido luego en un defensa libre al más puro estilo Beckenbauer, precisamente.

Publicidad

Recuerdos imborrables de un estilista para todos aquellos veteranos que disfrutaron de la poderosa República Federal Alemana que se coronó campeona universal en 1974, tras superar nada menos que a la Naranja Mecánica de Johan Cruyff, y de ese Bayern de Múnich casi invencible que, entre otros galardones, se alzó ese mismo año en Bruselas con la Copa de Europa que condenó al Atlético de Madrid a ser el 'pupas' eterno.

En el marco de esa Alemania clásica de acoso y derribo, diferencial por esa «condición física de base» a la que siempre se refirió con cierta envidia Luis Aragonés, el sabio que marcó un punto de inflexión en la historia de la selección española, Beckenbauer era como un soplo de aire fresco. Una especie de rubio alemán a la brasileña, feliz con el balón y enemigo a priori de los pelotazos por mucho barro que hubiera en esos campos de la época, incluso en la avanzada Alemania.

Tal fue su legado que su apellido quedó ligado para siempre a ese zaguero arriesgado que, teniendo solo al portero por detrás, combina como un centrocampista, rompe líneas como un interior y hasta gambetea con la capacidad de un delantero. Atrás, la inteligencia llevada al extremo a la hora de salir al corte, anticipar o intuir.

Intuición e inteligencia

Al defensa jugón se le apoda Beckenbauer del mismo modo que se instauró en su día el penalti a lo Panenka para referirse a esa pena máxima ejecutada de forma sutil, con un golpeo suave y bombeado por el centro de la portería mientras el portero se vence hacia un lado. Sangre fría, bajas pulsaciones y corazón fuerte, el mismo que le falló en los últimos años de su vida.

Publicidad

Tal era la maestría del Káiser saliendo desde la cueva que todavía en las escuelas modernas de fútbol los entrenadores se refieren a él cuando, paradójicamente, tienen que afear algunos excesos a la hora de tocar desde atrás cuando un jugador o alumno no está bien dotado técnicamente, se cree más capaz de lo que es, y abusa de las frivolidades en zonas de máximo riesgo. «¡Que no eres Beckenbauer!», se escucha a menudo en entrenamientos no ya solo del fútbol base sino también del profesional.

En su época, el defensa libre era el que se ubicaba de forma inteligente detrás del central marcador, habitualmente más duro y menos técnico, para ser el último hombre en defensa y el primero en ataque, ya que entonces al portero se le pedía sobre todo que parase con las manos. Beckenbauer en Alemania o luego Franco Baresi en Italia, eran defensas a los que daba gusto ver jugar y liderar a sus equipos desde el fondo. Estilos únicos, imperecederos. Beckenbauer representa el fútbol de ayer, de hoy y de siempre. Un modelo para lo que hoy podría representar el estilo de Guardiola.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad