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El fútbol riojano también tiene nombre de mujer. Nombres propios como Izaskun, Laura, Paula, Lucía o Maite son solo algunos de los ejemplos femeninos que permiten que el deporte rey siga carburando a día de hoy. Mujeres que no se amedrentaron ante un mundo que parecía solo tener hueco para ellos, rompiendo las barreras que se habían forjado a fuego generación tras generación. Ellas son el cambio. Ellas aportan ese granito de arena que nos hace soñar con un mundo igualitario donde mujeres y hombres se den la mano para seguir disfrutando de un deporte que no debería entender de géneros.
La población está cada vez más habituada a ver mujeres tocando el balón. El respaldo tanto económico como social a las ligas femeninas ha permitido que la gente de a pie empiece a deshacerse de la mentalidad de que solo los hombres saben jugar al fútbol. Las televisiones ya apuestan por los partidos de las competiciones femeninas y galardones de la talla del Balón de Oro reconocen desde el 2018 la maestría con el esférico de muchas de ellas.
Pero, ¿qué ocurre dentro de las ligas masculinas? La figura de la mujer también existe siendo una de las piezas clave para el funcionamiento de este deporte y de los clubes que lo conforman en la comunidad. Ellas forman parte de sus juntas directivas, son delegadas de sus campos, ponen a punto a sus plantillas y arbitran sus partidos aunque la representatividad de la mujer no es igualitaria en todos los trabajos que aúna el fútbol. Uno de los ámbitos que mayor presencia de mujeres encontramos dentro de las categorías masculinas de la región es el de la fisioterapeuta. Multitud de clubes de las diferentes categorías que compiten tanto dentro como fuera de nuestra fronteras confían en las manos de una mujer para tratar los cuerpos de sus jugadores. Algunos de ellos son el Calahorra de Primera RFEF y el Arnedo de Tercera División en los que trabajan Laura Fernández y Paula Pascual, respectivamente. Ambas aseguran sentirse «una más» dentro de sus equipos encontrando el apoyo de «unos compañeros que nos ayudan y que valoran nuestro trabajo sin importar el género».
Algo similar ocurre dentro del Comité de Árbitros de La Rioja donde la presencia de las mujeres es bastante notoria si la comparamos con la media nacional. En la comunidad trabajan un total de nueve árbitras repartidas por las diferentes categorías. Izaskun Muñoz es una de ellas. «Empecé a arbitrar a los 16 años cuando apenas éramos tres chicas. La apuesta del Comité y el aumento del fútbol femenino ha permitido que cada vez haya más niñas que quieran ser árbitras», asegura la colegiada de Tercera División.
No sucede lo mismo con el papel del delegado/a de campo en los equipos riojanos siendo el Calasancio uno de los pocos que apostaron por el papel de la mujer para dicho cometido. Lucía Gil llegó a este puesto «por hacer un favor a un gran amigo del club y ahora, aunque reconozco que no es una labor fácil, estoy muy a gusto haciendo lo que hago». Sus conocimientos eran básicos en un principio pero con la ayuda del club logroñés ha sabido hacer un hueco en este mundillo pese a reconocer que «me hubiera encantando haber conocido a otra delegada con la que compartir mis dudas y vivencias».
Si hablamos de altos cargos dentro de los clubes de fútbol la balanza sigue del lado de los hombres por mayoría pese a haber varias mujeres al mando de históricos equipos en La Rioja. El Comillas fue uno de esos clubes que se crearon con una mujer, Maite Lázaro, en su presidencia. «Los hombres todavía piensan, de manera errónea, que el fútbol es solo para ellos. Igual no hay tantas presidentas pero las mujeres ocupamos muchos más cargos de los que se piensa», relata la presidenta del Comillas.
Estos son solo algunos ejemplos que derriban la idea de que el fútbol es una cosa de hombres. Aún queda un largo camino para poder hablar de la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres dentro del fútbol pero sin duda ellas son un ejemplo de la valía de un género que pide su lugar en este deporte.
El amor de Izaskun Muñoz por el fútbol llegó en la infancia. Jugando en equipos masculinos desde los 8 años encontró en el arbitraje su razón de ser después de presenciar una charla del comité. No se lo pensó dos veces y con el consentimiento de sus padres comenzó el curso que la preparaba como tal. «Desde un principio supe que mi vocación era ser árbitra. No tuve miedo por el qué dirán y a los 16 años ya estaba arbitrando mi primer partido de Juvenil Nacional», rememora la colegiada. En la actualidad, la joven pita en Tercera División siendo una de las nueve mujeres que conforman el comité riojano. Su trabajo, tal y cómo asegura, «no es algo sencillo ya que nuestras decisiones siempre son criticadas por los aficionados», en concreto, recuerda, «hubo un partido en el que sufrí grandes ataques machistas al gritarme desde las gradas que qué hacía una mujer arbitrando un partido de fútbol». Pese a este denunciable hecho, Izaskun relata que su trabajo siempre ha sido valorado viviendo en sus propias carnes la evolución de la presencia de las mujeres encima de los terrenos de juego: «Aún queda mucho por trabajar pero estamos haciendo las cosas muy bien. La gente ya no se sorprende al ver a una mujer arbitrar y eso es una buena señal».
El deporte, en concreto el baloncesto, ha sido una parte fundamental de la vida de Laura Fernández. Con los años, esta joven de 26 años, cambió el baloncesto por el fútbol ocupándose de la salud muscular de los jugadores del Calahorra. Pero esta fisioterapeuta no comenzó su andadura dentro de las ligas masculinas sino que inició su carrera profesional dentro del banquillo del Pradejón Femenino. «Empecé a trabajar con las chicas donde pasé unos años maravillosos junto al equipo de mi pueblo pero las mejores condiciones y los horarios que me brindaba el Calahorra me hicieron decantarme por el equipo de Primera RFEF», narra. Su trabajo ha sido reconocido de la misma manera en el equipo femenino como en el conjunto rojillo no encontrando ningún tipo de diferencia entre ambos equipos. Su situación y su relación con los hombres del equipo es «excelente» siendo, tal y cómo asegura Laura, «la niña mimada del equipo. Soy la única mujer que hay en el Calahorra por lo que me tienen en palmitas, estoy realmente contenta». «El fútbol es un deporte de todos así que animo a todas esas niñas que quieran formar parte de él a que cumplan sus sueños ya que aquí hay un lugar para ellas», finaliza la fisioterapeuta del Calahorra.
La fisioterapia deportiva lleva corriendo por las venas de Paula Ruiz desde que era bien pequeña. Tras varias lesiones durante su etapa como futbolista que le obligaron a acudir a rehabilitación tomó la decisión de que años después sería ella la que atendería a jugadores y jugadoras detrás de su camilla. Así, esta riojana comenzó sus estudios en la Universidad de Valladolid, en el campus de Soria, y al poco de finalizarla empezó a dar masajes para el Arnedo, que en la actualidad lidera la Tercera riojana. «Nada más terminar la carrera recibí la llamada del presidente del Arnedo para empezar a trabajar con ellos. No me lo pensé dos veces y lo acepté ya que me pareció una gran oportunidad para desarrollar mi trabajo sobre todo en un mundo que siempre me había apasionado», relata la joven de 22 años. Para Paula, la evolución de la presencia de las mujeres dentro de las ligas masculinas «existe pero se está desarrollando muy lentamente. Afortunadamente cada vez son más las fisioterapeutas que podemos ver dentro de los equipos riojanos». Para finalizar, esta riojana pide que las mujeres «tengan más oportunidades de trabajar en el fútbol ya que realizamos nuestro trabajo igual que lo puede hacer un hombre».
Lucía Gil acaba de cumplir tres años formando parte activa del Calasancio de Regional Preferente. Y es que después de varios cursos realizando las labores de fisioterapia, esta joven dio el salto convirtiéndose en una de las pocas delegadas de campo que existen en la región. Sus inicios fueron duros: «Al principio no sabía mucho qué hacer. Realicé el curso de la RFEF y gracias a la ayuda de mis compañeros empecé poco a poco a encontrar mi lugar». Pese a que su trabajo es «algo duro, ya que soy la que habla con los árbitros y la que da la cara por el equipo» reconoce estar viviendo su «mejor año dentro del Calasancio». La delegada lamenta profundamente que las mujeres riojanas no se animen a realizar las tareas que ella hace ya que le hubiera encantado «encontrarme con alguna compañera en los campos de fútbol pero no ha sido el caso». Para ella una de las razones que pueden explicar la falta de delegadas son los comentarios que salen desde las gradas: «Es lo que peor llevo de mi trabajo por mi forma de ser. Me encantaría contestar a alguno que me ha chillado mensajes machistas como que las mujeres deberían estar fregando. Parece irreal pero me ha pasado en algunos campos a los que vamos a jugar. Debemos erradicar este tipo de actitudes», lamenta.
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