Opinión

Van Basten, el cisne de Utrecht

La historia del fútbol, tan suya, sí hizo justicia con el delantero que dio la victoria a Países Bajos en la Euro del 88

Jesús Nieto Jurado

Sábado, 22 de junio 2024, 00:52

Marco Van Basten, cisne de Utrecht, fue el sol en una Holanda mínima, nubosa, que venía de los gloriosos 'cajonazos' de la Holanda de Cruyff. Marcel, que así reza en su pasaporte, fue 'rebautizado' Marcel. Suyo fue el mérito de llevar a Países Bajos por ... el camino victorioso. Esa senda de los sabios y tal. Van Basten era bello según los cánones ligueros italianos, los que bien dividen el fútbol entre el embarre y las raras elegancias. Le llegó su hora, a lo Sergio Leone; en el Milan y en el mundo. E hizo la hora buena.

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Año 88, Europa rota y sedienta de un ídolo. Van Basten tenía no se sabe qué de misterio en su pataje de cisne. Y así fue. La promesa creció. Se levantó de una lesión y fue, en la Holanda de Ruud Gullit, otro indispensable, llevando al país, que no se llama así al triunfo. Fue convocado casi 'in extremis' aunque, en la fase de grupos, el dolor de la lesión quedaba muy lejos y dejó un partido memorable contra Inglaterra. Tres goles, tres; de esos que animan un país y alientan a creer en la victoria. En la vida.

Tocaban las semifinales contra la Alemania Federal, la que contaba con nombres como Kohler y Klinsmann. Y Holanda, en pleno Hamburgo, tuvo a un inspirado Van Basten que, en un partido tenso, encallado por penaltis repartidos, se regatea a sí mismo y bate a los germanos, helados anfitriones con cara de suecos.

Llegó ya el día de la final, contra la temible URSS de Lobanovski, técnico que aquí tendrá presencia. Holanda llevaba el 1-0 pero lo sorprendente, lo que hacía de Holanda una mixtura entre el norte de cuadrícula y el sur de filigranas fue el gol, el de la victoria. Una volea recibida desde la izquierda con la que Van Basten desafió las leyes de la geometría y que está, casi cuarenta años después, en la faltriquera emocional del buen futbolero; 2-0 tras el gol de Gullit. La historia del fútbol, tan suya, en este caso sí ha hecho justicia con Marco Van Basten. La elegancia de un cisne, dentro y fuera de los campos neerlandeses y de las canchas italianas.

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