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La terrible eliminación de Italia ante Suiza, unida al triste desempeño en una primera fase en la que precisó remontar ante Albania, recibió un baño de juego de España y empató de milagro contra Croacia, han generado máxima incertidumbre a todos los niveles en ... torno a la sorprendente vigente campeona de Europa. Se cuestiona al camaleónico Luciano Spalletti, aunque su proyecto como seleccionador se firmase a largo plazo, e incluso no se da por sentada la continuidad de Gabriele Gravina, el presidente de la federación transalpina. Solo Donnarumma, portero irregular donde los haya que tras la derrota al menos dio la cara y confesó que estaban «destruidos», se salva de una quema generalizada.
Consumada la caída, la prensa italiana fustigó el rendimiento de la 'Nazionale' y su falta de reacción ante la adversidad. «Sin piernas y sin alma. Una selección tan dócil, en un choque de eliminación directa, es difícil recordar», escribe en su crítica el 'Corriere dello Sport'. Más feroz aún 'Tuttosport', que se refiere a «una selección demasiado mala para ser verdad». 'La República' constata «un partido horrible, imposible de ver», y 'La Gazzetta dello Sport' analiza el impacto que puede tener el golpe en «una Italia confundida y asustada».
La 'Azzurra' se marcha de la Eurocopa con la sensación de que el futuro es aún más negro que el presente. Hace un año, Spalletti celebraba el 'Scudetto' con el Nápoles, un título histórico que el club partenopeo no levantaba desde tiempos de Maradona. Meses después, abandonó con la responsabilidad de todo un país en sus espaldas y con la mirada perdida el Olímpico de Berlín, donde Italia se coronó campeona al vencer a la Francia de Zidane en el Mundial 2006.
Su discurso tras la derrota fue rotundo. Se declaró responsable y pidió tiempo para forjar una selección reconocible. Pero también habló de falta de talento individual de sus elegidos y les acusó de poca intensidad y sacrificio durante el torneo. Spalletti ha tenido que responder en esta Eurocopa a cuestiones extrañas, muchas sobre el poco descanso de los futbolistas, acusados de estar enganchados a los móviles y a las redes sociales hasta la madrugada.
Tras la dimisión de Roberto Mancini para ir en busca de los petrodólares saudíes, Spalletti fue llamado con carácter de urgencia. Heredó un proyecto agotado. Italia era la sorprendente campeona continental, tras vencer a Inglaterra en Wembley por penaltis, pero ni se clasificó para los dos últimos Mundiales. Del de Catar, le eliminó en la repesca Macedonia del Norte.
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Ignacio Tylko
Beatriz Rivera
Spalletti pide calma para la reconstrucción y el 'risorgimento' italiano, pero no hay paciencia. Periodistas italianos comentan 'sotto voce' (en voz baja) que el técnico nunca encontró el respaldo unánime porque ganó con el Nápoles y en Italia mandan los poderosos como el Inter, el Milan o la Juventus. La vieja división entre norte y sur, aunque no tiene mucho sentido esta teoría conspiranoica porque Spalletti nació en Certaldo, localidad del área metropolitana de Florencia, en la Toscana.
Para tratar de dejar su huella, rejuveneció la selección y probó numerosas opciones, convocando a 52 jugadores diferentes en menos de un año. Prueba inequívoca de que no da con la tecla. En la Eurocopa, modificó su sistema de juego en cada partido. Nicoló Barella ilusionó en algunos momentos y Donnarrumma sostuvo al equipo, sobre todo ante España y Croacia, pero las fórmulas no funcionaron.
Sin líderes y sin figuras reconocibles, Italia falla en todas sus líneas. La intratable pareja de centrales Bonucci-Chiellini dejó paso a las dudas de un dúo formado por Bastoni y Calafiori, este último suspendido ante los suizos. Le sustituyó Gianluca Mancini, errático ante el Nati. En ataque, depresión. Ni Scamacca ni Retegui pudieron marcar un solo gol en cuatro partidos. Encontrar un artillero, es prioritario. Pero el tiempo apremia. En septiembre, Italia tiene que verse con Francia en la fase de grupos de la Liga de Naciones. En el horizonte, las eliminatorias del Mundial. Un tercer fracaso consecutivo, sería inenarrable.
En el ámbito de clubes, Italia ha remontado algo el vuelo en los últimos años, con el Inter subcampeón de Europa en 2023 y el reciente título de la Atalanta en la Europa League, pero en el fútbol de selecciones los resultados no están a la altura de un combinado nacional cuatro veces campeón del mundo y dos de Europa. Italia se instala en el diván.
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