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Rubén Cañizares
Enviado especial a Dortmund
Miércoles, 12 de junio 2024, 00:50
Decía Mark Twain que el peor invierno de su vida había sido un verano en San Francisco. No le faltaba razón, pero si cambias San Francisco por Dortmund tampoco se hubiera equivocado el afamado escritor estadounidense. Trece grados de máxima, lluvia, humedad, viento y un ... cielo plomizo más propio de un 5 de enero que del 12 de junio, a las puertas de la estación estival.
Un Dortmund gris, tirando a negro, de luto aún por lo que se escapó en Wembley el 1 de junio: «La sensación es de oportunidad perdida. En España decían que el Borussia no tenía nada que perder. Qué tontería. ¿Cómo no va a tener nada que perder un equipo que juega una final de Champions? Fue una tremenda decepción», reflexiona Zelig, un joven voluntario de la UEFA que entrega a este medio su pase de la Eurocopa 2024 en el centro de Acreditaciones de Westfallenhalle, un pabellón anexo al Signal Iduna Park, el estadio del Borussia y una de las diez sedes del torneo
Aquí, en Dortmund, la herida de Wembley aún no ha cicatrizado. El Borussia es algo más que el club de fútbol de la ciudad. Con 200.000 socios, un tercio de la población total, el equipo germano es el 'leitmotiv' de sus habitantes para no borrar la sonrisa de su cara pese al tiempo vinagre de esta zona de Renania del Norte en la que se mezcla el verde de sus bosques con el gris ennegrecido de sus industrias y minas: «Si alguien piensa que nos consuela el hecho de haber llegado a la final es que no conoce el sentimiento de un 'borusser'. Fuimos mejores durante setenta minutos y perdimos la final en un córner estúpido y en un balón regalado por Maatsen. El Madrid ganó con lo mínimo, sin jugar un buen partido. Nosotros fuimos mejores», recuerda Zelig.
No solo la mala suerte y los fallos propios ante la portería de Courtois es lo que lamenta aún la ciudad. También las prebendas del árbitro hacia el Madrid, perdonando, a su juicio, la expulsión de Vinicius por doble amarilla al final de la primera mitad: «Hasta Mourinho lo dijo en el canal de televisión que comentaba la final (TNT Sports de Brasil), que debía haber visto la segunda amarilla justo después de la primera por simular un penalti en una acción ante Hummels y Ryerson», se queja un grupo de estudiantes, de entre 16 y 18 años, que ya ha terminado su clase en el IBZ Dortmund Sprachinstitut, el Instituto de Idiomas de Dortmund. «Hubiera sido mejor que nos hubieran metido cuatro y listo», añade penoso David, que viste una camiseta del Borussia de hace dos temporadas, con el nombre de Bellingham a la espalda y el dorsal 22.
No le reprochan nada al equipo germano, ni siquiera la falta de puntería en esa primera parte en la que pasó por encima del Madrid, con dos manos a mano errados por Adeyemi y un palo de Füllkrug. Un guion de partido que nada tiene que ver con el de hace un año, cuando el Borussia perdió la Bundesliga en la última jornada, en su propio estadio y ante el Mainz, que no se jugaba nada y tenía ya la mente más en Magaluf que en el fútbol: «A mí me dolió más aquello que la final de la Champions. Perder con el Madrid, aunque jugásemos mejor, es algo que ya hemos visto que le sucede a todos los equipos en la historia de la Champions. Pero el modo de perder la Bundesliga en 2023 es muy del Borussia, de 'cagarla' cuando lo tenemos todo a favor. Yo voy a tardar años en olvidarlo», explica Lenny, empleado de un gimnasio cercano al céntrico hotel donde se aloja este periódico, que aprovecha su tiempo de descanso para salir a vapear, vicio también en boga en Alemania.
La decepción de la final de la Champions no ha venido sola. Dortmund, uno de los lugares favoritos de la 'Mannschaft', está enfadada este año por la convocatoria de Nagelsmann. Del Borussia, solo se ha llevado a Füllkrug y a Schlotterbeck, algo incomprensible en la ciudad: «Aquí se tiene la sensación que el seleccionador tira mucho por el Bayern. Es injustificable que no haya llamado a Adeyemi, Brandt y Hummels», cuenta Lenny.
Tampoco el calendario le brindará poder ver a su selección más de una ocasión, si es que la ven. Si en el Mundial de 2006, Dortmund acogió tres partidos de Alemania (uno de la primera fase, el de octavos y las semifinales), en esta Eurocopa solo lo podrá ver en octavos, si es que acaba primera del grupo A, como sería lo lógico, o en unas hipotéticas semifinales si es que acabara segundo de su grupo y lograra llegar a esa penúltima ronda: «Tenemos el mejor estadio del país, con capacidad para 82.000 personas, 7.000 más que el Olímpico de Berlín o el Allianz Arena de Múnich. Y aquí somos muy calientes también con nuestra selección. Si viene a jugar en octavos o semifinales lo vas a comprobar», explica Volker, uno de los trabajadores del Museo del Fútbol Alemán, inaugurado hace nueve años. Así está Dortmund a 48 horas del inicio de la Eurocopa. Del luto de Wembley al enfado con Nagelsmann.
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