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Inglaterra le arrebató el primer puesto del grupo D a la República Checa imponiéndose al combinado centroeuropeo en el cierre de la primera fase. Un premio que puede convertirse en un regalo envenenado teniendo en cuenta que los 'Three Lions' se emparejarán en octavos con el segundo clasificado del F, más conocido como 'el de la muerte' por el tremendo poderío de sus integrantes. Francia, Alemania o Portugal podrían cruzarse en el camino de la soldadesca de Gareth Southgate, que si bien tendrá el respaldo de su fervorosa parroquia en el templo de Wembley, habrá de fajarse el próximo martes con una de esas adversarias a las que nadie querría ver ni en pintura, a menos que Hungría dé la campanada el miércoles ante la 'Mannschaft' y las 'Quinas' de Cristiano Ronaldo no sumen frente a 'les bleus'. Por su parte los checos, primeros al comienzo de la última jornada, cayeron a la tercera posición por el triunfo de Croacia sobre Escocia. Estarán en la primera ronda de eliminatorias entre los mejores terceros, pero con un enfrentamiento a priori desfavorable.
República Checa
Vaclík, Coufal, Kalas, Celutska, Boril, Holes (Vydra, min. 84), Soucek, Masopust (Hlozek, min. 64), Darida (Kral, min. 64), Jantko (Sevcik, min. 46) y Schick (Pekhart, min. 76).
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Inglaterra
Pickford, Walker, Stones (Mings, min. 79), Maguire, Shaw, Rice (Jordan Henderson, min. 46), Phillips, Saka (Sancho, min. 84), Grealish (Bellingham, min. 67), Sterling (Rashford, min. 67) y Kane.
Gol: 0-1: min. 12, Sterling.
Árbitro: Artur Dias (Portugal). Mostró amarilla a Boril.
Incidencias: Partido de la tercera jornada del grupo D, disputado en Wembley.
La República Checa replicó el once que empató con Croacia en la jornada anterior, mientras Gareth Southgate sacudió el bloque inglés ya que, al margen de otras cuestiones de carácter técnico, no podía contar con Chilwell ni con Mount, aislados por contacto estrecho con el escocés Billy Gilmour, quien dio positivo por coronavirus el lunes. Vencieron sin demasiados alardes pero tampoco disiparon las dudas que vienen sembrando desde que comenzó el torneo.
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Cierto es que la salida de los 'Pross' recordó a su eléctrico estreno contra Croacia. Nada que ver con la plomiza propuesta que le hizo estrellarse ante Escocia. Sin dar tiempo a que los checos calibrasen fuerzas, ya rozaron el descorche. Shaw avizoró el desmarque de Sterling y le puso un centro medido que el del Manchester City domó para vencer la salida de Vaclík con una atrevida picadita. Lástima que el remate se estrellase contra el palo porque habría sido uno de los grandes goles del campeonato. El extremo se resarció enseguida conectando a la red un cabezazo a centro de Grealish al segundo palo. Había abogado Wayne Rooney por la entrada del centrocampista del Aston Villa para engrasar la ofensiva de los 'Three Lions' y este se encargó de validar la opinión del excapitán inglés asistiendo al pequeño atacante de origen jamaicano, ducho en una suerte a la que es poco asiduo con su 1,70 de estatura.
Bien posicionado, autoritario en el centro del campo y con dinamismo en ataque, el combinado británico sometía a una Chequia que bastante tenía con achicar agua. Kane estuvo a un tris de romper su sequía, pero emergió Vaclík para cerrarle el paso. Pickford, testigo privilegiado del gran arranque de sus compañeros, no quería ser menos y se sumó a la empresa con una estupenda respuesta a un latigazo de Holes que recordó que la 'Národní tým' tampoco se conformaba con ser una convidada de piedra. La embestida del pivote del Slavia de Praga espoleó a la selección centroeuropea, que poco a poco fue sacudiéndose el dominio de su adversaria y acarició el empate en un golpeo de Soucek que se fue fuera por un palmo.
El atractivo primer tiempo dejó paso a una segunda parte mucho menos revolucionada en la que los contendientes se dedicaron a contemporizar. No en vano ambas selecciones estaban clasificadas y les convenía ir guardando fuerzas para las curvas que se avecinan. Los pupilos de Jaroslav Silhavy, superados de entrada, lograron reducir la brecha en el juego, que no en el marcador, mientras el grupo de Southgate se conformó con administrar la ventaja sin sufrir demasiados apuros. Ya habrá tiempo para sofocos el próximo martes.
No es nada nuevo, ya que salvo en su Mundial de 1966 las expectativas de Inglaterra superan la realidad, pero el combinado de Gareth Southgate afronta con cierta presión su último partido de la fase de grupos tras las feroces críticas recibidas después del empate ... ante la vecina Escocia. Reproches todavía más acentuados a la figura de Harry Kane, acusado de estar más pendiente de su futuro y sin pegada alguna en los dos primeros duelos de los 'Tres Leones'.
Además de la doble obligación de ganar a la República Checa en Wembley y acabar como líder de grupo, aunque con la duda de saber que quizá un segundo puesto les conduzca a un cruce más accesible, Inglaterra ansía una buena actuación para convencer a la opinión pública y, sobre todo, que sus jugadores se crean de verdad que son candidatos al título continental.
República Checa: Vaclik; Boril, Celustka, Kalas, Coufal; Soucek, Holes, Darida; Jankto, Masopust y Schick.
Inglaterra: Pickford; Tripper, Mings, Stones, Walker; Rice, Phillips, Mount, Sancho, Kane y Foden.
Árbitro. Artur Dias (Portugal).
Hora: 21:00 h. Wembley.
TV: Telecinco.
Si vencen a los centroeuropeos, los británicos acabarán al frente del grupo D y se medirán al segundo del F, es decir, seguramente Portugal, Alemania o Francia. En cualquier caso, un hueso muy duro de roer pero al que se enfrentarían en casa. Si se clasifican como segundos, para lo que tendrían que empatar o perder con los checos y que Escocia no le gane a Croacia, se verían las caras en Copenhague con el segundo del grupo de España, totalmente abierto pero con un nivel muy inferior al de la muerte.
Al grupo de Southgate se le acusa de no rendir como debería con el altísimo nivel de sus jugadores, y de generar muy poco fútbol ofensivo. Alcanzaron un aprobado raspado en el triunfo ante los veteranos croatas, pero suspendieron ante los escoceses. El equipo de Steve Clarke, muy motivado y bien armado, saco a relución las carencias de Inglaterra ante rivales pertrechados en defensa.
El mensaje de los ingleses no ha cambiado desde el pitido final contra Escocia. «Podemos jugar mejor», confesó el colchonero Kieran Trippier. Como hizo Luis Enrique con Álvaro Morata, Soutghate ha confirmado la titularidad de Kane en un gesto de confianza hacia el delantero del Tottenham, desaparecido en este torneo y deshojando la margarita sobre su futuro, seguramente lejos de los Spurs.
Todo lo contrario que le ocurre al checo Patrick Schick, pichichi provisional con tres goles, uno antológico desde el medio del campo ante Escocia. A su país le sirve el empate este martes, por lo que se espera un planteamiento de Silhavy menos atrevido que ante Croacia y Escocia.
Precedentes contradictorios en el pasado reciente. Inglaterra les dibujó hace más de dos años una manita en Wembley a los checos, todavía con seis jugadores de aquella cita. Sin embargo, a finales de 2019, en su último encuentro, los centroeuropeos protagonizaron la sorpresa al vencer en Praga (2-1).
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