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Cuando la selección se auto marcó el primer gol raro, yo, que siempre creo desconocer algo del reglamento futbolístico, pregunté a mi marido: «Supongo que este gol lo anularán, ¿no?» Recordaba los juegos infantiles, en los que cuando algo era absurdo e injusto de verdad, ... el encartado gritaba: «¡No ha valido!, ¿eh?!» y los demás solían transigir. Por la mirada criminal que me echó mi marido comprendí que en el fútbol de verdad lo absurdo e injusto también cuenta. Perplejidad. Pero la perplejidad apenas si es una emoción, sobre todo si la comparas con la catarata de emociones que el partido nos proporcionó. Brutal. Atendiendo a la lengua, que es lo mío, tengo observado que cuando los comentaristas que transmiten el partido empiezan a utilizar vocabulario bélico y militar es que vamos bien. Huestes, cañonazo, escuadra, capitán, batallar, cuerpo a cuerpo, estrategia… Ayer, los de Telecinco ya no sabían qué términos guerreros emplear. Sólo Camacho, siempre en la vena popular, utilizó algunas expresiones menos castrenses y más del habla 'cheli', por ejemplo: «La selección se ha venido arriba», una licencia poética sin más.
A mí, los jugadores de Croacia y España en el campo me hacían pensar en el ajedrez. Blancos y negros, el tablero impreso en el uniforme croata, alfiles hispanos que corrían en diagonal a toda castaña, jaque mates, el caballo árabe siempre a punto, el rey a buen recaudo haciendo de vez en cuando un magistral paradón. ¡Ah, fue un partido fantástico, divertido, angustioso en ciertos momentos, memorable en fin! Hoy lo refleja la prensa nacional, que no escatimando elogios, pasa a utilizar un lenguaje más intelectual: histórico, épico, gesta, milagro… Nada que objetar.
En materia de usos lingüísticos, lo peor han sido las declaraciones del seleccionador. ¿Pues no va y dice que el equipo español es como una familia? ¡Hombre, Luis Enrique, eso es un poco excesivo! La familia es un concepto un tanto conservador como para exhibirlo en clave positiva. Hay cantidad de familias que dejan mucho que desear. Además, una que ya tiene una cierta edad, con tantas huestes, tanta épica, tanto milagro y, encima la familia, no podía dejar de pensar en los partidos de la época franquista. Espero que cuando juguemos en Rusia, no salga a relucir el oro de Moscú. Hago un llamamiento desde aquí.
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