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La selección se presentó en la Eurocopa con un tropiezo imprevisto. Durante el primer tiempo el equipo de Luis Enrique realizó una notable puesta en escena. Expuso todas sus virtudes sobre el terreno de juego. Dominó el juego, a través del toque y la posesión, ... y desplegó una presión agobiante cuando perdió el balón. Pero faltó el detalle principal, la eficacia ante la portería contraria.
El combinado nacional sueco encarna el tipo de selección que se le atraganta a España. A priori, asumen su inferioridad sin ninguna vacilación. Juegan pertrechadas en su terreno de juego, con una buena organización defensiva. Mantienen una férrea mentalidad para sacrificarse en la protección de la portería y ejecutan el guión hasta las últimas consecuencias. Lo fían todo a sorprender en una contra o una jugada de estrategia.
La selección española sigue mostrando indicios de encontrarse en un período de reconstrucción y afianzamiento. Dispone de buenos jugadores, un buen plantel de jóvenes que son capaces de desarrollar un juego sugerente, colectivo y también enérgico. Pero el déficit goleador puede ser una rémora para sus aspiraciones.
Hubo detalles muy interesantes. Las dudas que se cernían sobre la complementariedad entre Llorente y Ferrán se disiparon con rapidez. Entre ambos dieron mucha amplitud al juego ofensivo y la selección fue muy profunda por la banda derecha.
Rodri impuso su presencia y criterio en el centro del campo. Y Pedri, un poco más apagado en la primera parte, cogió galones en la segunda mitad y dirigió casi todos los ataques del equipo. Los dos centrales zurdos se afianzan en el equipo. Quizá se echó en falta que Gerard Moreno dispusiese de más minutos.
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