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Busquets, de vírico a viral

Busquets, de vírico a viral

Viernes, 25 de junio 2021, 00:14

El clima es caprichoso en el Mediterráneo español. Se pasa un montón de tiempo sin caer ni una gota, la gente se inquieta, los agricultores ponen el grito en el cielo ¿se perderá la cosecha?, antiguamente incluso se hacían rogativas con su procesión y todo. ... Pero de repente, empieza a llover a cántaros y todo el mundo se tranquiliza, celebrándolo con alegría. Igualito que ha pasado con nuestra selección. Un chaparrón de cinco goles nos ha salvado de la hecatombe total. ¿Hicieron rogativas en Sevilla? No lo sé, pero sea por el motivo que sea, los de Luis Enrique reaccionaron de manera esplendorosa. Hay malintencionados que aseguran que con un rival tan poco pujante como Eslovaquia, la cosa estaba chupada y no hay por qué alardear tanto de la victoria. Falso, eso hubiera podido decirse si la diferencia de goles hubiera sido menor, pero con una goleada semejante, sólo existen motivos de celebración. Hubo alegría en el partido, los jugadores hispanos se animaban más y más a medida que se iba horadando la portería contraria. Al final, estalló la euforia de todo el conjunto. Particularmente hay que destacar la emoción de Busquets, que ha pasado de vírico a viral. También la reivindicación españolista de Laporte, de quien llegó a decirse que era solo francés, algo terrible desde que nos desembarazamos del yugo de Napoleón. Cuando hay goles desaparecen los reproches técnicos y las polémicas se convierten en simples anécdotas del pasado, sin la menor relevancia ni interés. El mundo actual es así, sólo cuenta lo que puede contarse numéricamente. Puedes ser un eximio escritor, dar a luz novelas o poemas fabulosos, pero si tus libros no se venden, vas fatal. Lo mismo sucede con cualquier negocio, trabajo o profesión. Un cocinero monta un restaurante excelente, pero no consigue clientes y debe cerrar. Por más que sus platos estén para chuparse los dedos, se le cataloga como fracasado y en paz. ¿Es injusta la vida?, probablemente sí, pero ¿ante quién protestar? La vida no tiene un entrenador al que destronar, al que poner verde o ensalzar. El triunfo en el fútbol lo dan sólo los goles, y el fracaso la ausencia de ellos. El seleccionador se ha librado por esta vez. ¿Por qué iban a ser diferentes el fútbol y la vida? Contad, malditos, contad… hasta cinco en esta ocasión.

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