Cuando el centro del campo no funciona...

Los suizos se replegaron sin rubor y se emparejaron en ásperos duelos individuales. Los dos medios centros defensivos se posicionaron sobre los interiores del equipo español y Shaqiri se esforzó para anular la dirección de juego de Busquets. Incluso la temprana lesión de Embolo favoreció el espíritu defensivo de los helvéticos, abortando las posibilidades de salir al contraataque.

El equipo de Luis Enrique, a pesar de adelantarse en el marcador con un gol afortunado, disputó un partido gris, plomizo. Sin inspiración en el juego, la selección careció de energía en el centro del campo y los jugadores más adelantados estuvieron muy estáticos. La circulación del balón fue muy previsible y los ataques se realizaron siempre contra el equipo suizo perfectamente organizado. Además, la salida del juego recayó sobre la pareja de centrales, a los que les faltó decisión para generar superioridades e incorporarse al centro del campo.

Solo la rigurosa expulsión de Freuler decantó el juego hacia la selección española. En la prórroga, con un jugador más, España impuso su superioridad técnica y desaprovechó numerosas ocasiones para evitar un final menos angustioso.

En la tanda de penaltis, Unai Simón volvió a fortalecer su imagen y se convirtió en el héroe final.