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Un grupo de turistas pasea por la plaza de la Paz de Haro. Cerca de ellos, una bota de vino de tamaño XXL anuncia que la localidad se está preparando para las fiestas dedicadas a San Juan, San Felices y San Pedro. Unas celebraciones que este año, por motivos obvios, no contarán con la presencia de un jarrero ilustre: Luis de la Fuente. El riojano está en Alemania, en plena Eurocopa, y no podrá acudir. Algo que, según sus amistades, seguro que le causa cierta pena. «Porque él lleva a San Felices y a la Virgen de la Vega allá por donde va», recuerda Rodolfo Merino, amigo del técnico y compañero de colegio.
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«Luis es muy de Haro». Esa frase del propio Merino resume el sentimiento del seleccionador hacia su lugar de origen. Y eso que se fue de La Rioja muy joven, ya que con solo quince años fichó por el Athletic. Pero para entonces ya había acumulado un buen número de vivencias, muchas de ellas en torno a esa plaza de la Paz donde los turistas se sacan fotos junto al cartel de 'Haro. Capital del Rioja'. Allí, a un lado, aún permanece el Café El Sol, comandado por la familia de De la Fuente. «Lo llevaba un tío, después lo cogió un primo y ahora lo dirige el hijo de un primo», apunta Merino. «Y él vivió justo en la casa de encima», añade José María Ibáñez, exentrenador del Haro Deportivo.
No era el único 'Sol' que alumbraba la plaza. El mismo nombre tenían una tienda de calzado y una mercería, esta última liderada durante muchos años por su madre, Berta Castillo. «Para nosotros era la tienda de la Berti y siempre decíamos: 'Vamos donde la Berti a comprar'», rememora Merino. Allí aún perdura una foto de la madre de De la Fuente, a pesar de que después el establecimiento pasó a manos su hija, para convertirse en la tienda de moda 'Ana de la Fuente' hasta su jubilación, hace poco más de un año.
Ana es una de los cuatro hermanos del entrenador jarrero, un hombre que prefiere dejar al margen de la esfera pública su vida personal. Completan la familia Óscar, Rodrigo y Alberto. Este último comparte nombre con su padre, marino de profesión y una persona muy comprometida con Haro. «Fue presidente de la Cruz Roja», apunta Rodolfo Merino, que pasó muchas horas jugando con el hoy seleccionador en el patio del ya desaparecido colegio de San Agustín. De la Fuente dio ahí sus primeras patadas al balón. «Ya despuntaba», asegura su amigo, quien recuerda una anécdota junto a Pantaleón 'Don Panti', uno de los profesores del centro. «Nos dijo de hacer un equipo de fútbol y a Luis se le ocurrió mandar una carta al Athletic, porque él siempre ha sido muy del Athletic, para que nos mandaran equipaciones», cuenta Merino. «Nos respondieron y nos dijeron que no era posible, pero el colegio compró las camisetas y estas tenían los colores del equipo bilbaíno», añade. «Por aquel entonces, no había Juegos Deportivos y competíamos contra los de San Felices o contra equipos de Nájera», remata.
De San Agustín al que era conocido como el patio de la Pitusa, situado detrás de la puerta de San Bernardo. «Pasábamos el día en la calle y allí también jugábamos al fútbol y al baloncesto», apunta Merino. «Alguna bronca nos hemos llevado por darle un balonazo a la ropa tendida», apostilla su amigo para destacar después que entre el De la Fuente de aquella época y el actual encuentra pocas diferencias. «No ha cambiado nada, quitando, como me ha pasado a mí, el pelo», bromea su compañero de colegio.
Si hay algo en lo que coinciden sus amigos al hablar de De la Fuente (que el pasado viernes cumplió 63 años) es en su carácter afable. «Es una persona que saluda a todo el mundo, habla con todos», destaca José María Ibáñez. «Como entrenador podrá triunfar o no, pero como persona es un triunfador», añade el entrenador de la localidad jarrera. Prácticamente en los mismos términos se expresa Rodolfo Merino. «Es de lo más humilde que te puedas echar a la cara y verlo como seleccionador es un orgullo para todos los que le conocemos», recalca.
El deporte provocó que aquel chaval que jugaba al fútbol en el patio de la Pitusa se tuviera que marchar muy joven de Haro, pero eso no impidió que el vínculo con su localidad desapareciera. «Viene muy a menudo y nunca perdona la visita a la Virgen de la Vega», incide Merino. De sus palabras se desprende el cariño del seleccionador a su tierra y con los hechos se comprueba que ese sentimiento es recíproco. No en vano, el campo de fútbol de la localidad lleva su nombre desde hace algo más de un año. «Aquel día quedó claro que Haro quiere mucho a Luis», se congratula su amigo. «Estamos a muerte con él», afirma con rotundidad.
La Eurocopa impedirá que De la Fuente esté en las fiestas de este año, pero aquel niño que despuntaba en San Agustín seguro que se acordará de sus orígenes si levanta el trofeo. Porque, como dicen sus amigos, Luis es «muy de Haro».
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