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Álvaro Gómez-Rey
Domingo, 10 de julio 2016, 01:35
Los dos finalistas de la Eurocopa 2016 se presentan después de ganar sus partidos de semifinales con un porcentaje menor de posesión que su rival. Portugal ganó con un 46% de posesión frente a una Gales que tampoco disfruta con el balón a sus pies. ... A pesar de tener menos la pelota, los ibéricos dispararon 17 veces frente a nueve de sus rivales. Francia disfrutó de un 35% de cuota de balón y ganó a la actual campeona del mundo Alemania por una diferencia de dos goles. Los dos conjuntos hacen más daño cuando pueden robar y aprovechar la velocidad de sus atacantes al contraataque. Cristiano y Griezmann esperan como un regalo los balones recuperados que puedan dejarles ante un menor número de defensores antes de que consigan organizarse. Las dos estrellas confían en sus musculosos centrocampistas para poder robar el máximo número de balones.
«El equipo que tiene el balón controla el partido». «Si tenemos la posesión tendremos mayores opciones de ganar». Son frases que se pueden escuchar en los vestuarios de algunos equipos o en los comentarios de alguna retransmisión deportiva. Afirmaciones reduccionistas y carentes de valor contextual porque si un equipo se encuentra desequilibrado a la hora de perder el balón de nada le habrá servido haber sumado una preciosa cadena de pases anteriormente. Tener el esférico en tus pies no significa un acercamiento a la victoria. Saber usarlo es difícil y todavía más en el fútbol de selecciones sin tiempo para coordinar a los jugadores para sacar provecho de él con una organización adecuada. Perder el balón no significa perder el partido.
Los últimos campeones europeos y mundiales, Alemania y España, se sirvieron de él para dominar al resto de países. Hay que tener en cuenta que se edificaban sobre un bloque de jugadores que venían de clubs donde también ganaban sometiendo a sus rivales con el balón. El Barcelona de Pep Guardiola y el Bayern de Jupp Heynckes eran la base que permitió a alemanes y españoles dominar el fútbol de selecciones. Al fin y al cabo, con menos de un mes para preparar a un equipo con futbolistas llegados cada uno desde una club distinto y una forma de jugar diferente, es muy difícil conseguir controlar los partidos a través de la pelota.
En principio, Portugal aprovechará que Francia juega en casa y su condición de favorita para ser el primero en cerrarse. Los lusos consiguieron que una Gales con cinco defensas y sin Aaron Ramsey (su jugador más creativo) tuviera más posesión de balón. No parece misión difícil contra Francia. El atacante galo al que más le alegrará esto es el delantero del Arsenal Giroud. Su velocidad no le permite ser peligroso alejado del área y tendrá un espectacular duelo aéreo contra los colosos Pepe y José Fonte. Pero si Francia consigue meter el balón en la red defendida por Rui Patricio, la situación cambiará y serán los franceses los que retrocedan unos metros. ¿Volverá a ser el ganador el equipo que tenga menos el balón? Si es así habría un cambio en la dinámica de los últimos años. Simeone, Bilardo, Ranieri y Mourinho estarían encantados de que así fuera.
El banquillo, determinante
Fernando Santos y Didier Deschamps, los diseñadores de las selecciones finalistas, ya han modificado los partidos a su favor con las sustituciones. Los entrenadores han conseguido decantar eliminatorias con la entrada de jugadores que no entraron en el once. Quaresma es el jugador número doce de Portugal, fue clave en la victoria contra Polonia en la prórroga y se encuentra en un gran estado de forma. André Gomes y Moutinho son también capaces de cambiar el rumbo del partido si Portugal va por detrás en el marcador y necesita un mejor control del balón. Francia tiene mejores hombres de refresco para cerrar un partido, Kanté y Cabaye pueden meter más músculo y energía al mediocampo francés ante un marcador favorable. Si van por debajo en el marcador Kingsley Coman es el mejor posicionado para este papel. El regate del jugador del Bayern hace que sea una fuente constante de desequilibrio que puede sembrar el caos ante oponentes cansados. Pero ninguno de los futbolistas se preocupará por la posesión porque ya han demostrado que el ganador no necesita el balón del perdedor.
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