Francia quiere volver a romper la maldición de los anfitriones

La primera selección en saborear la victoria desde la posición de local fue España en 1964, en la segunda edición de este campeonato y la primera para España ya que, por mandato del Gobierno de Franco, no había asistido a la de 1960. A diferencia del sistema actual, las eliminatorias se realizaban en los países de origen; solo las semifinales y la final se disputaron en territorio español. La Unión Soviética, Hungría y Dinamarca fueron los equipos que viajaron a España, pero fueron la anfitriona y el conjunto de la URSS quienes llegaron a la final.

El estadio Santiago Bernabéu y más de 79.000 espectadores fueron testigos de algo más que un partido de fútbol. La diferencia ideológica de los regímenes políticos de las selecciones que se enfrentaban sumó un punto extra de rivalidad más al encuentro. Marcelino fue el encargado de darle la victoria a España con un gol que desempataría el marcador a solo cinco minutos del final. Este tanto no fue grabado (aunque si reconstruido tiempo después) por lo que en el telediario se emitieron imágenes de una acción de Amancio. Por esto, durante mucho tiempo se creyó que el gol del desempate fue del entonces futbolista del Real Madrid.

La otra selección que ha ganado una Eurocopa en casa ha sido Italia. No ganó una cualquiera. Ganó la de 1968, aquella en la que la semifinal dio mucho más que hablar que la propia final, encuentro que enfrentó a Italia contra la Unión Soviética, la que sería la gran favorita después de Inglaterra (vigente campeona del Mundo). Fue aburrido, de jugada ensayada en jugada aún más ensayada. Después de 120 largos minutos, el encuentro terminó en empate. En aquel momento, la FIFA aún no había estipulado la tanda de penaltis como la forma de desempatar oficial. Lo normal era recurrir a otro partido, pero la proximidad de la final (a dos días) lo imposibilitaba. Fue entonces cuando el árbitro Tschenscher decidió que el finalista se decidiría a «cara o cruz».

Mientas los capitanes y el árbitro entraban al vestuario, la incertidumbre y el silencio se apoderaron del San Paolo. Muchas leyendas se generaron a partir de esos instantes. Desde la intervención de San Genaro, patrón de Nápoles, hasta la presencia de la Camorra, que obligó a que la moneda tuviera dos cara iguales. Ocurriera lo que ocurriera, lo cierto es que la suerte acompañó al capitán italiano, a Giacinto Facchetti. «Fue para no creerlo. La moneda se cayó por una grieta del suelo, el árbitro la sacó y la volvió a lanzar. En esta ocasión si cayó al suelo y de inmediato vi que había salido cara, lo que había elegido. Fui corriendo hacia el césped y, en cuanto mis compañeros vieron mi cara, lo celebramos todos», aseguró el jugador tras la celebración.

Los italianos lo festejaron como si ya hubieran ganado la final, pero aún le quedaba enfrentare a la sorprendente Yugoslavia. Tras su triunfo ante Inglaterra, los balcánicos llegan muy crecidos a la final. Pero se encontraron con la mejor versión de Italia, que en la primera mitad ya había resulto el encuentro con un 2-0.

Francia quiere romper el mito

A tan solo un partido de la final, Francia ve la oportunidad de volver a romper la maldición de los anfitriones en la Euro. Si alguien puede hacerlo son los galos que no solo ya saben lo que es ganar una Eurocopa siendo anfitriona, también han ganado otros grandes trofeos siendo los locales.

En 1998 ya se hizo con el Mundial de Francia en el Stade de France, en Sant-Denis. Lo haría ante Brasil, con un 3-1, en la primera edición en la que participaron 32 selecciones nacionales. Los resultados galos en este torneo fueron casi perfectos: 6 victorias y un empate, resultado que podría repetir si vence a Alemania en la semifinal y a Portugal en la final.

No hace falta remitirse tanto tiempo atrás. Francia también cuenta con una Copa FIFA Confederaciones, la de 2003. Ocho equipos de todo el mundo se reunieron, como no, en Francia para disputar el torneo. Tras una gran actuación, la selección francesa volvió a levantar el trofeo de campeón en el Stade de France al vencer a Camerún 0-1 gracias a un gol de Henry.

Solo un año después de ganar la Eurocopa en casa (1985), Francia ganó la Copa Artemio Franchi enfrenta al campeón de la Euro contra el campeón de la Copa América. En su primera edición asistió Francia como campeón de 1984 y Uruguay como el mejor equipo de América de 1983. El equipo francés era, en esencia, el mismo que había derrotado a España el verano anterior en la Euro. Platini seguía siendo la gran estrella. En Uruguay, la referencia era Enzo Francescoli, un joven mediapunta que jugaba en el River Plate. El partido tuvo un dominio galo claro. En el minuto cuatro Rochetau ya había adelantado el marcador; en el 56 llegaría la sentencia de José Touré.

Quien sabe si será casualidad o no, el caso es que Francia sabe de sobra como es ganar un torneo internacional en casa, especialmente en el Stade de France.