Piqué (i), De Gea (c) y Ramos (d), con los respectivos niños.

Once niños para once estrellas

Javier, Jose, Ariadna, Alejandro, Íñigo, Yago, Eder, Ana, Pau, Nerea y Sergio formaron ante República Checa una alineación muy especial

A. S. MOYA

Jueves, 16 de junio 2016, 18:48

Apenas quedan unos minutos para que la selección española dé su particular pistoletazo de salida a la Eurocopa. Lunes 13 de junio, 15:00 horas. Estadio de Toulouse. En el túnel de vestuarios, el pequeño Pau le da ánimos a Silva segundos antes de ... saltar al pasto francés de la mano de Cesc Fàbregas.

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Íñigo, que juega en su equipo de lateral derecho, hace lo propio con Juanfran, que también es lateral derecho. La complicidad queda patente cuando el internacional del Atlético de Madrid le pregunta si está nervioso. Delante de Íñigo está Alejandro, que saldrá con Morata y al que Nolito e Iniesta le brindan un gesto cariñoso.

«Nolito vive en Sanlúcar y yo vivo en Lebrija», advierte visiblemente impresionado Sergio. Ariadna, que gracias a una gran chilena camina al unísono con Gerard Piqué, apenas supera por unos pocos centímetros la cintura del central.

Paradojas del destino, Jose, que en su club ha sido el máximo goleador, tiende la mano a De Gea. Javier, el más alto de la expedición, capitanea la salida junto a Sergio Ramos. Nerea hace lo propio con Silva; Yago, con Busquets; y Marta escolta a Jordi Alba.

Eder, el más bajito, se lleva Iniesta, el más deseado. Los once llevan días pensando en este momento. «Mi hijo casi no puede ni dormir», cuenta una de las madres. Todos ellos resultaron seleccionados para participar en el programa «Player Escort de McDonald's», cuya hoja de ruta ha dejado cuatro días de ensueño en Toulouse con un colofón irrepetible.

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Falta muy poco para salir y los suplentes de ambos equipos caminan hacia el banquillo. Casillas les desea suerte a todos, en un gesto que recordarán toda la vida. Desde primera hora de la mañana llevan ensayando cómo será el momento, cómo disfrutarán aquello que ni en sus mejores sueños hubieran imaginado. Pero es real.

El árbitro marca la salida y cada uno de los once ofrece la mano al jugador correspondiente. El ambiente resulta embriagador, tanto que hasta la lluvia de Toulouse ofrece, justo a tiempo, una tregua muy deseada. No hay tiempo para más. «¡Ya están ahí!», gritan sus padres. Desde la grada contemplan emocionados que aquellos bajitos de amarillo, efectivamente, son ellos. Sus hijos. Pequeños talismanes para volver a ser campeones.

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*Pinche en el vídeo para vivir la experiencia «Player Escort de McDonald's»:

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